Benito Pérez Galdós asegura en uno de sus «Episodios Nacionales» que la frase la dijo Fernando VII el que al ver que uno de sus sirvientes no atinaba a vestirle antes de una importante reunión, fruto del nerviosismo ante la premura.
El sabio refranero popular nos habla de las prisas, “las prisas no son buenas para nada”, y nos recuerda que, por querer ir mas deprisa, a veces se va mas despacio, porque “no hay atajo que no cueste trabajo”
Y el emperador Augusto solía decir a sus sirvientes «apresúrate lentamente».
Si hacemos caso a nuestros mayores hagamos las cosas “sin prisa, pero sin pausa”.
Si queremos hacer algo bien tenemos que hacerlo con tranquilidad, sin correr, y con constancia.
Parece que pasaremos a la fase 3, pero esto no debe ser un desfase. No por querer acelerar la economía hemos de perderle miedo a la enfermedad. Tenemos ejemplos de todo tipo. Países que han afrontado de muy diferentes maneras la pandemia. Y lo que sí esta claro es que el confinamiento, la falta de movilidad, ayuda a detener el contagio. Port otra parte, la forma mas antigua de paliar las plagas y las epidemias: la cuarentena.
Es importante que nuestros políticos no se dejen presionar, y la lógica y la ciencia siga siendo la estrategia perfecta.
Las recetas son fáciles. La mascarilla como elemento que palía el contagio. La responsabilidad individual y el respeto a los demás que nos tienen que hacer plantearnos salir cuando padecemos algún síntoma. Y seguir la regla de tiempo e intensidad. Cuanto mas tiempo pasemos en grupo, y cuanto mas intensa sea la cercanía, mayor posibilidad de estropear lo que hasta ahora venimos consiguiendo.
Y lo mas importante, sin miedo, pero con respeto.