El Presidente del Colegio Oficial de Arquitectos, Moisés Castro, considera que Santander tiene muchísimo desarrollo urbanístico pendiente, pero que probablemente el nuevo plan general tiene que mirar hacia su interior, hacia la renovación de la ciudad ya construida.
¿Cuál es la cantidad de trabajo que tiene el Colegio de Arquitectos actualmente? En el colegio de Arquitectos estamos recuperando los niveles de trabajo previos a la
pandemia. Lo que detectamos es que se ha intensificado una tendencia previa hacia la
rehabilitación y la obra de reforma e intervención sobre los edificios existentes, algo
que está en consonancia con el esfuerzo desarrollado por los arquitectos y por nuestro
Consejo Superior a favor del impulso a la rehabilitación que se ha incluido en el PREE,
y en consonancia con el reto español y europeo de reinventar la ciudad construida
frente al de la expansión territorial periférica.
¿Algún proyecto en concreto a destacar? Algunos proyectos tienen amplios volúmenes y mucha repercusión mediática, algunas grandes intervenciones y edificios públicos, pero sin duda lo más destacable, y con notable repercusión en nuestra vida cotidiana, es la extensión y constante generación de pequeñas obras de rehabilitación de nuestras viviendas. Se están haciendo muchos pocos…Esto es un verdadero cambio: el gran proyecto es la renovación de la ciudad existente.
El futuro se centra en la mejora de la calidad de nuestro entorno construido, edificios
y espacios, plazas, calles, movilidad, urbanos y rurales. Estamos cambiando nuestro
modo de vida.
¿Cómo ha afectado la pandemia en este sector? Creo que la pandemia ha actuado como un acelerador de procesos que ya se venían produciendo y de cambios en la profesión de la arquitectura y en su ejercicio que ya habían empezado antes. La pandemia, el distanciamiento, la reclusión de la población en nuestras viviendas, ha enmarcado la ocasión para una reflexión -incluso involuntaria- sobre nuestras condiciones de vida, de habitabilidad, de comodidad y confort, de vecindad, de proximidad. Nos ha servido para mirar más a nuestros vecinos y a nosotros mismos como conciudadanos, como habitantes de un espacio urbano y construido, de un territorio compartido. Esa reflexión ha popularizado y extendido ideas que ya estaban en el ambiente y que la Arquitectura venía ofreciendo a un público menos extenso. Ahora se han popularizado y admitido de modo más general. La rehabilitación, la actuación sobre lo edificado y sobre lo existente es el nuevo paradigma del sector.
Asimismo ha crecido el deseo/sueño por la vivienda unifamiliar y con parcela propia, lo que sin duda podría servir para dinamizar y rehabilitar nuestros pueblos y núcleos tradicionales, en una recuperación de un modelo territorial mucho más ambiciosa y sostenible que este crecimiento periférico cargado de costes sociales y ambientales. Algunos de estos modelos previos están en cuestión y no ayudan a la ciudad futura. La intervención es sin embargo posible y ya se aprecia así: el cambio de usos, la recuperación o creación de espacios exteriores en los edificios colectivos (terrazas, balcones, recuperación de azoteas…) podría marcar en lo sucesivo parte de las intervenciones en los núcleos urbanos.
¿Qué medidas se han llevado a cabo para hacer frente a los efectos que ha tenido la pandemia en el sector? El Colegio tenía ya una operativa completamente digital y nos resultó muy fácil pasarnos a un sistema de teletrabajo y participación telemática, incluso desde la semana anterior al decreto de confinamiento. Todas las funciones básicas se
mantuvieron desde la reclusión de nuestros hogares.
Como colectivo hemos implementado medidas de contención, adecuando nuestra estructura a una previsible crisis de ingresos y para tener la capacidad adecuada a nuestras
funciones. Hemos reforzado nuestra presencia digital y la capacidad de acceder y difundir nuestras actividades al público y la formación constante de nuestros colegiados de modo telemático.
También hemos avanzado en el desarrollo de nuestros servicios en colaboración con las administraciones y para permitir que nuestras herramientas sirvan para agilizar los procesos de licencias y autorizaciones mediante el acceso remoto a nuestro archivo,
algo ya concretado con algunos municipios, es un proceso a la vez simple porque se basa
en el uso de recursos existentes y complejo porque implica a muchos agentes, pero nos
parece muy necesario y estamos por ello muy implicados.
Como profesionales, a lo largo de los primeros meses, Tuvimos momentos muy difíciles
para la gestión y continuidad de las obras y para establecer las medidas de seguridad
en largas semanas de incertidumbre, pero después se ha ido encontrando acomodo a las
circunstancias y creo que el sector ha respondido de manera ejemplar. Los profesionales
de la arquitectura han mantenido sus servicios y se han enfrentado a situaciones muy
difíciles demostrando un gran compromiso.
La planificación de nuestro futuro viene marcada por las necesidades y aspiraciones
sociales a las que damos respuesta, que marcan muy claro el camino hacia la
rehabilitación, la sostenibilidad, la regeneración urbana, una movilidad distinta.
La amplia mayoría de nuestros edificios y barrios se construyeron en una época de
menores medios y sin apenas requisitos de aislamiento o de accesibilidad. Tenemos que
intervenir sin duda para mejorar sus prestaciones y el bienestar, la salud pública de
nuestra ciudadanía.
¿Qué pronóstico se espera para el Colegio de Arquitectos en lo que queda de año? Tenemos un balance prudentemente optimista. Los cambios de tendencia son tan drásticos que creemos que los datos previos son indicadores algo imprecisos. Confiamos en nuestra capacidad para adecuar nuestras capacidades y adaptarnos a lo que la sociedad nos pida como arquitectos. Esperamos que se confirme la recuperación de la actividad en el área de la rehabilitación y reforzar nuestro trabajo en este área, asesorando a comunidades y particulares para proyectos de rehabilitación de los edificios de vivienda y a los Ayuntamientos en la mejora de edificios públicos y dotacionales, y en actuaciones integrales sobre barrios, una línea de actuación muy importante y en la que es necesario un amplio consenso de voluntades públicas y privadas.
¿Cuál es la situación de los arquitectos en Laredo y Camargo con respecto al Plan General de Ordenación Urbana? ¿Cómo están afrontando dicha situación? La situación en Laredo y Camargo no es muy diferente de la de muchos otros municipios
que ven cómo se eternizan las tramitaciones administrativas de los Planes Generales.
Los PGOU han ido adquiriendo una mayor complejidad, un mayor grado de detalle y a la
vez una mayor dificultad y complejidad. La anulación de los planeamientos por defectos
formales o parciales -incluso francamente menores- ha producido un ambiente general de
inseguridad jurídica muy negativo para el desarrollo normal de la actividad, para la
incorporación de nuevos usos o incluso para actuaciones necesarias y urgentes que se
ven con graves obstáculos para desarrollarse sin un trámite urbanístico complejo de una
norma, el PLAN, que precisamente por su concepto general, no debiera tener el grado de
detalle que se le imprime.
Sucede así que debe recurrirse a modificaciones puntuales de los Planes, pero incluso
esas modificaciones, por menores que sean, vienen sometidas a un trámite administrativo
y medioambiental que a veces se extiende en términos francamente absurdos, y desde mi punto de vista absolutamente estériles, pues no añaden ninguna garantía al resultado de
la ciudad, sino un puro alarde formal de control.
Le daré algún ejemplo: Para modificar una dotación, una residencia de ancianos, de
pública a privada, tan sólo ese cambio de “propiedad”, ni de función ni de condiciones,
ha debido tramitarse una modificación puntual, y su previo documento de impacto
ambiental. En núcleos históricos, que cuentan con Planes Especiales muy detallados, la
modificación de una ventana o una dimensión también requiere una modificación del
Planeamiento con su trámite completo ambiental, sin que siquiera se recurra al trámite
abreviado. Eso son meses de trámite, incertidumbre y atrasos. Y no es que ese trámite
mejore el resultado, sobrecarga y colapsa los servicios técnicos de modo que les impide
centrarse en los procesos de mayor calado. Tenemos nuestra CROTU dedicada a
autorizaciones de trámite para edificaciones menores. Convertimos lo extraordinario en
cotidiano y le aplicamos, eso sí, un trámite desmesurado.
Existe ya una conciencia social extensa sobre la preservación del patrimonio edificado
y el paisaje, pero falta una comprensión y una ordenación del territorio como soporte
para la vida comunitaria, social y económica. El paisaje que vemos en su mayor parte no
es una naturaleza inalterada sino la expresión de una historia de ocupación,
aprovechamiento de los recursos y devenir social. La preservación es algo que está ya
asumido en la sensibilidad social y formalmente en el proceso de decisiones, pero hace
falta un marco completo de ordenación y debate en lugar de una serie de intervenciones
aisladas y fragmentarias.
¿Cómo se está avanzando en Santander con el Plan General de Ordenación Urbana? ¿Cuál es su postura al respecto? ¿Cree usted que la ciudad está urbanísticamente consumida? Santander ha emprendido un proceso muy exigente de participación ciudadana y formación de las líneas iniciales y para la formulación del modelo de ciudad. Muchas veces se descuida ese proceso de análisis y no se hace público ni abierto a la ciudadanía y los colectivos sociales. Por eso el Colegio de Arquitectos ha participado con entusiasmo: es fundamental entender la planificación como un proceso público que requiere un gran consenso colectivo, ya que debe configurar un modelo duradero y que sirva para las sucesivas corporaciones y equipos de gobierno. Se trata por tanto de planear, en lo fundamental, en lo general, con un largo plazo y para un extenso futuro. Los ritmos de las ciudades son muy extensos. Lo que juega en contra de nuestro interés ciudadano común es que los tiempos de trámite resultan excesivos, tanto, que a veces ciertas premisas pueden quedar desfasadas en el momento de acabar aprobadas.
En el urbanismo se suelen enfrentar problemas que exceden con mucho la capacidad de la
propia ordenación urbanística y tienen que ver con la economía y el devenir social. La
ciudad, el espacio urbano es un marco que promueve e impulsa determinados acuerdos y
condiciones sociales, políticas y económicas. El debate importante es el del marco
general, lo otro son discusiones menores que aportan poco. Santander tiene muchísimo
desarrollo pendiente, suelo y urbanizaciones que se van ejecutando, pero probablemente
el nuevo plan general tiene que mirar hacia su interior, hacia la ciudad ya construida.
Ahí está el reto.
Julia Pérez Crespo