25/11/2024

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Raquel García Ceballos: “Me gustaría seguir dedicándome a esto toda mi vida”

Deporte en Femenino A sus 48 años, la deportista cántabra Raquel García Ceballos es una apasionada del montañismo, pero además es pintora de arte contemporáneo. Nacida en Torrelavega, vive desde hace más de veinte años en Suances, junto al mar. Para ella el montañismo es mucho más que un deporte, es su manera de vivir y los Picos de Europa sus montañas favoritas. Su meta es superarse en cada reto que realiza, no compite contra nadie, solo contra ella misma. Ha realizado expediciones por el Himalaya, donde se convirtió en la primera española en cruzar la Cordillera caminando en 2019, ha subido al Pisang Peak y ha recorrido los Picos de Europa.

Raquel descubrió que la montaña era su pasión hace relativamente poco tiempo, aunque siempre ha hecho salidas a la montaña nunca ha sido de manera profesional. “Mi padre falleció en el 2010 y esto fue en el 2011, justo antes de mi primera expedición y después de dejar el trabajo que tenía”, recuerda la deportista.

¿Por qué eliges el montañismo como deporte? Yo creo que quizá porque tengo las montañas muy cerca, tengo el privilegio de vivir junto al mar y la playa la tengo a la misma distancia que la montaña. Igual no he abierto más puertas por eso. Y, por supuesto, las montañas siempre han sido parte de mi inspiración para pintar, todo lo relacionado con la naturaleza. El sentimiento que tienes cuando estás en la montaña es indescriptible, hay que estar allí y sentirlo.

¿Qué aporta a tu vida el montañismo como deporte? Es como que no lo considero un deporte. Los deportistas profesionales se toman su deporte como un trabajo y como una rutina, para mi ir a la montaña no es eso, no me cuesta. El otro día llovía y me fui con un paraguas, no es una cosa que me cause malestar, porque no lo siento como una obligación. A mí me aporta todo, es mi forma de vida. La rutina que puedes tener tú en tu trabajo, la mía es la montaña, que además me encanta.

Antes de iniciar una expedición, ¿te preparas de alguna manera? No, es lo que hablamos, no me preparo especialmente en una rutina de ‘tengo que hacer esto, tengo que ir al gimnasio’, porque el gimnasio no lo piso. Tengo la suerte de tener una genética bastante aceptable, bastante buena. Soy una persona menudita que tiene la desgracia de no poder engordar, coma lo que coma no engordo. Tengo facilidad para mantenerme en forma sin llegar a estar agobiada en el tema de entrenamientos.

No compites contra nadie, estás tú sola caminando por la montaña, sabes que puedes seguir a tu ritmo, tardes más o tardes menos. ¿Cómo se afronta ese reto? Es que es muy diferente cuando salgo a la montaña habitualmente a cuando tengo un reto deportivo haciendo una expedición. Es totalmente diferente, la presión que puedo tener cuando tengo que hacer un reto deportivo, tengo patrocinadores que los llevo conmigo, por lo que la presión psicológica es súper fuerte. Siempre quieres darles el 100%, quieres llegar a la cima y cumplir lo que les has dicho que vas a intentar hacer, nunca puedes prometer porque te puede pasar cualquier cosa. Sin embargo, cuando habitualmente voy a la montaña, que suele ser casi todo los días, es a modo de más disfrute. Siempre lo digo, no tengo porque llegar a una cima obligada para no disfrutar. Hay mucha gente, los runner por ejemplo, que les ves corriendo todo el rato por la montaña porque tienen sus metas y tienen que llegar a la cima, yo soy todo lo contrario. Voy a un paso lento y disfrutando, si llego a la cima me encanta, porque te sientes dios ahí arriba y, si no llego, he disfrutado del camino. Es como partirlo en dos, cuando la parte es más seria porque estoy haciendo una expedición con patrocinadores a los que tengo que hacer reporte junto a la gente que me sigue, y luego, la parte más personal que es la que más disfruto.

Fuiste la primera española en recorrer a pie el trail Himalaya en el 2019, ¿cómo fue aquella experiencia? Eso fue lo que cambió todo en mi vida. Más que cambiar mi vida, cambió mi forma de ver la vida. Fue un antes y un después, fue el país al que fui, la gente, lo que hice, el creérmelo después, porque mientras lo hacía y, pasado un tiempo después, no fui consciente de lo que había hecho. Fue una experiencia brutal, una lección de vida. Estuve a punto de abandonar varias veces, me traje una mochila cargada de un montón de historias, de aventuras. Un bofetón según llegué a este país, bofetón cultural porque estaba en oriente y yo venía de occidente, allí todo es distinto, por muchos reportajes que veas y que te lo cuenten, hasta que no estás allí en vivo no sabes lo que es. Estuve en aldeas en Nepal donde no había ido antes nunca un extranjero, sentirte así es como pensar “¿En qué planeta estoy?”. A día de hoy, después de 3 años, sigo recordando día a día todavía esa experiencia. La verdad es que me ha marcado.

El año pasado hiciste el Pisang Peak, ¿subiste 6.091 metros? No, esa es la parte errónea de la que se aprende. No llegué a la cima, no pude llegar, me quedé a unos 600 metros de la cima. En las conferencias siempre suelo explicar que las montañas tienen un reloj en la cima que te permiten llegar hasta cierta hora, pasada esa hora no te puedes arriesgar porque estás entrando en un tiempo hacia atrás, es decir, que lo más probable es que no salga bien la bajada. Podíamos haber llegado a la cima, pero igual ahora yo no estaba hablando aquí contigo. Tengo la suerte de que una persona de la expedición con la que iba, Javier Campos, el operador de cámara y un expedicionario bastante conocido en el mundo de la montaña, que ha hecho bastantes ocho mil  y el  Pisang Peak lo había hecho con poco más de veinte años, me dijo: “Raquel, creo que no llegamos a la cima”. Ese momento no está incluido en el documental porque me pongo a llorar. La verdad es que he estado bastante de bajón hasta unos meses después de estar ya aquí en España y bueno, con la gente, con todos los comentarios que te han hecho como  “lo que tenías que hacer es volver viva”. Con todo eso parece que se me ha pasado un poco, pero para mí la experiencia esta vez en Nepal ha sido el tema de la altura y la montaña más que el tema de la gente. Porque para eso tuve la primera experiencia. Sí es verdad que en esta expedición la parte más novedosa fue la sanitaria, porque llevamos un médico con nosotros y el servicio Cántabro de Salud junto con la Fundación Marqués de Valdecilla nos dio medicamentos e íbamos haciendo campamentos sanitarios por las aldeas. Esa parte ha sido la más bonita.

Tus expediciones tienen un gran componente social, ¿Esta iniciativa se te ocurre a ti? En la primera expedición pensé que si iba a estar allí 85 días y que no podía ser tan egoísta de traer solo para mí, que tenía que llevar. Lo que hicimos fue que por las aldeas que pasábamos y en lo que podríamos llamar escuelas, pues íbamos comprando, íbamos  parando en las ciudades o pueblos más grandes para comprar material escolar e íbamos dejando ese material en las escuelas. Esta vez, lo que pretendía hacer y que no pude conseguir por falta de patrocinador, era poner unas placas solares en la escuela de una aldea en la que había estado el año anterior. En esa escuela los niños no tenían luz, ni siquiera sillas o mesas, pero la luz era lo más necesario ya que aprendían hasta que anochecía y en invierno, imagínate. No pude conseguir ese dinero. Entonces, por causalidades de la vida, que no casualidades, a esta expedición vino un amigo de Javier que era médico, y a Javier se le ocurrió que podríamos usar a su amigo en lo sanitario mientras que yo me encargaba de la logística para montar campamentos y hacer consultas médicas, así surgió un poco todo. Al final llevamos un carro de medicamentos y un médico.

A nivel físico y psicológico, ¿cómo se lleva lo de los cambios de altura y de temperatura? Pues esa la parte que me refería antes cuando te decía que he aprendido de los errores en esta expedición. Hemos descubierto que mi parte más débil es la altitud, la aclimatación. Me quedé a 5.400 metros, 5.480 más o menos, nunca había estado a esa altura y aprendimos que, en mi caso, no todos los casos son iguales, yo necesito más aclimatación que otras personas. El error que se cometió es que pasamos de un campo base a un campo uno en un día. Ese trayecto fue una paliza impresionante y al día siguiente estaba rota, me afectó mucho el tema de la altitud y estuve también, no sé cuántos días, con dolor de cabeza. No acababa de aclimatarme bien. Tuve gastroenteritis dos días antes, es decir, fue un cúmulo de cosas, que unas fueron accidentales como la gastroenteritis, y otras no. Para el próximo proyecto, en el tema altura ya sabemos que en la parte de aclimatación la mía tiene que ser más larga. Las temperaturas son favorables para mí, tolero muy bien el frío. Con lo menuda que soy y lo delgadita que estoy soporto bien el frío. Puedo decirte que  estábamos durmiendo a -12 y -15 grados y a mí, a veces, me sobraba saco en la tienda de campaña. Esa sí que fue una parte positiva, que también es importante.

¿Tienes algún sueño? ¿Te gustaría llegar a la cima de alguna montaña en especial? Lo que me gustaría es seguir dedicándome a esto toda mi vida, sé que es un poco generalizar, pero es así. Me gustaría continuar haciendo esto para seguir conociendo países, gente y montañas. ¿Una montaña en especial?… Me considero una persona bastante sincera y coherente, lo que me gustaría creo que jamás podré hacerlo porque además es un tema muy actual y polémico, usar oxígeno en los ocho miles. A mí la montaña que me gustaría subir es el Makalu y sé que no podré hacerlo. No podré hacerlo porque conozco los problemas que tengo con la altitud, tendría que hacerlo con oxígeno y para hacerlo así no lo haría. Es un sueño, pero no va a ser un sueño que se haga realidad.

Tu última expedición ha sido la del Pisang Peak el año pasado ¿Tienes alguna en mente? Sí, en principio me iría el mes que viene, pero aún no puedo decir adónde. No es porque no quiera, es porque con la guerra de Ucrania las cosas se complican y prefiero esperar. Si va todo bien me iré en mayo y si no, tengo un viaje en octubre con gente que me quiere acompañar a conocer Nepal.

De la expediciones hacéis unos documentales impresionantes, ¿Qué hacéis luego con ellos? ¿Participáis en festivales? No, con los documentales lo que hago es un poco subvencionar la parte de la siguiente expedición. Las charlas que doy, llevan un coste. Yo hago una charla, coloquio, proyección y presentación del libro. Al final se ha hecho un libro con el mismo título que el documental y yo recorro toda España con ese documental.

Ese es tu trabajo ahora, ¿no? Exactamente.

Después de recorrerte media España presentando los documentales e irte mínimo un mes, máximo 3 meses a otros países, tienes la pasión de la pintura. ¿Cuándo pintas? Ahora mismo, llevo meses sin pintar. Tengo un cuadro dibujado, no pintado, es decir, tengo la base hecha y soy incapaz de ponerme delante del lienzo y empezar a colorear porque me desborda toda la inspiración que tengo. Hay veces que no tienes inspiración y es lo mismo, te sientas delante del lienzo y no te sale nada, pues ahora es todo lo contrario. Está encima de la mesas del estudio desde hace tres meses.

¿Y cuando sales a la montaña haces fotos para luego plasmarlo en pintura? Nada, es que son cuadros bastante diferentes. Una vez un crítico de arte me dijo que mi estilo era contemporáneo, pero que no lo había visto nunca antes. Es un poco diferente a todo lo que te puedas imaginar. No hago una foto y copio esa foto, mezclo muchas cosas en un cuadro. Imagina “El jardín de las delicias” del Bosco, pues eso pero un poco más moderno. El Bosco es mi pintor favorito y el crítico del que te hablaba antes me dijo que mi pintura me recordaba a él, es lo mejor que me podía decir un profesional.

Raquel García Ceballos tiene por delante muchos retos que conseguir, si queréis conocer más sobre ella os invitamos a entrar en su página web https://raquelgarcia.weboficial.net/ y donde además podréis seguir sus expediciones. Desde Diario Más Noticias la deseamos muchos éxitos.

Fuente: https://diariomasnoticias.com/raquel-garcia-ceballos-me-gustaria-seguir-dedicandome-a-esto-toda-mi-vida/?fbclid=IwAR0OQOxYnzVGiQArRkfnN3-NHgS2IOAiDschDFfbgvwiuv0h4ePUeHD5nUM  / Texto: Sandra Cuenca / Fotos: R.G.C / 2 de abril de 2022

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