«VOY A EMPEZAR A CREER QUE LA NAVIDAD ES LA ÉPOCA DE LOS MILAGROS», «UN EX-OFICIAL DE LA GUARDIA CIVIL ESCUCHÓ LA VOZ DE AYUDA»
Relato personal de un vecino de Piélagos que ha vuelto a vivir tras ser rescatado de una ciénaga por un miembro de la Guardia Civil el pasado 30 de diciembre. Permaneció cerca de media hora prácticamente sumergido en aguas residuales. Después de ser rescatado tuvo que ser trasladado en ambulancia al hospital con síntomas de hipotermia.
¿Cómo ocurrió el accidente?
Fue de la forma más tonta, me tenía que conectar de 19:00 a 19:30 al foro del cual soy miembro en el que intentamos analizar el día a día de la guerra de Ucrania. Se me estaba haciendo tarde así que decidí atajar por este lugar que lo cruzan decenas de personas diariamente, ya que se encuentra a pocos metros de un parque infantil y es el camino más rápido para llegar a un Carrefour. Fue un craso error, cuando estaba atravesándolo resbalé y me caí dentro del pozo séptico, mi primera reacción fue decirme a mí mismo estoy empapado de agua negra y asquerosa, hice un intento de levantarme y mi sorpresa fue mayúscula, estaba en el centro de la ciénaga y me hundí hasta la boca. Busqué un punto de apoyo para salir, lo intenté docenas de veces, pero no lo conseguí, consciente que por mis propios medios era imposible salir decidí pedir auxilio, el tiempo pasaba y una hora más tarde ya sentía un principio de hipotermia.
Cuando ya creía que era el fin llegó un ex-oficial de la Guardia Civil que estaba por esta zona y escuchó la petición de ayuda, cuando llegó lo único que tenía ya fuera era la nariz, recuerdo que me dio un palo y me agarré a él pero tenía la misma fuerza que un bebé sosteniendo un sonajero. Avisó al 112. Sólo recuerdo tener mucho frío y pedir una manta, a partir de este momento sólo puedo decir lo que me han contado. Se acercó una persona anónima (hasta este momento ignoro quién es) al que avisaron en el Carrefour de lo que estaba sucediendo a escasos metros. Me agarró con el riesgo de caer dentro y me arrastró fuera por el otro lado tiró el ex-oficial de la Guardia Civil. En aquel momento yo ya no era consciente de nada de lo que ocurría a mi alrededor, permanecía con los ojos cerrados porque les tenía llenos de tierra y me escocían enormemente, me taparon con mantas hasta que llegó la ambulancia.
Seguía sintiendo un frío glacial hasta que en Valdecilla entré en calor casi una hora más tarde gracias a una manta de vapor que me pusieron tras darme un buen baño. Es de obligado cumplimiento señalar la profesionalidad de todo el personal que me atendió.
¿Qué es lo que más inquietó al personal sanitario de su estado?
Lo principal era que entrase en calor, tenían bastante preocupación por que me pudiera entrar una neumonía y más aún por posibles infecciones producidas por las aguas “negras” que había tragado. Los análisis estaban disparados, me inyectaron aparte de suero, insulina, antibióticos y me recetaron aun más una vez dado de alta. Todo el tiempo estuve con un respirador que sólo me retiraban para ponerme mascarillas.
¿Cómo pasó el fin de Año?
Con muchísimos dolores y con una tentación absurda de leer el libro de los muertos tibetanos o ver la película de Charles Dickens ‘El Cuento de la Navidad’. Me quedé dormido del agotamiento.
¿Va a tomar medidas legales?
Por supuesto, hay que depurar responsabilidades. No solamente he resbalado yo, dos días antes un niño que iba con su madre se cayó afortunadamente en la orilla y lo pudo sacar. Pero de este tema no puedo hablar absolutamente nada, he contratado a uno de los mejores gabinetes de abogados que hay en Cantabria.
Por último, se tiene la certeza que todas aquellas personas que han sufrido una experiencia de intensa gravedad esto les afecta, ¿ve la vida de forma diferente tras sufrir en sus carnes este terrorífico accidente?
Es muy pronto para autoanalizarme, me reafirmo que hay mucha más gente buena que mala. Voy a empezar a creer que la Navidad es la época de los milagros y desde luego que me esforzaré para mantener en mi memoria a estas personas que me salvaron la vida, seré fiel al adagio cántabro que es de bien nacido ser agradecido.