Tratar de encontrar algo bueno en una situación mala parece ser particularmente efectivo para reducir la ansiedad cuanto menos dinero gana una persona, posiblemente porque las personas con bajos ingresos tienen menos control sobre su entorno, según concluye una investigación publicada por la Asociación Estadounidense de Psicología en la revista ‘Emotion’.
«Nuestra investigación muestra que el estatus socioeconómico tiene un poderoso efecto sobre si la reorganización de una situación puede reducir la ansiedad, tanto a corto como a largo plazo –señala la coautora del estudio Claudia Haase, de la ‘Northwestern University’, en Washington, Estados Unidos–. A medida que aumenta la desigualdad social, es cada vez más importante que entendamos cómo las estrategias de regulación emocional podrían beneficiar a la salud mental en todo el espectro socioeconómico».
Haase y sus colegas utilizaron los datos de un experimento y una encuesta nacional para analizar el papel de los ingresos en lo que los autores denominaron estrategias de reevaluación cognitiva, donde un individuo intenta regular sus emociones (reduciendo así la ansiedad) reconsiderando, volviendo a encuadrar u obteniendo una nueva perspectiva sobre experiencias pasadas o anticipadas.
«Después de una ruptura romántica, por ejemplo, es posible tener miedo de sentirse solo», explica la autora principal Emily Hittner, candidata a doctorado, también de Northwestern. «Puedes usar la reevaluación cognitiva para controlar ese miedo diciéndote que ahora es un buen momento para conocerte mejor, descubrir nuevas pasiones, reavivar viejas amistades y tener tiempo para encontrar una relación más satisfactoria», aconseja.
Los investigadores primero realizaron un experimento de laboratorio que involucró a 112 cónyuges casados, a los que se les pidió que vieran un cortometraje diseñado para disgustarlos (por ejemplo, un extracto de una película en la que una madre se entera de la muerte de sus dos hijas) y se les indicó que, si sentían emociones negativas, intentaran pensar en ellas o replantear la situación de tal manera que experimentaran menos emociones negativas.
También se les solicitó que informaran si utilizaban estrategias de reevaluación en sus vidas diarias y sobre sus ingresos anuales, utilizando una escala de uno (menos de 20.000 dólares por año) a siete (más de 150.000 dólares por año). Los participantes de estratos socioeconómicos más bajos que se reevaluaron más dijeron que se sentían menos ansiosos, pero este no fue el caso de los participantes de ingresos medios o altos.
DISMINUCIÓN DE LA ANSIEDAD CASI DIEZ AÑOS DESPUÉS
Los científicos también analizaron datos de ‘Midlife’ en Estados Unidos, una encuesta telefónica nacional financiada por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento que involucró a más de 2.000 participantes entrevistados a mediados de la década de 1990 y nuevamente nueve años después.
Como parte de ambas encuestas, los entrevistados respondieron a una serie de preguntas diseñadas para medir el grado en que se involucraron en las estrategias de reevaluación y para medir sus niveles de ansiedad. Las personas que dijeron que usaron estrategias de reevaluación informaron de disminuciones en la ansiedad casi una década después, pero una vez más, esto solo sucedió en el caso de las personas con ingresos más bajos.
En ambos experimentos, la reevaluación cognitiva comenzó a perder su efectividad cuando los ingresos aumentaron por encima de los 35.000 dólares al año. Haase cree que estos hallazgos pueden tener algo que ver con el control de una persona sobre factores externos. Las personas que ganan más dinero pueden tener más control sobre su entorno y, por lo tanto, es mejor que cambien la situación en sí en lugar de su opinión.
«Las personas con ingresos más bajos, sin embargo, tienen menos acceso a los recursos para cambiar directamente una situación estresante en la que pueden encontrarse –argumenta–. Por esa razón, pueden encontrar más efectivo lidiar con la ansiedad al replantear la situación».
La reconsideración cognitiva es uno de los elementos de la terapia conductual cognitiva, que es uno de los tipos más comunes de psicoterapia utilizados para tratar los trastornos de ansiedad, pero no el único elemento, apunta Hittner. Aunque es necesario realizar más investigaciones para confirmar estos hallazgos, las personas con antecedentes socioeconómicos más altos pueden encontrar mejores resultados al usar otras estrategias en las que poner sus recursos para mejorar las situaciones, concluye.