Más intervencionismo del Estado, mayor control a los Ciudadanos, más impuestos, mayor gasto público, menos democracia, así se inicia un proceso.
Nada sorprendente o inesperado en quienes abominan tanto de la libertad individual como del libre albedrío de las personas, los que creen que todos debemos ser dirigidos por un Estado naturalmente pastoreado por ellos con las propuestas políticas que aspiran a plasmar la panoplia de partidos con apoyo comprometido al nuevo Presidente, en donde visto el debate parlamentario es obvio que se acercan tiempos oscuros con intereses políticos que tienen como objetivo remover obstáculos, cambiar desde el poder todo el entramado legal que actúa como dique de contención ante el Estado omnipresente y las aspiraciones políticas de quienes deseando trocear la Nación cual botín de guerra política, establecer un modelo de «democracia popular» o ambas cosa a la vez, todo ello debidamente macerado ante la opinión pública mediante la creación, que se anuncia, del «Ministerio de la verdad».
Así, de esta forma, la Fiscalía General del Estado pudiera serlo en función de los objetivos políticos que se persigan, mientras que la Abogacía del Estado puede volver a emitir comunicados en defensa de su independencia, mientras las costuras del sistema constitucional serán sometidas a prueba constante.
Tal situación ha llegado a España, en donde la democracia iliberal rusa, el totalitarismo disfrazado de progreso chino, los populismos hispanoamericanos, los movimientos producidos tanto en Grecia como en Italia, además del corrosivo comportamiento interno español está cuestionando el sistema de democracia liberal para acabar con ella, costándonos calidad democrática, bienestar material y evolución armónica de nuestra Nación, que no son estas palabras emotivas vacías de contenido, son realidades que tendrán consecuencias concretas, mensurables, en donde lo recientemente acontecido en el Consejo Regulador del Cava es un dato indiciario de por donde pueden ir las cosas: Privilegios de una parte de España sobre otras, sea legal o no, que indecoroso desde luego que lo es.
España es un País al que le cuesta estar en paz consigo mismo, en donde el régimen que alumbró la Constitución de 1978, de libertad, democracia, separación de poderes, justicia independiente, instituciones no contaminadas, seguridad jurídica, no intromisión del Estado en la vida de la gente. El que se puso en marcha para ser como el Reino Unido, los Países Bajos o Austria ha sido derrotado, finaliza un ciclo. A partir de estos momentos tiene todo el aspecto que se impondrá una línea política convulsa, de perturbación, que marcará diferencias señalando al contrincante como enemigo, en donde la seguridad jurídica se acomodará a las necesidades de la revolución política en marcha, mientras que la economía languidecerá primero para iniciar un camino que nos derrotará a todos, pues aunque el Gobierno (parte de él) teóricamente defienda la democracia formal, se sostiene por fuerzas que preconizan otra clase de «democracia».
Todo ello lo veremos sin aparentes vulneraciones flagrantes de la legalidad formal que será sorteada, simplemente ignorando que todas las personas debemos ser respetadas, incluidos los discrepantes, aunque pudiéramos ser minoría.
Fuente: opinioneslibres.es. Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing, pertenece a la Organización Profesional AEDEMO y al European Marketing Council.