Me he visto en una situación que voy a calificar de pintoresca porque estoy convencido que Usted encontrará un calificativo mejor.
Es trámite sabido, la obligación de visitar al notario para obtener una hipoteca, pero que este te haga un examen, después de exponerte lo que cabeza humana no es capaz de memorizar, ya es otro asunto.
Es de reciente cuño la ley que obliga a los notarios a exponer a los solicitantes de hipoteca las condiciones de la misma, y éstos con antelación a disponer de ella. Cuando hablo de las condiciones, me refiero a cerca de veinte considerandos, entre las cuales están las varias tarjetas bancarias que se han de tener, los seguros que han de contratarse con el banco, las nóminas domiciliarse, las garantías hipotecarias, etc… sin olvidarse de la cantidad a abonar al banco cada mes, las consecuencias de no hacerlo, y muchas mas.
Como digo, hasta más de veinte condiciones de la hipoteca que el notario me explica con suma paciencia, antes de disculparse por tener que examinarme, pues la ley a ello le obliga, y así comprobar si recuerdo, o no, las condiciones de mi hipoteca, pues de ello depende que pueda obtenerla o no.
El notario me entrega un cuadernillo de examen, al que contesto mientras me pregunto si un ser humano tiene capacidad para almacenar en la memoria a corto plazo casi veinte datos diferentes; la contestación es que no.
¿Qué falta?, ¿qué sobra?, ¿qué …?, en los que hacen las leyes; ¡¡ah sí!!, pensar en los ciudadanos.
Por cierto, si se está pensando en legislar al respecto, informo que está acreditado que todo ser humano carece de recuerdos de su momento de nacimiento. Por ello, aconsejo seguir pidiendo exclusivamente el certificado de nacimiento para verificar que el interesado ha nacido y no plantearse legislar para pedirle que además del certificado, haya de relatar los detalles que concurrieron en dicha experiencia vital, con el objetivo de acreditar que el nacido es o no el que consta en el certificado.