A las ocho de la tarde de este lunes 16 de mayo en la ciudad de Santander hemos acompañado en el camino a nuestro compañero, amigo y hermano Nacho Diego. Pequeña se quedó la Iglesia de Santa Lucía para recibir a cuantas personas decidieron participar en un adiós precipitado. En la celebración eucarística y con un templo pleno de empatía e inerte por la desolación, Laura, Pau y Guillem, sobrinos de Nacho, han dirigido unas palabras, unos sentimientos compartidos hacia los presentes.
«Buenas tardes, somos los sobrinos de Nacho: Laura, Pau y Guillem.
Gracias a todas las personas que estos días nos habéis acompañado en estos difíciles momentos, que, aunque forman parte de la vida, nos han llegado demasiado pronto.
Nacho creció entre mujeres: su madre Carolina, su abuela Rosario, su tía Sarito, luego vino Ana… Se ha ido también entre mujeres: su pareja Marta, su madre Carolina y su hermana Ana, le han acompañado en esta parte del viaje.
Nuestra familia ha preparado una breve despedida que queremos compartir con vosotros:
El sur, el viento del sur… El viento del sur que en la cornisa cantábrica todo lo aclara, y que a todos, o a casi todos nos vuelve locos… Pues sí, como ya os podéis imaginar Nacho aterrizó en este mundo un día de sur. Avisó a las 10.00 de la mañana y se tomó su tiempo. A la otra protagonista de la historia, la abuelita Carolina, le hubiera gustado un poco más de rapidez, pero no, Nacho se tomó su tiempo y no apareció hasta las 12.00 de la noche… Y este tomarse su tiempo, elegir su nombre y marcar su espacio han sido las velas de todos sus viajes y travesías. En el irse de este mundo escogió también días de sur, rodeado de amor y paz, con una pequeña sonrisa, habiendo visto, meses antes y desde la terraza de su casa el rayo verde. Verde como sus ojos, verde como la esperanza, verde como la tierra y verde como el mar.
Matsuo Basho en uno de sus haikus, dice:
“Admirable / Aquel que ante el relámpago No dice: la vida huye…”.
Por su parte Marta, su pareja, para acabar un fragmento del Cyrano de Bergerac que a Nacho le gustaba mucho.
¿Y qué tengo que hacer?
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo, y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo buscando en casa ajena protección y refuerzo, trepar con artimañas, en vez de con esfuerzo?
No, gracias.
¿Arrastrarme de salón en salón hasta verme perdido en mi propia ambición?
¿O navegar con remos hechos de madrigales y, por viento, el suspiro de doncellas banales?
No, gracias.
¿Hacerme nombrar papa en esas chirigotas que en los cafés celebran, reunidos, los idiotas?
No gracias.
¿Desvivirme para forjarme un nombre que tenga el endiosado lo que no tiene de hombre?
No, gracias.
¿Afiliarme a un club de marionetas? ¿Querer a toda costa salir en las gacetas? ¿Y decirme a mí mismo: no hay nada que me importe con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?
No, gracias.
¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde? ¿Tener con mil visitas ocupada la tarde? ¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?
No gracias, compañeros. La respuesta es: no gracias.
Cantar, soñar, en cambio. Estar solo, ser libre. Que mis ojos destellen y mi garganta vibre. Ponerme, si me place, el sombrero al revés, batirme por capricho, o hacer un entremés. Trabajar sin afán de gloria o de fortuna. Imaginar que marcho a conquistar la Luna. No escribir nunca nada que no rime conmigo y decirme, modesto:
ah, mi pequeño amigo, que te basten las hojas, las flores y las frutas,
siempre que en tu jardín sea donde las recojas.
Y si por suerte un día logras la gloria así, no habrás de darle al César lo que él no te dio a ti. Que a tu mérito debas tu ventura, no a medra, y en resumen, que haciendo lo que no hace la hiedra,
aun cuando te faltare la robustez del roble, lo que pierdas de grande no te falte de noble.
[…]
Gracias a todos»
La iglesia con el cuadro de la santa como testigo, ha recogido los aplausos que de forma espontánea han irrumpido ante los textos de leídos. Lecturas brillantes, pausadas y con un sentimiento impertérrito recibido por los presentes, entre los que hubo de muy distintas variedades sociales, desde el mundo mediático hasta lo más opuesto, léase sanitarios, políticos, empresarios, docentes … con el nexo común de vivir con el viento sur.