Las explotaciones con Indicación Geográfica Protegida ‘Carne de Cantabria’ se han disparado un 88% en la última década, al pasar de las 251 de 2008 a las 474 de 2018, según datos del Instituto Cántabro de Estadística (ICANE) facilitados por la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación.
Este crecimiento contrasta con un pequeño retroceso del 0,8% en términos interanuales, el primero que se registra en una década de aumento constante. Así, había cuatro explotaciones más dedicadas a este producción en 2017 que el pasado ejercicio.
Una reducción que, sin embargo, no ha repercutido en el número de animales sacrificados, que ha aumentado tanto en términos interanuales como en comparación con 2008.
En concreto, el año pasado se sacrificaron 2.885 reses con la IGP ‘Carne de Cantabria’, un 8% más que en 2017, cuando fueron 2.646. El dato se dispara en comparación con 2008, con un crecimiento del 224%, pues hace diez años los animales sacrificados fueron 890.
Durante la última década, el número de reses sacrificadas ha ido aumentando cada año con la excepción de 2013, que con 1.347, supuso un retroceso del 3% en comparación con el ejercicio anterior.
El ICANE facilita también datos de hembras reproductoras pero solo de los tres últimos ejercicios. En 2018 había 15.758, un 1,7% más que en 2017, y un 1,8% más que en 2016.
En Cantabria hay tres mataderos para la IGP ‘Carne de Cantabria’ (llegó a haber 5 en 2009 y 2010) y tres salas de despiece frente a las siete que había en 2017.
El territorio de reproducción, crianza y engorde del ganado destinado a la producción de carne apta para ser protegida por la Indicación Geográfica Protegida ‘Carne de Cantabria’ comprende el territorio de la Comunidad Autónoma.
Puede suministrar carne protegida el ganado de las razas Tudanca, Monchina, Asturiana, Pardo Alpina y Limusina. Su alimentación debe estar adaptada a las normas tradicionales de aprovechamiento de pastos de Cantabria, incluidos los periodos de pastoreo en el monte.
Además los animales deben estar mamando de sus madres un mínimo de tres meses y deben consumir al menos un 50% de sus necesidades alimenticias en forma de forrajes producidos en Cantabria. La carne puede ser de ternera, añojo, novilla o buey.