El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, en Santillana del Mar, ha presentado este martes la nueva exposición temporal ‘Kiputz. Un abismo en la Prehistoria’, que se abrirá al público el 1 de abril y que se adentra en el paisaje de la última glaciación.
Kiputz es una sima, una trampa natural de seis metros de profundidad situada en Mutriku (Guipúzcoa) por la que cientos de animales se precipitaron al abismo para permanecer allí durante más de 20.000 años, hasta que los espeleólogos del grupo Munibe Taldea encontraron el yacimiento en 2002.
La muestra, fruto de la colaboración con el Museo San Telmo de Donostia, Gordailua (Centro de Colecciones Patrimoniales de Gipuzkoa) y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, presenta los resultados de las investigaciones de este yacimiento, donde se han recuperado los conjuntos paleontológicos más importantes de reno y bisonte de la Península Ibérica, destacando un cráneo de ‘Bison priscus’, el bisonte estepario protagonista del techo los polícromos de Altamira.
El acto ha contado con la presencia de la directora del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, Pilar Fatás; los comisarios de la exposición, Pedro Castaños y Xabier Murelaga; la directora del Museo San Telmo, Susana Soto; el director del centro Gordailua, Carlos Olaetxea; el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Agirre-Mauleon; y el alcalde de Mutriku, Joseba Palenzuela.
La muestra, que se inicia con el lienzo ‘Todo lo sólido se desvanece en el aire II’ (2014), de Jesús Mari Lazkano, sumerge al público en la estampa gélida que caracterizó el paisaje de la cornisa cantábrica durante el último gran invierno.
En ese momento, el mar retrocedió unos 18 kilómetros, descubriendo una inmensa estepa a menudo cubierta de nieve, evocada en las suaves ondulaciones del diseño de la exposición.
Durante cuatro campañas de excavación, este yacimiento guipuzcoano ha proporcionado miles de fragmentos óseos de animales carnívoros (oso pardo, león, gato montés, lobo, zorro, tejón, marta y turón) y herbívoros (caballo, cabra montés, rebeco, corzo y jabalí), donde los protagonistas son los 43 ciervos, 23 renos y 18 bisontes esteparios extraídos de la sima.
La exposición muestra tres esqueletos completos de estas especies, y cierra su recorrido presentando, en un ambiente oscuro y cavernario, un imponente cráneo prácticamente completo de bisonte, un macho adulto de unos 900 kilos con una cornamenta que sobrepasa el metro de envergadura entre ambos pitones, y que dialoga con una reproducción del friso de Altamira y una proyección audiovisual.
Tal como ha relatado la directora de Altamira, «nuestros antepasados forjaron un vínculo con estos animales que quedó grabado en el imaginario colectivo, y que estimuló nuestra creatividad para plasmarlos en el arte rupestre, convirtiéndose en la temática fundamental de nuestro Primer Arte».
«Los bisontes que transitaron en las inmediaciones de Kiputz, nos transportan inmediatamente al techo de la cueva de Altamira hace 14.500 años, cuando se pobló de magníficos bisontes», ha explicado Fatás.
YACIMIENTO
El yacimiento fue descubierto por la agrupación Munibe Taldea, que ha rastreado durante décadas el territorio guipuzcoano. Tras el descubrimiento, se excavó del 2004 al 2007, con el objetivo de reconstruir el clima y el paisaje de la última glaciación gracias a los restos de los animales recuperados.
Para ello, contaron con un equipo multidisciplinar donde han participado miembros de la Universidad del País Vasco/EHU, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y Munibe Taldea, entre los que se encuentran los comisarios de la exposición.
Y es que, tal y como ha señalado el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, «Altamira es la mirada que nos ha ayudado a descubrir la prehistoria en la cornisa cantábrica gracias a la curiosidad de María, la hija de Marcelino Sanz de Sautuola», una curiosidad que dio lugar al descubrimiento del arte rupestre y «ha sido la guía de nuestros prospectores del grupo Munibe Taldea que, con el apoyo de los comisarios han sacado a la luz estos restos».
Uno de ellos, Pedro Castaños, es paleontólogo, investigador responsable del Laboratorio de Paleontología de Vertebrados de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Es especialista en faunas de grandes mamíferos cuaternarios de la Región Cantábrica y de faunas procedentes de yacimientos arqueológicos ibéricos.
Por su parte, Xabier Murelaga, es profesor del departamento de Geología de la UPV/EHU, y ha dedicado la mayor parte de su carrera investigadora al estudio del registro fósil del Mioceno de la Cuenca del Ebro. Forma parte del equipo de Pedro Castaños desde 2005, en el que se ocupa del estudio de los microvertebrados.