25/11/2024

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Jesús Herrán Ceballos: «Iñaki, el adiós silencioso de un hombre bueno»

Hoy nos ha dejado para siempre nuestro querido Ignacio Odriozola Argos, conocido cariñosamente por todos como Iñaki. Desde aquí os dejamos esta carta de homenaje y despedida a esta gran figura del deporte en Cantabria.

«Cuando fui por primera vez a una piscina, él ya estaba allí. Lo mismo pueden decir varias generaciones de deportistas de Cantabria, que tuvieron ocasión de celebrar su primera prueba –muchos también la última– con la presencia a pie de pileta del juez árbitro más querido, a quien en los últimos años considerábamos el abuelo de la natación regional.

Serio de apariencia, callado por su proverbial timidez, siempre discreto, como si no quisiese molestar, en Cantabria llegó a convertirse en el alma de este deporte. Cuando en las competiciones presentábamos a los jueces por megafonía, las gradas se venían abajo cada vez que nombrábamos a Iñaqui Odriozola.

Si hubiese tenido la oportunidad de elegir, habría querido, sin duda, morir con las botas puestas, que en su caso era tanto como hacerlo arbitrando, con el micrófono de las salidas en la mano y el silbato siempre preparado para dar la orden del lanzamiento al agua. Al pie del cañón permaneció hasta los 84 años en las piscinas, venciendo achaques, en ocasiones arbitrando sentado en una silla, pero siempre dispuesto a darle un consejo al oído, cercano y cariñoso, a esos nadadores primerizos, apenas prebenjamines, que por una mala salida eran descalificados y abandonaban llorando el vaso porque ya no podían nadar la prueba. En ese momento amargo, en un deporte en el que el error no ofrece segundas oportunidades, aparecía la figura de Iñaqui, que se agigantaba al tiempo que se agachaba para ponerse a la altura de los niños. Nunca supimos con certeza qué les decía aquel señor tan serio, pero lo cierto es que ellos regresaban con el resto de los compañeros como si tras sus palabras se hubieran quitado un gran peso de encima. Su bálsamo siempre surtía efecto y aplacaba los lloros. De esa actividad solo le apartó la pandemia, no porque la sufriera directamente, sino porque con la muerte de las competiciones tal como las conocíamos, él también comenzó a morir lentamente. Se le había hurtado el veneno del cloro, que en realidad mantenía su vida.

Iñaqui nos transmitió la sabiduría del que ha lidiado en muchas batallas, de quien conoce las virtudes y el sacrificio del deporte. Él había practicado varios, destacando fundamentalmente como jugador de hockey sobre patines, hierba y sala, en los tiempos heroicos. También había sido pionero en deportes acuáticos: en aguas abiertas fue un tragamillas que llegó a competir con Pepe Gancedo y Rodolfo Rodríguez Eguía; y en natación presumía de haber competido, entre otros, con el director de cine Mario Camus, destacado espaldista de la época.

Pero Iñaqui era, ante todo, el decano de nuestra natación. El mejor consejero para los jóvenes. El árbitro más querido. El abuelo de nuestros deportistas. Por eso mismo nunca queríamos escuchar el silbato de su última salida, la definitiva. Ese que acaba de sonar hoy, acaso soplado por él mismo.»

Autor: Jesús Herrán Ceballos

Fuente: Federación Cántabra de Natación.

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