Las obras ‘El lobo’, de Isabel Villar, y ‘Regata’, de Gloria Torner, se incorporan al Museo de la Naturaleza de Cantabria. Dichas obras han sido adquiridas por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte dentro del programa ‘Mujeres y cultura’, que tiene como objetivo primordial «visibilizar el talento femenino«, según ha explicado la directora general de Cultura, Eva Ranea.
Ranea ha explicado que se ubicarán en el espacio donde ahora está otra pieza en este caso firmada por Okuda y que también representa a un lobo, con lo que se ofrece al visitante la posibilidad de disfrutar de la «intensa relación» que ha existido siempre entre el arte y la naturaleza.
Por otro lado, ha resaltado que una de las carencias que se pusieron de manifiesto en el programa sobre las mujeres artistas es que en la Colección de Arte propiedad del Gobierno de Cantabria, no estaban representadas con el «peso y la importancia» que, por su calidad, debían tener. «Por lo que estos dos cuadros son un primer paso para que nuestras creadoras vayan teniendo la relevancia que merece, siendo reconocidas sus trayectorias, y su trabajo difundido», ha añadido.
Tanto Isabel Villar como Gloria Torner, nacidas el mismo año y reconocidas con las medallas de oro y plata de Salamanca y Santander en 2018 y 2019, respectivamente, son artistas de largo recorrido, dueñas de un estilo personal e independiente.
Formadas en la Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid, su trayectoria se inscribe en un contexto artístico que basculaba entre el informalismo abstracto y la figuración realista o de adscripción pop desarrollada durante los años sesenta. Ambas artistas son piezas clave para reconstruir una genealogía del arte español del último medio siglo que incorpore a las mujeres en las mismas condiciones que a los hombres.
El imaginario de Isabel Villar (Salamanca, 1934) desvela un profundo conocimiento de la Historia del Arte y de los fundamentos de la pintura, pese a que en algunas ocasiones ha sido definido erróneamente como naif.
Su singular repertorio iconográfico, plasmado con una pincelada minuciosa y un cromatismo vivo e intenso, está protagonizado mujeres que, indiferentes a nuestra mirada, se afirman libres en escenarios abiertos que nos remiten a una suerte de Edén perdido donde los seres humanos conviven en perfecta armonía con otras especies; un paraíso aparentemente ingenuo que nos cautiva, pero cuyo acceso nos está vedado, al revelarse como un telón que pone de manifiesto nuestra condición de voyeurs y el carácter construido de todo paisaje.
Por su parte, Gloria Torner (Arija, Burgos, 1934) ha convertido la bahía santanderina en el eje de su reflexión pictórica. El horizonte marino, retratado siempre desde un punto de vista elevado, con sus características veladuras y una paleta de tonos suaves, aparece poblado de barcos, peces, pájaros, fósiles u objetos extraídos de naturalezas muertas con los que vertebra una pintura cargada de lirismo, que explora la vibración de la luz en su interacción con el color, moviéndose entre resonancias fauves y cierta impronta postcubista.