cantabriadirecta.es quiere rendir un homenaje a todas las Mujeres de nuestra región, que cada día se levantan y afrontan un nuevo día. Hemos decidido apoyar a la Mujer de dos formas. Con el color en el logotipo de este diario digital y con unas palabras abiertas de una Mujer. Con ella queremos rendir un reconocimiento al trabajo de la Mujer. Felicidades a todo el colectivo de la Mujer y animamos en su lucha por la Igualdad. Texto escrito íntegramente por Marta García Martínez para cantabriadirecta.es. Ganadería Val de Mazo, Cañedo (Un sueño Cumplido).
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Mi nombre es Marta García Martínez, me gusta poner el apellido de mis dos progenitores, aunque habitualmente siempre se elimina el apellido de mi madre, del que estoy muy orgullosa.
Hoy recuerdo con anhelo a mi abuela, la que perdí apenas hace un año, hoy recuerdo sus silencios al miedo del que dirán, hoy recuerdo a una mujer ganadera, madre, hija, hermana y abuela, llena de coraje y dedicación infatigable a su familia, a sus animales y a los quehaceres de la casa de jornadas larguísimas sin horarios y sin descansos.
Una mujer que al calor de la lumbre de la cocina me contaba las penurias de una guerra, de cómo su padre viudo se hizo cargo de 10 hijos, 6 varones y 4 mujeres, siendo ella la más pequeña y perdiendo a su madre con apenas 6 años.
La recuerdo con admiración y respeto, viendo en ella la lucha de una mujer aunque silenciosa y sin dar que hablar, lucho porque su hija tuviera la mejor educación y sus nietas pudieran salir del pueblo a estudiar, en una economía familiar precaria, haciendo un gran esfuerzo económico para garantizar unos estudios a los que ella nunca pudo optar.
Siempre nos decía que nos formáramos académicamente, para no tener que depender económicamente de nadie, y poder vivir una vida en plenitud sin tener que rendir pleitesía al marido o compañero de turno, nos enseñó a trabajar desde chicas, inculcándonos los valores del sacrificio, el amor a la tierra y la defensa y protección a la familia, nos crió sin contemplaciones, sin lujos, pero sin necesidades.
Hoy a mis 39 años comprendo perfectamente lo que mi abuela entre líneas me inculcó, lo que ella añoraba cuando me hablaba de derechos, de cuando se casó, de su pedida de mano a padre, de su boda sin vestido blanco y como banquete un cordero que haría las delicias de los paladares de sus familiares. Recuerdo el cariño con el que me contaba cómo llego su primogénita (mi madre) al mundo de manos de una matrona del pueblo, que había adquirido los conocimientos porque su madre se los había enseñado, sin epidural, sin hospitalización y en una alcoba de la casa familiar, la rabia de su marido al enterarse de que era una hembra en vez de un varón.
Sin derecho al voto, ni siquiera a una cuenta bancaria que debería autorizar su padre o su marido
Largas tardes en el lavadero del pueblo, lavando la ropa de sus hermanos que trabajaban en la fábrica de forjas y aceros de Reinosa, sin lavadora y aguantando el agua gélida del invierno sin rechistar, pero en su conciencia sabiendo lo que quería para su hija y sus nietas, una vida de bienestar sin pasar las penurias que a ella la habían tocado pasar.
Hoy nos encontramos en un estado de bienestar del que nuestras abuelas no disfrutaron, muchas lucharon por nuestros derechos llenando calles, pidiendo respeto, igualdad de oportunidades, y dignificar la condición de la mujer, muchas veces sumisa a las decisiones varoniles.
Las mujeres ya tenemos voz, derecho al voto, derecho a servicios sanitarios, a educación, a decidir con quién queremos pasar el resto de nuestras vidas sin tener que pedir el consentimiento a un padre o un hermano mayor, podemos tener una cuenta bancaria sin la previa autorización patriarcal, podemos optar a un trabajo fuera de las paredes del hogar y podemos y debemos educar a nuestros hijos en igualdad de oportunidades y responsabilidades, de quehaceres del hogar proporcionándoles la misma libertad sin parar a pensar si es un hombre o una mujer, podemos optar a entrar en las administraciones públicas, y podemos decidir si queremos ejercer el derecho a la maternidad o no, sin que nadie te cuestione o te mire mal.
En apenas un siglo hemos avanzado, evolucionado mucho hacia la igualdad de género, igualdad de derechos, e igualdad de oportunidades, pero queda un largo camino que recorrer, un camino que se terminará el día que no haya necesidad de recordar al mundo que existimos, el dia que no sintamos la obligación de tener que dar visibilidad y empoderamiento a la mujer, que no tengamos que lamentar la muerte a manos de sus parejas de ninguna mujer, que no haga falta incidir y recordar a la sociedad que las féminas tenemos derechos y libertades , ese día llegara, no sé lo que tardará, pero de lo que estoy segura es de que no nos podemos permitir dar un paso atrás, no podemos permitir que nuestras hijas pierdan los derechos que sus bisabuelas, abuelas y madres luchamos en la calle, los derechos que muchas soñaron, añoraron y nunca pudieron tener. Por ellas, por ti y por mi gritemos a una sola voz, libertad e igualdad.