La familia socialista al completo llora y despide hoy con inmenso dolor a Alfredo Pérez Rubalcaba, que lo fue todo en el PSOE y en los sucesivos gobiernos socialistas. La enorme fortaleza personal y política que demostró a lo largo de toda su trayectoria hace muy complicado asimilar la idea de que ya no está con nosotros.
Inteligente, culto, vital y cercano, deja una huella imborrable en la política española reciente, en la Historia de nuestro país y de nuestro partido, al que amaba, al que se afilió en 1974 con poco más de 20 años y del que llegó a ser secretario general.
Por encima de su adscripción ideológica, Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido un gran servidor a España, y todos estamos en deuda con él por tantos años al servicio de nuestro país, de sus instituciones y de los españoles.
Dedicó su vida a trabajar por la democracia, la libertad y el fin de la violencia terrorista, que a lo largo de varias décadas dejó cientos de muertos y vidas rotas. Su principal obsesión fue la de acabar con ETA y, pese a las múltiples dificultades, lideró este complicado proceso y lo logró.
Rubalcaba (Solares, Cantabria, 1951) fue Ministro de Educación y Ciencia, y de la Presidencia y Relaciones con las Cortes en los sucesivos gobiernos de Felipe González. Con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente, fue nombrado Ministro del Interior, Vicepresidente del Gobierno y portavoz en el Congreso. En 2012 fue elegido secretario general del PSOE, cargo que desempeñó hasta 2014.
Gracias, compañero Alfredo. Gracias por tu trabajo, por tu compromiso con la igualdad y la cohesión social, por tu vocación de servicio público y por tu altura de Estado. Gracias por haber contribuido a mejorar la vida de todos y todas. Hasta siempre, Alfredo, y gracias.