24/11/2024

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ENSA tendrá cien trabajadores en Francia en un gran reactor de fusión nuclear

Para simular la reacción nuclear de los astros en la Tierra se está construyendo en Francia un gran reactor de fusión (las centrales nucleares utilizan la fisión del átomo, menos energética) en el que tienen un papel relevante dos empresas cántabras, la corraliega Leading MMS y Equipos Nucleares (ENSA). Esta última fabricará las 2.000 piezas de acero inoxidable con las que luego unirá los sectores de la cámara de vacío, en el corazón del reactor.

La macroinstalación que se está construyendo en un paraje boscoso galo es el mayor proyecto científico actualmente en ejecución. La inversión realizada hasta ahora es de 25.000 millones de euros y las dimensiones son igual de colosales. Solo el peso del reactor será de 23.000 toneladas.

Dos empresas cántabras en los equipos críticos

España también forma parte de ese conglomerado y varias empresas se benefician de ello, entre ellas, dos cántabras. Hace algún tiempo se confirmó que la firma Leading Metal-Mechanic Solutions, de San Felices de Buelna, ha sido adjudicataria de un contrato de unos 300 millones de euros, el mayor de la historia industrial cántabra, para hacer el revestimiento interior del reactor, un trabajo especialmente delicado. Otra empresa cántabra Equipos Nucleares (ENSA), ha conseguido en octubre otro contrato millonario para la soldadura de la vasija de vacío, el corazón del reactor, después de haber participado en las fases anteriores y de concurrir a un concurso internacional basado en un procedimiento negociado.

Los 57 meses que tardarán en ejecutarse los trabajos encargados a ENSA dan una idea de la envergadura de este macroproyecto, que obliga a las empresas participantes a cumplir los estándares de seguridad más exigentes. En principio, se espera que la labor de la compañía cántabra finalice en marzo de 2025.

La cámara de vacío es el núcleo del reactor donde tendrá lugar la reacción nuclear. En este compartimento, de 840 m3 de capacidad y 6,2 metros de radio, el plasma ionizado –una especie de nube– alcanzará una temperatura de hasta 150 millones de grados Celsius, diez veces más alta que la que se origina en el núcleo del Sol. La cámara es una vasija metálica en forma toroide, o de dónut, compuesta por sectores de 13 metros de altura y doble pared, fabricados en acero inoxidable de hasta 60 milímetros de espesor en Corea e Italia.

Debido a sus dimensiones –la vasija pesará 8.000 toneladas–, es prácticamente inviable la unión de los sectores bisel con bisel y el ITER ha decidido unirlos mediante piezas de empalme, una tarea que se le ha adjudicado a la empresa pública Ensa, pero no la única, ya que el fabricante de componentes nucleares de Maliaño se encargará también de producir esas fijaciones e inspeccionarlas.

La compañía cántabra hará 53 uniones de sectores, con 26 piezas en cada una de ellas. Habida cuenta de que cada segmento tiene dos capas, serán necesarias más de 2.000 piezas.

La responsable de Proyectos Especiales de ENSA, Sofía Corino, cree que en los momentos de mayor carga de trabajo la compañía deberá dedicar hasta un centenar de operarios exclusivamente al proyecto ITER, entre soldadores, mecanizadores, montadores y personal de mantenimiento. Dado que el montaje se realiza in situ, muchos de ellos estarán desplazados en la localidad francesa, donde el ITER va a ceder a la compañía cántabra una nave industrial dentro del complejo, para ubicar en ella su equipo de mecanizado.

Estas circunstancias van a provocar que muchos de los operarios asignados al proyecto sean de la zona. “El grueso de trabajadores lo estamos buscando en Francia. Es mucho más sencillo mantener gente de allí durante cuatro años que desplazarlos desde España”, justifica la responsable de Proyectos Especiales.

No obstante, Ensa ya ha ampliado su plantilla de Maliaño con la incorporación de 25 empleados de oficina, administración, control de calidad y responsables de almacén, que están acometiendo la fase documental y de preparación de trabajos, la primera de las cuatro que comporta el encargo.

Aunque la empresa no ha querido desvelar el importe de este nuevo contrato, es uno de los principales obtenidos por la industria española en el ITER. Solo en este año, las compañías del país han cosechado más de 340 millones de euros en 40 contratos para el ITER y desde 2008 suman más de 1.200 millones de euros en 350 contratos.

Este reactor es un prototipo experimental con el que se busca verificar la viabilidad de la fusión nuclear a gran escala. “Hasta ahora se han hecho reactores de fusión a escala menor pero este es el primero de estas dimensiones”, explica Corino. “Es la prueba que permitirá comprobar que esta energía se puede industrializar y comercializar”, añade.

Antecedentes

El contrato conseguido por ENSA para este proyecto no es el primero. La empresa cántabra de la SEPI lleva nueve años trabajando para el ITER en diferentes encargos, que le han servido para desarrollar los primeros procesos y herramientas de soldadura específicos y adquirir el equipo para esta tercera fase del proyecto.

En 2019, el ITER consideró que los requisitos técnicos habían cambiado mucho a lo largo del desarrollo del proyecto y decidió sacar de nuevo a licitación esta tercera fase, en la que ENSA consiguió hacerse con el contrato de ensamblaje.

La licitación fue cerrada y solo se invitó a ofertar a un pequeño grupo de empresas que ya tenían experiencia en los procesos anteriores, entre ellas ENSA. “Nosotros éramos conocedores de las piezas que había que unir y conseguimos hacer una oferta equilibrada entre lo técnico y lo económico. Para acceder a estos contratos tienes que haber trabajado en el mercado nuclear. Fueron muchos meses de trabajo y negociación. No fue nada fácil”, recuerda Corino.

Al margen de estos proyectos tan singulares, el negocio ordinario de ENSA está vinculado al mantenimiento de centrales nucleares convencionales y la sustitución de equipos críticos que alcanzan el fin de su vida útil. Dado el pequeño parque de nucleares que tiene España, resulta entendible que el 95% de su producción salga fuera del país.

La fábrica de Maliaño, que da empleo a 450 personas en estos momentos, también está ahora enfrascada en la producción de varios componentes para la central nuclear inglesa Hinkley Point C, actualmente en construcción. Se trata del proyecto nuclear privado más relevante que se afronta actualmente en Occidente.

También construye partes de aerogeneradores para el mercado francés y tiene firmado un gran contrato de contenedores de residuos de alta seguridad para Enwesa, una filial especializada en el mantenimiento de centrales nucleares. “Tenemos un volumen de trabajo del que no nos podemos quejar en los tiempos que corren”, reconoce la directora de Proyectos Especiales.

Esta nutrida cartera de contratos le vendrá bien a  empresa para fortalecer su músculo financiero. ENSA facturó 50 millones de euros en 2019, un ejercicio que cerró con ligeras pérdidas, pero las que arrastraba de épocas anteriores le obligan a una reducción de capital.

Fuente: cantabriaeconomica.com / Autor: David Pérez

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