La crisis del coronavirus se ha convertido en un obstáculo inesperado para la banca, y en un nuevo elemento de presión para su negocio.
A la baja rentabilidad derivada de los bajos tipos de interés, las mayores provisiones y la necesidad de seguir reduciendo el peso de los activos tóxicos y préstamos dudosos o los gastos operativos, se unirá en los próximos meses otro reto para el sector financiero: una previsible subida de la morosidad y una débil demanda de nuevos préstamos.
Este es el escenario que plantea la Asociación Hipotecaria Española (AHE) en un informe, donde expone que la incertidumbre económica derivada de la crisis del coronavirus y del nuevo rebrote lastrará las necesidades de financiación por parte de los hogares.
«De cara al próximo ejercicio seguramente veamos un ajuste a la baja en los saldos de la cartera, pues todavía sigue imperando un escenario de incertidumbre, agravado en gran medida con la segunda ola del coronavirus que ha salpicado a gran parte de nuestro territorio y que parece que se extiende también a otros territorios europeos. En tanto no se den las condiciones para una firme recuperación de la economía, seguiremos asistiendo a un contexto de malas perspectivas tanto en la demanda interna como externa, con un grado de incidencia elevado sobre el negocio hipotecario«, sostiene el organismo.
Solo en la primera mitad de año, la financiación a las familias se ha reducido un 1,8% interanual, mientras que el salvo vivo hipotecario ha retrocedido un 2,6% respecto a la primera mitad de 2019. En valores absolutos, cuantifica la AHE, «se han dado de baja alrededor de 16.813 millones de euros en el último año, de forma que el saldo mantenido en cartera se sitúa en 637.780 millones de euros». Una cifra que contrasta con los 654.593 millones de euros registrados a mediados del pasado ejercicio y a los 682.817 millones a cierre de 2017.
En solo dos años y medio, el saldo hipotecario se ha reducido en más de 45.000 millones de euros, lo que significa que los bancos tienen cada vez menos dinero prestado en circulación y, por tanto, que merman los ingresos que consiguen a través de los intereses que aplican a esa financiación viva. Y el escenario actual apunta a más descensos, dada la delicada situación económica.
“El deterioro en el que está inmerso nuestra economía está teniendo un impacto muy directo sobre la actividad hipotecaria, pese a que los últimos datos facilitados por los notarios revelaban una moderada recuperación en la concesión hipotecaria desde que se decretó el estado de alarma. No obstante, esta recuperación será relativa en tanto no se refuerce el nivel de confianza de los compradores de vivienda y mientras siga presente un alto grado de incertidumbre acerca de la evolución de la pandemia, que obligue a las Administraciones a adoptar medidas adicionales para paliar los efectos del virus.Todo ello pone en riesgo la rentabilidad de las entidades, por cuanto su capacidad de generar ingresos disminuye, al tiempo que la situación obliga a las entidades a aumentar las dotaciones por pérdidas de valor», aclaran desde el equipo de research de la AHE.
Su opinión la comparte Juan Villén, responsable de idealista/hipotecas, quien sostiene que “sin duda la incertidumbre económica actual, así como el impacto de la crisis en el empleo, que parece claro no va a experimentar una rápida recuperación, nos lleva a pensar que en el año 2021 se dará continuidad a la caída de este año, tanto en nuevas hipotecas firmadas como en saldo vivo de las carteras hipotecarias de los bancos. Veremos si el ahorro de las familias permite contener el previsible incremento de morosidad. En ambos casos, las medidas de apoyo que puedan aparecer servirían sin duda de estímulo”.
Con este escenario sobre la mesa, el sector financiero asegura que está preparado para seguir concediendo préstamos para reactivar la economía, y «a seguir utilizando todos sus recursos para financiar de forma responsable y transparente a familias y empresas», según concluyen desde la Asociación Española de Banca (AEB).
Fuente: idealista.com