La reunión del Patronato del Parque Natural de Oyambre la semana pasada ha vuelto a demostrar la función puramente decorativa de un órgano de teórica participación en el control y seguimiento de la gestión de un espacio protegido que sigue degradando los valores ambientales, el paisaje y los atractivos naturales y turísticos que hace ya más de 30 años motivaron su declaración.
El último remate ha sido autorizar 23 parcelas para aparcamientos y facilitar el acceso a las playas haciendo caso omiso de la consideración de suelos rústicos de especial protección, de la Ley de Carreteras y los tramos ecológicos de conservación preferente que atraviesa la red viaria interior, y del Plan de Protección del Litoral (el POL), cada vez más olvidado y devaluado en sus objetivos ecológicos ( y de la Ley del Paisaje que sigue en el limbo de los fracasos territoriales y urbanísticos). Todo ello sin considerar la propuesta de crear aparcamienos disuasorios retranqueando su localización cuidadosa en los márgenes de la C-6316 entre Zapedp y La Revilla, y de la N-634, estimulando los desplazamientos peatonales, implantando sistemas de lanzadera para personas con dificultades de movilidad,y, por supuesto, autorizando solo a los vecinos con residencia permanente el uso de sus vehículos
El Parque sigue, además, sin formalizar un presupuesto de actuaciones concretas y dotación de plantillas –y sin garantizar el acceso a la información on line de sus supuestos contenidos– recurriendo a la externalización y las contrataciones clientelistas al margen de los criterios de idoneidad, capacidad, publicidad e igualdad de oportunidades e ignorando la necesidad de establecer un régimen permanente de subvenciones o estímulos a las actividades agroganaderas y forestales para hacerlas más sostenibles mediante la depuración de vertidos y aguas residuales, restauración de las viviendas tradicionales e introducción de prácticas o cultivos ecológicos, dentro de la obligatoriedad en transmitir a los miembros del Patronato aquellas iniciativas de los Ayuntamientos, de otras Consejerías, de la Administración Central –La Demarcación de Costas y la Confederación Hidrográfica– o de la Unión Europea que pudieran afectar, de una u otra forma, ; a los fines de conservación en el interior del Parque.
Por otro lado, sigue sin prestarse atención a la restauración del Patrimonio Natural y Cultural mediante la preferencia a la repoblación con especies autóctonas y la restricción de las plantaciones masivas e indiscriminadas de pinos y eucaliptos, con particular atención al Monte Corona, a los rodales boscosos y los setos e hileras arboladas en torno a la periferia del Parque y los núcleos de población, a los bosques de galería y las formaciones de ribera de los ecosistemas fluviales de ríos y arroyos, y a cumbres relevantes como los Picos Saria, Tres Cuetos, Redondo, Peñamayordoma o El Calvario; y de igual manera, las funciones descentralizadoras de los Centros de Interpretación o de Acogida y Recepción continúan dejando al margen testimonios relevantes del Patrimonio de las Culturas Rurales y Marineras en procesos de ruina o infrautilización como son la Torre de Ballenas del Golf de Oyambre, la fábrica de luz de Cara, las colonias de la Institución Libre de Enseñanza, la batería de Ubiembre, las ermitas de Santa Catalina y la Santa Cruz, el Lazareto de Abaño, la Casa del Guarda del Monte Corona…
El Patronato tampoco ha recibido información alguna sobre el estado en que se encuentra el cumplimiento de las sentencias definitivas sobre la reversión pública de las dunas del golf de Oyambre, el desmantelamiento de la escolleras del Pájaro Amarillo, la variante de Oyambre, la macrourbanización de Santa Marina, la demolición del Polideportivo de Las Tenerías y sus alternativas, o la recuperación de las marismas y las colas desecadas en Pombo, Rubin, La Brañas, Merón, Bederna, Los Llaos, Zapedo, La Rabia y Rioturbio con sus obligados planes de restauración ambiental y paisajística; como también se desconocen las medidas a adoptar ante los proyectos urbanizadores en Boria, Gerra, Trasvía, Lamadrid, El Tejo o Los Llaos en función de la reciente aprobación de la nueva Ley del Suelo o las que tengan que ver con la sentencia que ha anulado el proyecto de macropuerto deportivo de San Vicente de la Barquera.
Autor: Emilio Carrera. Representante de las organizaciones ecologistas en el Patronato del Parque Natural de Oyambre y miembro de Ecologistas en Accion