09/01/2025

nada personal, solo información

El turismo de borrachera, se ha convertido por desgracia en el más común en ciertas zonas costeras de nuestro planeta

«Ciudades como Malta viven las consecuencias de la sobresaturación turística como es el aumento del costo de la vida»

La gran mayoría de estos turistas son británicos, día tras día encerrados en la húmeda y gris prisión climática de su región y que a la menor oportunidad escapan hasta el sur y el este de Europa sumándose a un modelo de ocio en busca de suculentas ofertas, fiestas sin freno tanto de día como de noche y alcohol a precio de coste.

Un turismo que, a pesar de los ingresos que genera, transmite una mala imagen de los destinos vacacionales y evita la llegada de un turismo de mayor calidad, nivel cultural y poder adquisitivo. Un comportamiento que no debería considerarse como normal y que promete ser insostenible ya que tiene una enorme incidencia sobre el tejido urbano, sobre la ciudad y sobre quienes la habitan, produciendo numerosas consecuencias negativas tanto en la población autóctona como en el paisaje visitado.

Ciudades como Malta viven las consecuencias de la sobresaturación turística como es el aumento del costo de la vida, contaminación y deterioro medioambiental lo que ha provocado el rechazo de los pobladores al turismo, malteses étnicos que han experimentado una pérdida de calidad del hábitat y están dispuestos a alzarse para defender su ciudad y salvarla de la monocultura del turismo, una  expansión sin límite de la masificación turística y especulación inmobiliaria que está contribuyendo al desplazamiento espacial de los residentes, la desposesión de su identidad, su riqueza cultural, material y simbólica, la gentrificación y consiguiente desaparición de los vecindarios, desnaturalización de los espacios urbanos y de las playas.

Texto: Magda Calabrese / Fotografías: Richard Zubelzu

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