El coordinador de las labores del rescate del pequeño Julen en el pozo de Totalán, Ángel García Vidal, ha ensalzado el papel de la ingeniería civil como «servicio público» y que durante el pasado mes de enero «se puso a disposición de una causa tan humanitaria» como fue sacar al niño del pozo en el que había caído en aquel municipio malagueño.
García Vidal así lo ha manifestado durante una conferencia que ha impartido en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Cantabria (UC) y en la que ha señalado que, pese a que los esfuerzos volcados en la operación durante 12 días no lograron salvar la vida del niño, las enseñanzas obtenidas son «inspirarnos y conservar la esperanza de que hay muchísima gente buena que es capaz de dejarlo todo en un momento determinado para cumplir su deber».
En su ponencia, de la que ha informado en un comunicado la UC, este ingeniero de Caminos, Canales y Puertos narró las vivencias, tanto desde un punto de vista técnico como humano, ante un nutrido público que asistió a este acto enmarcado en el XV programa conmemorativo sobre los Derechos Humanos de la UC.
La conferencia ahondó en las lecciones aprendidas, que deberían sentar las bases para afrontar futuros episodios donde se requiera hacer frente a situaciones de gravedad extraordinaria como inundaciones, crisis alimentarias, accidentes, atentados…
García Vidal destacó lo «inédito» de la experiencia que se vivió en Totalán y en la que participaron cientos de profesionales: ingenieros de Caminos, geólogos, topógrafos, ingenieros de Minas, empresas constructoras y de ingeniería, cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con la Guardia Civil a la cabeza, instituciones, Protección Civil, Bomberos, el grupo de salvamento minero de Asturias…
«Todos volcados para intentar ayudar a este niño», explicó el ponente, recordando que «allí se combinaban todas las emociones posibles que puede sentir un ser humano».
El desconocimiento del estado en que estaba el pequeño Julen, el desasosiego y la angustia de trabajar a ciegas fue uno de los más importantes, pero también la solidaridad, que fue «impresionante». «Yo no era consciente de la energía y el valor que tienen tantas miles de personas apoyando un esfuerzo, es algo que te alimenta. Fue increíble», señaló.
En el aspecto técnico, el ingeniero explicó que hubo numerosos condicionantes técnicos: no se tenían datos del terreno, la orografía era abrupta… «Todo ello en su conjunto, y el hecho en sí de que a 71 metros de donde estábamos nosotros había un niño, hace que sea tan inédito; a ninguno probablemente ni nos había ocurrido ni nos vuelva ocurrir hacer una obra así para rescatar a un niño. Ese hecho te impresiona, pero te sobrepones, y por supuesto trabajas para conseguirlo».
Según el experto, la profesión de Ingeniero de Caminos «siempre conlleva momentos de tensión», sobre todo vinculados a la ejecución o producción de una obra. «Estamos preparados para ese estrés, pero no tanto para tanta emoción», dijo.
Julen no pudo ser rescatado con vida pero, según García Vidal, los esfuerzos de tanta gente «no han sido en vano» y las enseñanzas de Totalán permanecen. «Debe de ayudarnos a todos a inspirarnos y conservar la esperanza de que hay muchísima gente buena que es capaz de dejarlo todo en un momento determinado para cumplir su deber, nada más», concluyó.
Titulada ‘Ingeniería Civil Humanitaria: cómo afrontar una emergencia. Lecciones aprendidas de Totalán’, la conferencia celebrada en la Escuela de Caminos se enmarca en el XV programa conmemorativo sobre los Derechos Humanos de la UC.