–Iván ¿Has pensado ya la peli que quieres que vayamos a ver?-. Pregunté a mi hijo ayer al mediodía.
–Podríamos ver Mi vecino Totoro. Es de anime y estará bien-. Respondió.
A las 18:15 horas comenzaba la esperada película. Y sentados en nuestras butacas, expectantes, clavamos la mirada en la gran pantalla.
Al parecer la película japonesa de dibujos animados estaba interpretada por dos hermanas pequeñas que, junto al padre, se mudan a una bonita casa de madera en un bonito lugar de una zona rural.
En escena aparece una ancianita. La mujer ayudará en las tareas de limpieza y cuidará de las niñas.
Frente a la casa hay un árbol muy grande. Y los alrededores se ven pintados por el variado cromatismo, típico de los parajes naturales.
La casa oculta un misterio. En ella parecen vivir unos seres minúsculos. Son una especie de partícula de polvo negra que tienen unos ojitos chiquitines de color blanco. Y vienen y van, como correteando, de un lado a otro de la casa. También suben y bajan de la copa del gran árbol.
Para que las niñas no teman, la anciana les dice que la casa está habitada por duendes; sin embargo un niño que acude al colegio con la hermana mayor cree firmemente que está encantada.
El padre de las niñas trabaja de profesor en la universidad. Y al principio de la historia, el espectador piensa que no hay una madre en la familia. Pero sí, hay una mamá, solo que está en el hospital por estar enferma.
Las hermanas tienen una vida sencilla, y esa sencillez se traduce en felicidad. Y en mayor felicidad se traducirá cuando descubran el misterio que vive en el gran árbol: su vecino Totoro.
Realmente la película no era lo que esperábamos. Ahora bien, la encontramos muy divertida y entretenida.
-¿Al final qué pasará con la madre?-. Preguntaría Iván poco antes de que terminara .-Lo mismo se muere porque los japoneses hacen películas con finales tristes.
-Hombre, no creo que se muera-. Dije yo. Entonces mi hijo, que tiene 22 años y le gusta poner a las cosas un puntillo de humor negro, dijo muy convencido:
-Una pena.
Definitivamente os recomiendo que vayáis al cine con vuestros peques -o no tan peques- a ver Mi vecino Totoro. Y mi hijo también la recomienda. Porque salimos de la sala del cine muy contentos por haber conocido a Totoro.
Escrito por Carolina Olivares Rodríguez.