Decía Tocqueville sobre la tiranía de las mayorías que esta acaba imponiéndose en las mentes, refiriéndose a lo que actualmente conocemos como «políticamente incorrecto», en donde nos tiranizamos a nosotros mismos cuando aceptamos algo creyendo que es nuestra propia libertad para decidir.
Sin esto es difícil aceptar para el libre albedrío de la gente, alcanzando máxima gravedad si quien acaba imponiendo la tiranía son minorías, muy minoritarias pero muy organizadas. Esto está ocurriendo en Santander con los fundamentalistas de la bicicleta, que bajo un auto otorgado mantra de superioridad moral acaban deteriorando las libertades individuales.
Para colocar ante el foco de la opinión pública sus excluyentes pretensiones necesitan medios papanatas dándoles cobertura, con apoyo de algún ex periodista que se dejó fotografiar en una convocatoria bicicletera de muy descriptible éxito de afluencia.
Una de las cuestiones más secretas es la concerniente a los conflictos ocasionados en Santander por bicicletas y patinetes, desde hace años la Policía Local hace públicos los datos sobre los problemas causados por los automovilistas, magnífica información que nos permite a los santanderinos saber lo que ocurre en el complicado tráfico de nuestra Ciudad, pero curiosamente de bicicletas y patinetes nada.
¿Cuál es la razón de este apagón informativo? ¿Acaso nos encontramos ante un pacto secreto entre el Ayuntamiento y los de la bici para que no se de información sistematizada de la siniestralidad bicicletera? No se crean que esto es una elucubración carente de fundamento. Estamos ante el que sin duda es el más deficiente equipo de gobierno municipal de la democracia, cobardón ante quienes no son otra cosa que un grupo de presión con intereses muy concretos, de los cuales no obtendrán un solo voto por mucho que se dediquen a intentar apaciguarles con carril bici y demás actuaciones a su servicio que martirizan al que durante tiempo ha sido su electorado natural sin que parezca les preocupa.
Desde luego los políticos elegidos democráticamente tienen legitimidad para actuar, pero esa capacidad no es absoluta, no pueden hacer lo que les de la gana, lo que si tienen que hacer es establecer condiciones iguales en ámbitos de su competencia e impulsarlas en donde no la tiene. Así bicicletas, patinetes y demás artilugios no deben continuar con sus privilegios injustos sobre el resto de vehículos, deben tener matrículas para que puedan ser identificados en caso de accidente, deben tener seguro obligatorio que responda ante un hipotético siniestro, también permiso de circulación pues transitan y ocupan espacio, mientras que los conductores de estos artilugios deben obtener el correspondiente permiso de conducir. Es decir, sencillo y democrático, igualdad en las condiciones de todos los vehículos a la hora de transitar por las ciudades, nuestro Santander en este caso, a menos que se crea que tienen más derechos o son superiores moralmente al resto de ciudadanos en tránsito.
Nos encontramos ante un burro de Troya, que bajo la máscara del medioambientalismo quiere expulsar del disfrute y derecho de tránsito de la Ciudad a todo aquel que no piense como ellos. o no se rinda a sus pretensiones, lo cual no podemos admitir cobardemente. Por principios democráticos.
Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.