Nadie estará a salvo. Ni siquiera en sus casas. Ni la policía. Nada escapará a la mano de los ‘hackers’ o los países hostiles si no se toman medidas para controlar la tecnología 5G. Ese es el escenario catastrófico que dibuja el nuevo informe sobre riesgos de este nuevo avance tecnológico publicado este miércoles por la Comisión Europea, junto a los Estados miembros y la Agencia Europea de Ciberseguridad.
Aunque el texto no menciona directamente a China ni a Huawei, Pekín y la empresa asiática han estado bajo el foco desde hace meses, han sido objeto de debate entre los ministros de la UE mientras Estados Unidos alertaba sobre su riesgo, y han monopolizado la discusión sobre la ciberseguridad.
Este informe será la base para que Europa endurezca las medidas de seguridad en el mundo que está por venir. Está previsto que la Unión Europea lo haga a finales de año, después de muchos meses y reuniones de trabajo entre distintos ministros. Y aunque no les mencione, China y Huawei están en la cabeza de todos, también de los diplomáticos que tratan de alcanzar un acuerdo.
Aunque no se les mente, los fantasmas están ahí. No solo China, también Rusia. El texto asegura que “pueden causar interrupciones a gran escala de los servicios de telecomunicaciones” al “atacar infraestructuras críticas” como por ejemplo el “suministro de energía”. La CE considera que casi todo estará al alcance de los nuevos ataques. Desde los ciudadanos individuales hasta las fuerzas de seguridad e incluso las fuerzas militares, así como empresas de importancia estratégica. Estos tres puntos también preocupan especialmente a las instituciones europeas.
“Terceros países hostiles pueden ejercer presión sobre los proveedores de 5G para que faciliten ciberataques que sirvan a sus intereses nacionales”, asegura el informe, que tiene como objetivo concienciar sobre todos los riesgos a los que se está exponiendo la UE. Durante los últimos años la región se ha abierto completamente a la tecnología china, especialmente de Huawei, que tiene ahora un control importante sobre las infraestructuras críticas europeas relacionadas con esta tecnología.
Huawei defiende que le parece una buena noticia que la Unión Europea haya adoptado este informe, y no se sienten señalados: “Nos complace confirmar que la UE ha cumplido con su compromiso de adoptar un enfoque basado en la evidencia, analizando a fondo los riesgos en lugar de enfocarse en países o actores concretos. Somos una empresa 100% privada, propiedad de sus empleados, y para nosotros la ciberseguridad tiene una prioridad máxima”, ha asegurado la empresa en un comunicado.
Miedo a los Estados
En el informe se señala que hay “amenazas dirigidas” que son “particularmente preocupantes”, como la interrupción de la red 5G local o global, el espionaje de tráfico y datos en la infraestructura de red, la modificación o redireccionamiento del tráfico, y la destrucción o alteración de otras infraestructuras o información digital.
Aunque la Comisión considera que hay una serie de actores a tener en cuenta, como ‘hacktivistas’ o grupos criminales con intereses financieros, deja claro cuál es el principal sospechoso: “Las amenazas planteadas por los Estados o los actores respaldados por estos mismos Estados se perciben como de mayor relevancia. De hecho, representan los actores de amenazas más serios y más probables, ya que pueden tener la motivación, la intención y, lo más importante, la capacidad de realizar ataques persistentes y sofisticados contra la seguridad de las redes 5G”.
El texto también señala que hay áreas geográficas especialmente sensibles, en concreto las llamadas ‘smart cities’. Ciudades que han incluido en su día a día un alto nivel de tecnología que se apoyará en las redes 5G.
Estados Unidos presiona para que la Unión Europea prohíba y restrinja el control de Huawei sobre las infraestructuras 5G, pero esta competencia es de los Estados miembros y, por el momento, ninguno ha tomado dicha decisión. Washington considera que esa decisión pone también en riesgo su seguridad nacional, ya que, a través de la colaboración en materia de inteligencia y seguridad, un ataque cibernético podría encontrar su camino hasta EEUU a través de una administración europea. Este podría ser un nuevo frente en la serie de pulsos entre Washington y Bruselas.