En España hay 29 millones de mascotas, de las cuales, 9.313.098 son perros, según el estudio de Censos 2021 de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (ANFAAC) y Veterindustria. De ahí que cada vez más personas decidan viajar con sus canes, un nicho de mercado que poco a poco está cogiendo fuerza y planteando casi tantos retos como posibilidades.
“Hay una oportunidad para el turismo con perros pero requiere, desde el punto de vista de la oferta, infraestructuras, estar preparado para tener perros en los alojamientos, y, desde el punto de vista de la demanda, un cambio cultural», explica el catedrático de Universidad Ángel Herrero, director del curso de verano de la Universidad de Cantabria (UC) sobre turismo y patrimonio cultural que estos días se imparte en Santillana del Mar.
“Va a ayudar mucho a la aceptabilidad del turismo con perros que todos seamos cada vez todos más responsables con nuestros perros», opina Herrero para quien “los perros no son responsables de sí mismos, cuando hacen algo mal es culpa del dueño». Para él, la clave para un armónico desarrollo del turismo con animales pasa por extremar la responsabilidad sobre ellos y el respeto hacia los demás, posean o no animales, les gusten o no.
“Tiene que haber un cambio de mentalidad grande, porque» aunque «hay muchísimos dueños de perros que son responsables, otros no lo son tanto», subraya un experto convencido de que el turismo con perros “exige que todos sus propietarios sean muy responsables porque, con un 5 o 10 % irresponsable, con un 10 % que no recoge las cacas, aunque las recoja el 90 %, se genera rechazo. Los perros pueden ser molestos para otros turistas o para los residentes del destino si no se los gestiona adecuadamente».
PLAYAS DE PERROS
“Aunque algunas playas permitan el acceso de perros, tenemos que ser conscientes de que estamos conviviendo con otras personas, y comportarnos de forma consecuente. Especialmente cuando los perros están sueltos, pueden ser imprevisibles y generar caos a su alrededor si no están bien educados», cree Herrero que observa un “déficit» en materia de educación por parte de los dueños de algunos canes que, en ocasiones, conecta con “una excesiva antropomorfización, por tratar a los perros como personas».
Para él, la solución está clara: “Vamos a hacer las cosas lo mejor posible para que la gente no rechace que estemos en la playa, en el campo o lo que sea, aunque sea para perros». A su juicio, “a veces la gente reacciona mal porque no está acostumbrada a estar con perros, porque hay perros que se portan mal y eso penaliza a los que se portan bien».
“Tenemos que hacer las cosas bien porque sí, y porque es mejor para nosotros y para nuestros perros. Habrá más lugares a los que se pueda ir con los perros si los perros se gestionan adecuadamente», señala.
DESESTACIONALIZACIÓN TURÍSTICA
Aunque es innegable que el turismo con perros presenta retos, también genera oportunidades. “Cada vez hay más gente con perros y muchas de las personas que tienen perros no tienen niños. Esto es muy importante para la desestacionalización [del turismo], porque tú puedes viajar con tus perros los 12 meses del año pero no puedes viajar con tus hijos los 12 meses del año)», explica el catedrático e insiste en extremar la responsabilidad personal.
“Desde una perspectiva egoísta, tenemos que ser responsables porque cuanto mejor gestionemos a nuestro perro más aceptará la gente que esté en contextos que ahora no son para perros y a más sitios podremos llevar a nuestros perros. Puede parecer una lógica egoísta, pero creo que es lo que funcionará» opina Herrero que, con todo, defiende que “debiéramos ser responsables por el hecho intrínseco de ser responsables, porque hay que ser responsables».
Valorización del Patrimonio Cultural a través del Turismo es el título del curso que dirige Ángel Herrero y que se celebra estos días en Santillana del Mar. Alllí, en el Museo Jesús Otero, se hablará hasta el jueves, 30 de agosto, de turismo cultural, de experiencias turísticas y de los retos y oportunidades que plantea, en España en general y en Cantabria en particular.