Hace algunos meses publiqué «Si cae Flandes cae el imperio» en donde venía a señalar lo que supondría para el PP la pérdida de la Alcaldía de Santander y sus consecuencias electorales, tanto para las Elecciones Autonómicas como las Generales. Hoy visto el agotamiento que la gestión municipal lleva en Santander, preguntarnos por el fin de un ciclo político ininterrumpido durante cuarenta años no es aventurado.
La Capital de la Comunidad Autónoma es el epicentro de las expectativas políticas de los partidos, quien gana en la Capital beneficia sus resultados en las Autonómicas, como pasó con el PSC que cuando ganaba elecciones se debía en buena medida a que alcanzaba buenos resultados en la Ciudad, mientras que el PRC nunca ha logrado resultados relevantes que le permitan gobernar con soltura en Cantabria por el proverbial rechazo de Santander hacia el Purriegato.
Indudablemente quien más se juega en Santander es el PP que ha gobernado siempre la Ciudad, a excepción de la Primera Legislatura municipal que lo hizo UCD, sustentando sus éxitos electorales en el aporte de los votos otorgados por los electores capitalinos, esta situación se encuentra en estos momentos ante la posibilidad, ya testada, de un sopapo electoral que se convertiría en un lastre mayor para la morosa candidatura autonómica y concluiría el pan demonium que se montaría. Aunque no les debe sorprender, se lo han trabajado a conciencia.
¿Que cómo se ha llegado a esto? Dejando aparte la muy descriptible capacidad de los gestores municipales para gestionar y organizar la vida de la Ciudad, la clave puede encontrarse en el cambio de modelo de actuación en donde las obras y mantener siempre la Ciudad de «Punta en Blanco» preservando la imagen de la misma como proyección de actividad económica, posicionamiento y bienestar ciudadano, no para ser utilizada como trampolín de otras ambiciones primero y traspasada luego a la más completa insuficiencia, que la tiene sucia, abandonada, decadente en sus actividades económico/empresariales hasta situarla por detrás de Villaescusa en la renta de los hogares. En fin …?
No sorprenderá entonces lo que pueda ocurrir en mayo de 2023, el camino descendente que en 2015 les llevó a perder la mayoría absoluta ostentada durante lustros se acentuó en 2019, donde estuvieron muy cercanos al frio que se pasa en la oposición.
Quedan siete meses para las municipales y la situación no es la mejor, empeñados como están en imponer a los santanderinos un plan de movilidad pergeñado en despachos y no contrastado con las demandas del común e influido hasta la nausea por los minoritarios fundamentalistas de la bici, aparte de la incapacidad durante toda la legislatura de aprobar un Plan General de Ordenación Urbana que señale expectativas, en que dirección se puede avanzar y cual será el futuro, rematado ello con la ausencia por segundo año consecutivo de unos presupuestos para el próximo 2023 que den certidumbre y seguridad a la Capital de Cantabria, incapacidad que entra en el debe completo de quien tiene la responsabilidad de gobierno y si no se es capaz de alcanzar los apoyos necesarios no se puede culpar al empedrado.
A fin de cuentas el camino a las elecciones municipales está nublado por una gran cuestión: Santander está mejor o peor en estos últimos ocho años …?
Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.