La Confederacion Hidrográfica del Cantábrico sigue empeñada en destrozar el río Saja: En esta ocasión con la pretenciosa iniciativa de «recuperación ambiental del río Saja entre los puentes de Santa Lucía y Virgen de la Peña, en los términos municipales de Cabezón de la Sal y Mazcuerras» y el levantamiento de Actas Previas a la ocupación de los bienes afectados por las obras –»motas en ambos márgenes»– del proyecto, correspondientes a centenares de vecinos, propietarios y residentes en ambos Ayuntamientos, que asisten estupefactos al anuncio de una entidad pública que, supuestamente, participa de los objetivos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, haciendo caso omiso, además, de la obligada consideración del mes de Agosto como período inhábil a efectos de los procesos administrativos y las lógicas dificultades en garantizar la participación, defensa, alegaciones y presencia de los titulares de los bienes afectados.
«La pretendida recuperación ambiental» del río Saja vuelve a poner en evidencia, además, la carencia de una visión integral, coherente y articulada del conjunto del ecosistema fluvial que ya sufriera en el pasado reciente los estragos de los encauzamientos salvajes en el tramo en el que se pretende volver a intervenir al ignorar en la prevención de inundaciones la necesidad de proceder a una reforestación con especies autóctonas en toda la cuenca –afluentes, arroyos, cauces fósiles, canales, laderas….– para reforzar la densidad, anchura y continuidad de las formaciones de ribera y los bosques de galería; y para corregir las alteraciones hídricas causadas por las plantaciones masivas de pinos, eucaliptos y chopos –que incluyen, por otra parte, mayor riesgo de incendios– que han reducido la capacidad de esponjamientos e infiltración de las aguas con la intensificación de las escorrentías superficiales, el aumento de la erosión, y el volumen y la fuerza de los caudales aguas abajo en el cauce principal.
La iniciativa oficial acentúa su carácter despilfarrador, innecesario y agresivo al no ser capaz de incorporar un programa coordinado con los vecinos, las organizaciones sociales, las Juntas Vecinales, los Ayuntamientos, las Consejerías implicadas y la propia Confederación y el Ministerio de Transición Ecológica, dotado de las subvenciones correspondientes para acometer las repoblaciones forestales autóctonas en toda la cuenca, proceder a las restauración ambiental de las estructuras de mosaico y los paisajes de cercas de las vegas y mieses del valle–piezas fundamentales en la amortiguación de los rebosamientos de las aguas en praderías y perímetros urbanos–, y reparar los testimonios de las culturas fluviales tradicionales de gaviones, presas, compuertas y canales para aliviar la presión de crecidas sobre el cauce principal.
La renuncia a las motas previstas supondría, además, mantener la calidad y singularidad que encierran las amplias cuencas visuales, las diáfanas perspectivas que les caracterizan, y los paisajes y micropaisajes del entorno del río que vería, además, respetada su condición de ecotonos y hábitat de la biodiversidad, su accesibilidad para los desplazamientos de la fauna silvestre, y las funciones recreativas que todavía resisten en sus riberas.Todo ello antes de que nuevos proyectos y licitaciones de negocios hidráulicos y turísticos –como los que estan previstos en la red de teleféricos panorámicos entre la Sierra del Escudo, la Hoz de Santa Lucía, Mozagrucu, Mozagro e Ibio, El Jaro, La Plata, el PIcu la Torre, La Brañona y Los Cotonios con sus rampas para Alas Delta y Parapentes– rematen el ejercicio de penitencia y arrepentimiento por el disparate del puente entre Virgen y Villanueva con la conexión aérea entre los santuarios de la Peña y el de Las Nieves para, tocando el cielo, tratar de perdonar a tantos pecadores de las obras públicas.
Autor: Emilio Carrera. Miembro de Ecologistas en Acción. Apartado 37. 39500-Cabezon de la Sal.