Manuel Sánchez Monge, el obispo de Santander que cumple hoy 75 años presenta su renuncia ante el Santo Padre. «Ya he puesto en manos del Nuncio Apostólico en España mi disponibilidad para pasar a obispo emérito de Santander cuando el Papa lo disponga». Hoy 18 de abril el obispo de Santander, Monseñor Manuel Sánchez Monge cumple 75 años. Tal y como marca el Derecho Canónico, el obispo de Santander presenta hoy su renuncia ante el Santo Padre. Ahora, Monseñor Manuel Sánchez queda a la espera de que el Papa Francisco le acepte su renuncia. Natural de Palencia, se ordenó sacerdote en 1970. En junio de 2005, Benedicto XVI le nombró obispo de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Allí estuvo diez años hasta mayo de 2015 cuando Francisco lo nombró obispo de la diócesis de Santander.
Con motivo de la presentación de su renuncia, Infovaticana ha entrevistado a Manuel Sánchez Monge. El obispo de Santander ha respondido a las preguntas sin rodeos dejando interesantes titulares como los siguientes: «También urge la promoción de vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y al laicado comprometido»; «La tibieza de los sacerdotes es la ruina de las vocaciones sacerdotales»; «Hay que desterrar el emotivismo espiritual y estar atentos a las mociones del Espíritu Santo en nuestro momento histórico».
Entrevista Monseñor Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander:
Hoy cumple usted 75 años y presentará su renuncia al Papa. ¿Qué balance hace de sus años al servicio de la Iglesia como obispo? Ya he puesto en manos del Nuncio Apostólico en España mi disponibilidad para pasar a obispo emérito de Santander cuando el Papa lo disponga.
Mis años de obispo los considero como una gracia especial del Señor que ya me había regalado el ministerio sacerdotal. También los estoy viviendo como un gesto de confianza en mi humilde persona de los papas Benedicto XVI y Francisco.
Ser obispo es ser testigo de la entrega generosa a la Iglesia de muchos sacerdotes, consagrados y fieles laicos. Ellos constituyen un estímulo grande para que el obispo crezca en la fidelidad al Señor y a las comunidades que le han sido confiadas.
¿Se acuerda del momento cuando recibió la noticia de que el papa Benedicto XVI le nombra obispo de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol? Perfectamente. Acababa de salir del Hospital en Valladolid con ocasión de la operación del segundo oído. El Nuncio de entonces me anduvo buscando por teléfono en Palencia y, al no encontrarme, le dio el encargo de que me dijera que el papa Benedicto XVI me nombraba obispo de Mondoñedo-Ferrol al obispo de Palencia Mons. Rafael Palmero Ramos. No regresó a Palencia hasta que no llamé por teléfono al Nuncio para darle mi aceptación, en medio de la alegría y la preocupación por la responsabilidad que el Señor me pedía. Si no había dicho que no a los obispos de mi diócesis de Palencia cuando me pidieron algo difícil, ¿cómo iba a negarme a la petición del Papa?
¿Cómo valora estos años al frente de la diócesis de Santander? Han sido años muy llenos de actividades de muy diverso tipo, pero yo señalaría el punto de referencia y objetivo fundamental: Intentar llevar a la práctica la consigna del papa Francisco de hacer de la diócesis de Santander una diócesis en permanente estado de misión. Hemos dado pasos muy importantes todos, obispo, sacerdotes, consagrados y fieles laicos, pero queda mucho camino por recorrer.
¿Qué retos cree que tiene por delante la diócesis de Santander de cara al futuro? Hay un reto común a las diócesis de España e incluso de Europa: combatir el secularismo y la descristianización. En tiempo de sentimientos convertidos en derechos, de valorar relatos en vez de la verdad de los hechos, de muchas fragilidades, etc… no es nada fácil. Luego hay retos más particulares: proseguir la senda del primer anuncio, acompañamiento, formación y testimonio de fe en el mundo de hoy. También urge la promoción de vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada y al laicado comprometido. Sostener la acción caritativa y social en estos momentos de pandemia y acogida de ucranianos. Seguir potenciando dos ‘lujos’ de la diócesis de Santander: los grupos de lectura creyente y orante de la Biblia (con más de 25 años de trabajo) y la honda devoción a la Virgen del Carmen extendida por toda la diócesis. La piedad popular es el dique que impide que el secularismo arrase con todo.
Dentro de la CEE es usted miembro de la Comisión Episcopal de Liturgia. ¿De qué asuntos se encargan? Ayudar a los obispos a poner en práctica la reforma litúrgica que está en marcha en la Iglesia desde el Vaticano II. Poner al día los Rituales de los diversos sacramentos. Animar a los Delegados de Liturgia de las diversas diócesis y, sobre todo, cultivar la formación litúrgica necesaria para que las celebraciones respondan a las exigencias del culto divino y a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy. La fe que no se celebra se agosta y acaba desapareciendo.
Anteriormente formó parte de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada. Por desgracia cada vez son más los conventos y monasterios que se cierran. ¿No es cierto el desplome de la vida consagrada en España? Los consagrados han realizado en la Iglesia una gran labor evangelizadora y caritativa a lo largo de la historia, siempre con atención a las nuevas pobrezas. Hoy la siguen haciendo siendo pocos y muchos de ellos ancianos. Han muerto muchos con ocasión de la pandemia y están teniendo que clausurar algunas presencias, cosa que es muy dolorosa. Necesitan más que nunca nuestro apoyo para ayudarles a ser conscientes de que el Señor hace maravillas, como en la Virgen María, cuando somos humildes de corazón. Los contemplativos son el motor de la labor evangelizadora de la Iglesia.
¿Cuál sería su receta para reflotar las vocaciones al sacerdocio? Los ataques que sufren las familias hoy son muy fuertes. Fomentar la fe en las familias cristianas haciendo de ellas verdaderas ‘iglesias domésticas’ es básico para que surjan vocaciones. Que las comunidades cristianas vivan la fe con entusiasmo misionero, sin mediocridades, y que los sacerdotes vivan con alegría su ministerio sacerdotal. La tibieza de los sacerdotes es la ruina de las vocaciones sacerdotales. Nosotros ponemos mucha esperanza en el Seminario Menor en familia porque las familias de los adolescentes que participan en él se implican mucho con sus hijos en lo vocacional.
A nivel general, ¿Cómo ve la situación de la Iglesia en estos momentos? Las corrientes culturales e ideológicas de nuestro tiempo nos contaminan a todos. Por eso hemos de profesar una fe auténtica y viva porque de la fe nace el celo por las almas que nos hace tanta falta. Falta fe o la fe es muy débil y no puede con los envites de la cultura contemporánea. Hay que desterrar el emotivismo espiritual y estar atentos a las mociones del Espíritu Santo en nuestro momento histórico. Y hemos de saber dar razones de nuestra fe porque va más allá de la razón, pero no es irracional. No es nada fácil todo esto cuando está en marcha la cultura de la cancelación y en cuanto te sales del pensamiento único, te ponen fuera de juego.
Cada vez más personas de dentro de la Iglesia como obispos o cardenales se manifiestan a favor de hacer cambios en relación a la moral sexual, celibato, sacerdocio femenino y homosexualidad entre otros temas. ¿Le preocupa un posible cambio de la postura de la Iglesia respecto a estos temas? Supone para mí una profunda preocupación que por parte de obispos y cardenales se pongan en duda verdades fundamentales de la fe. En algunas no puede haber cambio en la Iglesia porque pertenecen al núcleo invariable de la fe y en otras son pequeños cambios, a mi parecer, los que se pueden dar y no es el tiempo para manifestar dudas, sino para robustecer certezas. Acaba de llegarme la noticia de que un numeroso de obispos y algunos cardenales han hecho una corrección fraterna a nuestros hermanos de Alemania.
Por último, como obispo, ¿Qué consejos le daría al resto de sus colegas en el episcopado para llevar a cabo de la mejor manera posible la tarea encomendada? No tengo yo capacidades como para dar consejos a mis hermanos obispos. Me impresionó fuertemente la vida y el ejemplo de un gran obispo el cardenal Marcelo González Martín en las tertulias con él en mi pueblo natal, Fuentes de Nava. Yo no llego ni de lejos a su altura. Pero si vale alguna recomendación para los que comienzan ahora su ministerio episcopal les diría que quieran a sus hermanos sacerdotes y cuenten con ellos. Que estén dispuestos a aceptar la cruz de Cristo que, en un momento u otro, siempre llega también para los obispos. Ahora bien, con la ayuda del Señor se puede llevar la cruz propia y ayudar a portar las cruces ajenas. No olvidemos que el poder de Dios se manifiesta en la debilidad de los hombres, como enseña san Pablo y reza mi lema episcopal.
Fuente: infovaticana.com / Javier Arias / Lunes, 18 de abril de 2022.