“Cada vez queda más patente la importancia de la detección precoz de los Trastornos del Espectro Autista (TEA)”. Afecta a 1 de cada 100 niños en España.
ENTREVISTA con la doctora BEATRIZ PAYÁ, es médico psiquiatra y coordinadora del Área de Psiquiatría Infantil del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, el servicio que aborda y gestiona en Cantabria los Trastornos del Espectro Autista (TEA) entre los que se encuentra el Síndrome de Asperger.
¿Qué es el Síndrome de Asperger y qué relación tiene con el autismo? Es un término clásico que se utilizaba para un síndrome englobado dentro del autismo porque tiene dos características diferenciales: los niños que la padecen tienen sintomatología de autismo pero cociente intelectual normal y no tienen alteraciones en el lenguaje, pero esta clasificación ya está obsoleta y en la actualidad hablamos de los TEA (Trastornos del Espectro Autista) que engloban todas las alteraciones con sintomatología en común, aunque con diferente gravedad, entre ellas el Síndrome de Asperger. Son clasificaciones que han ido cambiando.
La psiquiatría infantil se encarga del diagnóstico y tratamiento de los trastornos del neurodesarrollo infantil, entre los que se encuentran los TEA, y también los neuropediatras están capacitados para su abordaje aunque muchas veces los psiquiatras infantiles asumimos los tratamientos farmacológicos de los niños con autismo porque, por su sintomatología, pueden tener alteraciones de conducta y síntomas que requieren fármacos que manejamos nosotros pero es muy importante que en el diagnóstico intervenga un equipo multidisciplinar.
¿Existen datos en Cantabria y en España de la prevalencia de los TEA? En Cantabria no tenemos estudios de prevalencia pero en España uno cada cien niños presenta un TEA. Y la nueva clasificación aquí tiene relevancia porque antes había síndromes estancos con cuadros leves que no eran catalogables, ahora la nueva clasificación incluye el espectro que engloba síndromes leves y graves, y a muchos que antes quedaban fuera.
¿Cómo se detecta y se aborda en el SCS este tipo de síndromes? Actualmente, los síntomas para el diagnóstico se pueden detectar desde los 18 meses, e incluso antes. Con estas edades tempranas podemos evidenciar síntomas de alerta, aunque la mayoría de los casos se diagnostican en torno a los 3 ó 4 años. En este sentido, hay que destacar la importancia de mejorar el diagnóstico precoz porque es fundamental para el tratamiento y sus resultados pero en los casos más leves es difícil, nos encontramos con casos en los que no se detecta sintomatología hasta que llegan a la adolescencia donde empiezan a aparecer conductas raras para adaptarse a determinados contextos o al estrés, esos cuadros leves no se han diagnosticado en la niñez y dan la cara con más edad.
En el SCS el papel del pediatra es muy importante, atiende a los niños en la infancia temprana y por la información de los padres detecta señales, algunas de ellas pueden ser que el niño no mira a los ojos, no atiende a la sonrisa, al abrazo o hacen uso de los juguetes de una manera repetitiva. Si el pediatra detecta alguna alteración de este tipo lo deriva a Atención Temprana y se puede empezar a intervenir en todas las áreas y, de manera paralela, lo envía a Psiquiatría Infantil o a Neuropediatría.
En Psiquiatría Infantil se evalúa clínicamente al niño basándose en entrevistas con los padres y en la observación del niño con instrumentos cada vez más específicos, y una vez que se diagnostica un TEA se procede a la derivación a Neuropediatría para que inicie el estudio genético y las pruebas complementarias necesarias. Hacen pruebas de analítica, genética e imagen cerebral y se realiza un diagnóstico muy preciso que descarta otras patologías que pueden tener síntomas parecidos.
¿Y si hablamos de tratamientos? El plan de intervención engloba dos áreas: el trabajo con la familia, de especial importancia cuando se detecta y en las primeras fases del diagnóstico en las que hay que informarles, acompañarles y hacerles ver que depende de la gravedad el pronóstico es mejor o peor, hay algunos niños con un TEA que hacen vida normal; y, por otro lado, la intervención con el niño.
A partir de los 3 o 4 años, la intervención que se hacía antes en Atención Temprana se realiza en el ámbito de los colegios que cuentan con logopedas y otros profesionales que se encargan de dar el apoyo que estos niños necesitan. Desde Sanidad nos coordinamos con ellos y con los Colegios para hacerles saber el diagnóstico y apoyarles en las intervenciones, y desde Educación se encargan de las evaluaciones psicopedagógicas y hacen un estudio de las necesidades del niño para implementar las ayudas que pueda necesitar.
Por otro lado, en Psiquiatría y Psicología se trabaja con el niño en habilidades sociales y se les dan las pautas necesarias a los padres. Además, en Cantabria existen asociaciones de familiares de pacientes que hacen una labor importante porque están dando servicios que desde otros ámbitos no se pueden dar, por ejemplo, grupos de ocio, de habilidades sociales e intervenciones en domicilios y colegios que complementan las acciones de Educación y Sanidad.
¿Qué características tienen los pacientes con estos síndromes? Por un lado, alteraciones persistentes en la comunicación e interacción social que se manifiesta en déficits en la reciprocidad socioemocional, pueden tener dificultades para conversar, compartir emociones y afectos y les cuesta responder a las interacciones sociales. También puede haber alteraciones en la comunicación no verbal y verbal, suele estar poco integrada en el uso de gestos o en la expresión facial, y a veces les cuesta comprender y tienen menos interés y comportamientos poco adecuados porque no entienden el contexto.
Por otro lado, hay otro apartado en el que tienen patrones e intereses muy repetitivos, desde movimientos reiterativos a dificultad con la rutina, o con cambios que les angustian, tienen dificultad para las transiciones que es algo que les dificulta su día a día.
Para terminar, ¿se investiga lo suficiente para continuar avanzando en el tratamiento de los TEA? La investigación es bastante potente, y hay muchas líneas de investigación, desde la genética del autismo, en la que España está participando a nivel mundial en uno de los estudios más importantes, y en la parte de investigación clínica e intervención se han hecho avances, también en determinados fármacos que pueden mejorar la parte del neurodesarrollo.
Lo que cada vez queda más patente es la importancia del diagnóstico precoz, cuando se interviene a los dos años de edad intensamente hay síntomas que desparecen. Y en el ámbito de la educación estamos participando en un estudio sobre las Matemáticas con la UC y la Obra San Martín que analiza las dificultades matemáticas en estudiantes con autismo y se ve cómo resuelven problemas matemáticos para establecer métodos que les permitan un mayor rendimiento. Y se seguirá avanzando.
Fuente: Colegio de Médicos de Cantabria.