Un grupo de vecinos de Piélagos está escribiendo, desde el pasado mes de noviembre, la historia de sus vidas en un recorrido cronológico que arrancó en su infancia y juventud y concluirá en su vida adulta, tras la jubilación.
Son los participantes en el Taller “Mis fotos cuentan la historia de mi pueblo”, una de las cinco propuestas organizadas por UNATE -La Universidad Permanente- en Renedo, en colaboración con el Ayuntamiento de Piélagos, en este último trimestre de 2021.
Se trata de un proyecto en el que participan hombres y mujeres nacidos en Piélagos o que residen en el municipio, conocedores de una historia, la suya, que es también la nuestra. De hecho, con su colaboración y en un ejercicio de generosidad y solidaridad, este taller trata de recordar historias, costumbres, anécdotas y vivencias que forman parte de nuestra memoria colectiva. En definitiva, un trabajo que busca recopilar, escribir y conservar nuestra historia reciente, a partir de las propias vivencias y experiencias de unos protagonistas de excepción como son los participantes en esta actividad y sus propias familias.
Ocho sesiones y un objetivo común
El Taller “Mis fotos cuentan la historia de mi pueblo” consta de tres fases. Así, en una primera, que se desarrollará a lo largo de 8 sesiones, se realizará un trabajo conjunto de investigación, recopilación y puesta en común, en torno a distintos ejes temáticos: familia, infancia, juventud, vida adulta y jubilación. De manera paralela, se trabajará en la captación de recursos de apoyo como fotografías, documentos, cartas, planos, etc. para organizar, en una tercera fase, todo el material recopilado en una publicación y un audiovisual. De hecho, al final del taller, los participantes habrán construido un pequeño libro con todos esos recuerdos articulados, a través de las fotografías, que UNATE les hará entrega a cada uno de ellos.
Cómo hemos cambiado
Durante las primeras sesiones celebradas, hasta la fecha, los participantes en este taller han constatado cómo la sociedad española ha cambiado en tan sólo unas cuantas décadas. De hecho, algunos de los participantes en este proyecto, como Jaime, recuerdan que antes las familias solían ser numerosas y pone el ejemplo de la suya. “Éramos 6 hermanos, 4 varones y 2 mujeres”, rememora. También han recordado las dificultades que, en muchos casos, existían para poder estudiar. En este sentido, Seve explica que, aunque ellas eran tres hermanas, sólo la mayor pudo hacer Magisterio, mientras que, en su caso, se quedó en casa aprendiendo a bordar porque “no había posibilidad de salir fuera”.
Precisamente, los pocos recursos de muchas familias, obligaban a los hijos e hijas a trabajar desde edades bien tempranas. Este fue el caso de Clotilde, quien a sus quince años dejó su pueblo, cercano a Valladolid. “No había nada y algo teníamos que hacer”, reconoce esta mujer, quien añade que “nadie sabe lo que lloré por la separación de mi familia”.
“No hemos sido ni felices ni desgraciados”, asegura Carmen, quien recuerda su infancia en Liaño, donde el tren les dio la vida y se muestra convencida de que la gente de su generación “nunca ha vivido como ahora de mayores”.