Nació en Peñacastillo en 1.936, por distintos motivos que no son del caso, comenzó a trabajar en “Ciclos San Miguel”. Su propietario D. Antonio San Miguel Llata fallecido recientemente a la edad de 100 años, fue, según sus propias palabras, menos su padre biológico, todo. Se convirtió en su mentor y viendo las grandes posibilidades que tenía le ayudó, entrenó y posteriormente le recomendó ir a Barcelona entendiendo que allí podría tener mejor porvenir. En Santander en más de una ocasión participaba en dos carreras el mismo día y ganaba las dos. Pocos ciclistas ha habido y he conocido con las cualidades de Pérez Francés, poseía una clase excepcional. Su palmarés es muy dilatado, destacar que en 1.963 fue tercer en el Tour formando podio junto con Anquetil y Bahamontes y que en 1.965 protagonizó una escapada de las que han pasado a la historia del ciclismo.
El día anterior, el uno de julio en Ax-les-Thermes, lugar donde comenzaba la etapa al día siguiente, se presentó a visitarle Antonio San Miguel y cuál fue su sorpresa cuando Pérez Francés le pregunta, cuando se va usted para casa?, mañana le contestó, pues me voy con usted, me retiro. Con sorpresa, indignación y con la autoridad moral que tenía sobre él, le dijo que ni hablar, “tú mañana sales y además vas a ganar la etapa, llegas a Barcelona y tu mujer te está esperando, conozco el recorrido perfectamente, a poco de la salida hay una subida y ahí te vas a escapar, tú tira y si se une alguien no te importe.” Así lo hizo, se unió Julio Jiménez que después se descolgó. Era la etapa decimoprimera del Tour de 1.965 desde Ax-les-Thermes con final en Barcelona de 240 kms, hizo más 210 kms en solitario, le recibieron más de un millón de personas en Montjuic. Pertenecía al equipo Ferrys llevaba el dorsal 98, recuerdo perfectamente la emoción que sentía con apenas trece años escuchando la gesta a través de la radio.
Se fijó en él Geminiani, director del equipo de Anquetil y le propuso ser su delfín, para que después de la retirada de este pasara a ser jefe de filas del equipo, lo rechazó y pienso que perdió la gran oportunidad, esa que solamente pasa una vez en la vida.
Por Santander, en los años sesenta, se veía con bastante frecuencia rodar en una impecable bicicleta de “carreras” a un señor apellidado Wunsch. Una vez coincidimos por el Alta (General Dávila) y a la altura del Instituto se puso a mi lado y me dijo “muy bien chaval, tienes el mismo estilo que Pérez Francés.” Fue el mayor halago que podían hacerme, José Pérez Francés (Pepe) era mi referente en el ciclismo, un superclase al que yo torpemente trataba de imitar.
Gracias a mi amigo Toñín San Miguel (hijo de Antonio) concertamos una visita con él en Barcelona hace dos años y tuve la gran fortuna de poder comer y conversar largamente con él, muchas fueron las anécdotas que siempre recordaré.
Descansa en paz Pepe, fuiste un grande del ciclismo.
Autor: Adolfo Sánchez de Movellán