¿Aumentará el índice de pobreza en Cantabria? «Sí, el índice de pobreza aumentará en Cantabria. Estamos contenidos, hay una contención. Hay una percepción, creo que lo percibimos todos. Los ERTE… no olvidemos que son personas que tenían un trabajo, vivían de una manera normalizada y les hemos quitado un derecho a seguir viviendo. La situación va a empeorar claro que sí, y necesitamos el apoyo de la sociedad cántabra porque hay personas que nunca van a ser acompañadas ni atendidas por el Estado», así se ha manifestado Sonsoles López, directora de Cáritas Santander.
Cáritas Diocesana de Santander expresa su enorme gratitud hacia la población de Cantabria, cuando se cumple un año de la declaración del estado de alarma a causa del impacto de la Covid-19 en nuestro país. Un agradecimiento por la confianza a todos sus agentes, colaboradores y donantes, ante quienes han querido rendir cuentas del trabajo realizado hasta hoy y asegurar que el trabajo continúa para atender a las miles de personas que están sufriendo directamente los efectos de la crisis en la región.
“La sociedad cántabra ha mostrado un gran corazón durante estos 12 meses,” ha expresado en rueda de prensa Sonsoles López, directora de Cáritas Santander. “Los ingresos atribuibles a la pandemia, en concepto de donativos y cuotas de socios, se han incrementado en un 43 % en este periodo, siendo especialmente significativos los meses de abril-mayo y noviembre-diciembre”.
En marzo de 2020 la organización social se sumó a la campaña de Cáritas Española ante el coronavirus ‘Cada Gesto Cuenta’, con la que pedían la unión de los ciudadanos, empresas e instituciones en un gesto de solidaridad sin precedentes “para poder seguir ayudando a aquellos que peor lo estaban pasando, al tiempo que adaptábamos nuestro modelo de acompañamiento a las nuevas circunstancias”.
La directora ha explicado que la pandemia ha supuesto para ellos la revisión de su modelo de atención para adaptarlo y flexibilizarlo, “incorporando todos los medios tecnológicos a nuestro alcance (centralita, aplicaciones informáticas, líneas de teléfono…)”, además de un fuerte impulso al modelo de respuesta a las necesidades de las personas mediante tarjetas monedero. A través de la campaña ‘Dona Diferente’ fomentaban en la época navideña este modelo, potenciando las donaciones económicas sobre las donaciones en especie. “No sólo para que las personas en situación de vulnerabilidad puedan elegir lo que compran, sino también apoyar el comercio de proximidad que durante todo este tiempo ha estado al pie del cañón”.
La situación de crisis y excepcionalidad también ha acelerado la exploración de un nuevo camino para establecer alianzas con el tejido empresarial, como un paso más de la modernización y adaptación de Cáritas. La primera piedra en esta vía se ha colocado en febrero de 2021 al firmar un acuerdo de colaboración para el desarrollo de la responsabilidad social corporativa con las empresas familiares de Cantabria reunidas en Acefam.
Ayuda y acompañamiento
El número de personas beneficiarias de las diferentes líneas de apoyo de Cáritas Santander se incrementó durante los meses de mayo a septiembre de 2020, manteniendo una media mensual de 7.000 personas y llegando en agosto a crecer hasta un 17 % con relación al año anterior. Así lo ha contado Lara Mazorra, coordinadora del Área de Acogida y Acompañamiento, quien ha trasladado la realidad de lo que han llevado a cabo en este año con los recursos disponibles y las limitaciones presentes.
“Los meses en los que más ayudas se han prestado corresponden a los meses de abril- mayo, recién estallada la crisis sanitaria, económica y social, llegándose a incrementar en más del doble en relación al mismo periodo del año anterior”. Un incremento de ayudas que se produjo especialmente en las partidas de necesidades básicas (alimentación, ropa, suministros del hogar…) a través de transferencias bancarias y tarjetas monedero.
Mazorra ha querido destacar que, aparte de los perfiles habituales de personas en riesgo de exclusión, “una parte importante de las personas que acudieron a Cáritas en pleno confinamiento han sido aquellas que se han quedado sin empleo, sin percibir ningún tipo de prestación en un primer momento, y con una necesidad imperiosa de hacer frente a sus gastos cotidianos”.
Desde el trabajo a pie de calle y el trato regular con las personas en necesidad, la organización ha detectado cuatro grupos que han sufrido especialmente esta crisis: las personas sin hogar, olvidadas habitualmente por la Administración; las personas inmigrantes, de vuelta a una irregularidad sobrevenida por la pérdida de su trabajo; las mujeres, que siguen pagando en mayor número el precio de las crisis; y los niños, para quienes la brecha digital ha desencadenado en una brecha educativa grave al implantar la educación a distancia.
Voluntariado
Pese a la pandemia, y al riesgo sanitario que impedía el trabajo para las personas mayores o vulnerables, Cáritas Santander cerraba 2020 con 511 voluntarios en activo, un 7 % más de los 477 que tenía al fin de 2019. “Nos parece significativo dadas las circunstancias tan excepcionales. Valoramos mucho las ganas de las personas de ayudar con lo que pueden, que en este caso es su tiempo y su energía”, ha dicho la coordinadora del Área de Acogida y Acompañamiento.
Su compañera Consuelo González forma parte del cuerpo de voluntarios desde hace 7 años y ha intervenido como coordinadora del equipo de la Cáritas Parroquial de Santa Cruz de Bezana, para trasladar las vivencias que ha compartido con sus compañeros, extrapolables en lo fundamental al resto de parroquias de la diócesis.
“Ha sido duro. Hemos percibido la pobreza de forma más profunda y dolorosa. Hemos compartido el dolor de nuestra gente, su soledad, su incertidumbre, su sentirse rechazados, su vivir con temor…”.
González ha explicado que todos los voluntarios han tenido que adaptarse desde cero, de un sistema 100 % presencial y organizado a una acogida de nuevas familias de forma telefónica, reuniones internas por Skype y una atención permanente, sin horarios, donde la persona era siempre lo primero.
“Cada miembro del equipo se hizo responsable de acompañar a varias personas/familias en situación de vulnerabilidad,” ha contado. “Procuramos mantener ese contacto quincenalmente; si no llamaban, les llamábamos nosotros. Lo importante era no perder el contacto, saber cómo estaban, cómo se sentían… Estar ahí”.
Cuenta que han sentido frustraciones, cansancio y ansiedad, pero que el espíritu de equipo y solidaridad ha hecho posible que salgan reforzados. Destaca también que Cáritas, con su presencia constante y sus lemas (‘La Caridad no cierra’, ‘Cada gesto cuenta’, ‘DonaDiferente’), ha ido generando denuncia social a su alrededor. “Nuestra comunidad, los vecinos, van descubriendo que la caridad no entiende de procedencias, culturas, estatus, color de piel… esto nos parece clave en una sociedad cada vez más multicultural”.
“Cuando las seguridades se tambalean, cuando empezamos a ver personas cercanas en serias dificultades, se despierta la conciencia, se enciende la alarma y nos damos cuenta de que «mañana puedo ser yo»; de ahí brota un sentimiento de solidaridad, una necesidad de colaborar”, ha concluido.