El puente de Triana de Sevilla fue testigo de la hazaña de las naves cántabras, capitaneadas por el almirante Ramón Bonifaz, en el año 1248 ante la Torre del Oro que cumple 800 años. La relación de este monumento grandioso de Sevilla con Cantabria y con Santander, entre otras, representa la hazaña que ayudó a reconquistar Sevilla por parte de los cristianos, y en la que los marinos cántabros encuadrados en la Marina de Castilla tomaron parte, rompiendo la gruesa cadena que unía Sevilla con Triana y que impedía la entrada de cualquier tropa invasora a la ciudad a través del río.
La emblemática Torre del Oro, uno de los monumentos más famosos de Sevilla y protegida como bien de interés cultural (BIC), cumple este año su octavo centenario desde la conclusión de sus obras de construcción como baluarte de la antigua medina almohade. Esta torre, de planta dodecagonal y casi 37 metros de altura, fue construida entre 1220 y febrero de 1221 por orden del gobernador almohade Abù-I-Ulà a orillas del Guadalquivir para rematar la coracha o tramo de muralla que, durante el periodo almohade, conectaba el antiguo recinto fortificado del que nace el actual conjunto palaciego de los Reales Alcázares, declarado Patrimonio Mundial, con el propio río.
Hace ya 769 años que la recién construida Torre del Oro era testigo de una de las más cruentas batallas que se vivían en tierras ibéricas. El sur de la península estaba en manos de los musulmanes; y el rey Fernando III ‘El Santo’ tenía un objetivo: tomar la ciudad almohade de Isbilya y volver a instaurar el cristianismo, como en el resto del reino de Castilla. Sin embargo, para esta empresa necesitaba ayuda, naves y soldados, que llegaron desde el mar Cantábrico.
«El 3 de agosto de 1248, estas naves rompieron la gruesa cadena, que a modo de maroma, unía la Torre del Oro con su torre paralela al otro lado del Guadalquivir en la bocana del puerto de Sevilla. La ruptura de esta cadena fue un hecho simbólico porque abrió el puerto de Sevilla y dejó expedita la incursión de las naves cristianas, en busca ya del puente de barcas, que también se fracturó ese día 3 de agosto» explicó a la edición de ABC de Sevilla el catedrático de Historia Medieval, Manuel García.
Sin embargo, la capitulación de la ciudad no significó la salida inminente de los andalusíes. El rey Fernando III concedió un plazo de treinta días, hasta el 22 de diciembre, para que los musulmanes abandonaran Isbilya.
ESCUDOS DE CANTABRIA, SANTANDER, LAREDO, SANTOÑA Y COMILLAS
La ilustración del escudo es un homenaje a las naves cántabras, capitaneadas por el almirante Ramón Bonifaz, que se juntaron en Sevilla para romper las cadenas que unían la ciudad con Triana, impidiendo así el paso por el Guadalquivir al enemigo. A la capital hispalense, acudieron en apoyo al rey Fernando III barcos y nautas de Cantabria, pero también de Asturias, Vizcaya o Galicia. Este hecho tuvo lugar en 1248 durante la recuperación de la ciudad en la Reconquista, ya que en ese momento era de los musulmanes. Fue en este episodio histórico cuando desapareció el puente de Barcas, que estaba a la altura del actual Puente de Triana.
Como agradecimiento a los marineros del norte, Fernando III ‘El Santo’ les concedió un privilegio: inmortalizar la hazaña en los escudos de sus villas. Esta escena histórica también se reproduce en el escudo de otras localidades cántabras y asturianas como Laredo, Santoña, Comillas, Avilés y Ribadeva.
Imágenes: ABC de Sevilla.