Los propietarios del número 13 de la calle Isabel II de Santander vuelven a poner más dinero. Pusieron 700.000 euros, volvieron a poner 400.000 euros, pues recientemente han vuelto a poner otros 300.000 euros más. Cerca del millón y medio de euros. No tienen fecha de regreso a sus dependencias, no les aseguran cúando pueden tomar posesión y disfrutar de su propiedad y, quizás lo más preocupante, no saben ni cuándo en tiempo, ni cuánto dinero más van a tener que poner para, como decimos, disfrutar de su bien inmueble. La administradora de la finca y la empresa Palomera son los dos únicos canales de información de los que disponen los propietarios para saber cuál es el estado actual de la obra, cómo evoluciona y si con el trabajo que Palomera está realizando se puede conseguir la anhelada seguridad del edificio.
El dinero recientemente depositado de 300.000 euros es necesario para continuar con las obras de recogimiento del edificio en sus zonas más afectadas. Cada propietario en las ocasiones en las que ha depositado una cantidad, lo ha hecho en función al coeficiente de propiedad.
Dentro de los propietarios existen varias opiniones sobre el cómo se llevando la obra. Hay que recordar que desde la tarde del 5 de junio de 2020 viven fuera del bien inmueble y, es más, cada uno de ellos se ha tenido que ‘buscar la vida’ para vivir fuera del citado lugar por su cuenta y riesgo. Las aseguradoras, según pudo saber esta redacción desde el comienzo, no parecen estar muy proclives a colaborar. Siendo ese uno de los motivos por los que algunos propietarios se han puesto ya en contacto desde hace un tiempo con sus letrados respectivos para hacer valer sus derechos. Hay quienes entienden que el Ayuntamiento de Santander ha sido un actor pasivo desde el mismo momento en que se proyectaron varias alturas demás que no figuraban en el edificio primigenio de 1945. En cambio, sí hay hasta tres alturas más construídas.
Cuando la obra esté concluida y puedan acceder a la propiedad, los locales bajos del edificio hay que rehacerlos por completo. Cada propietario deberá invertir más dinero en recuperar esos metros cuadrados para poder instalar o su negocio anterior o uno nuevo.
HISTORIA DE LA SITUACIÓN DEL EDIFICIO
Según la pudo conocer esta redacción, la empresa Palomera estudia la totalidad del bien inmueble porque los problemas de cimentación podrían llegar hasta el edificio de La Polar, situado justo en la parte contraria al de calle Isabel II número 13. Se está inyectando en la cimentación, aún quedan vigas por reforzar y por cuantificar, y una de las preocupaciones que existe es si los problemas de cimentación podrían afectar a esos edificios colindantes. Todos los números de esa manzana poseen más alturas de las inicialmente proyectadas. Hay que tener en cuenta que esa manzana de casas se construyó con los materiales que en Santander y en España había en los años 1944, 1945 y 1946.
Si bien en un principio, se informó de que a principios de 2021 podrían entrar en el edificio, aún no saben cuándo podrán regresar.
DESALOJO EN JUNIO
El desalojo del edificio, que data 1945 y cuenta con más 20 de viviendas, 9 locales a pie de calle y 8 en el entresuelo, se produjo el 5 de junio de 2020 sobre las 19.15 horas por resolución del Ayuntamiento después de que el técnico responsable de las obras de refuerzo lo solicitara al detectar que había un pilar debilitado. Ese día la ciudadanía de Santander tuvo conocimiento de que el número 13 de la calle Isabel II de Santander estaba en riesgo de derrumbe. Pero parte de la historia comenzó tres años antes.
A raíz de unas obras iniciadas en uno de los locales, situado en la esquina entre la calle Isabel II y Calvo Sotelo el año 2017, fue cuando se comenzaron a reforzar unos pilares y desde entonces existe un expediente en el Ayuntamiento de Santander. Eran las obras en la tienda Joyería Salamanca. Año 2017, siendo el aviso social de derrumbe en junio de 2020.
En junio de 2020, en las obras que se estaban realizando en el local donde se situaba la tienda de telefonía Orange, una de las vigas que hacía apoyo en un muro, si hubiera cedido, el edificio se habría inclinado, precipitado hacia la calle San Francisco. Ese fue el motivo de aviso para el desalojo.
En el interior, según varios testimonios, hay obras en todas las viviendas y locales, sobre todo en las zonas de confluencia con vigas y muros. El ascensor tiene un funcionamiento regular y las paredes del mismo han sido recogidas en varios pisos, sobre todo en los pilares. En varias viviendas y locales se puede observar, tal y como apuntan varios testimonios, que los puntales soportan vigas de una forma importante al ser colocados en fila, con pocos centímetros de separación entre ellos.
Imagen interior de archivo.