En Cantabria, Infantil y Primaria regresan el día 7, mientras que ESO, Bachillerato y FP lo harán el 10. La comunidad opta por mascarilla obligatoria, reducción de los grupos y mayor distancia social. Además, cada centro habrá de remitir a las familias (o a los propios alumnos/as en caso de que sean mayores de edad) una declaración responsable, en la que todos habrán de comprometerse a no acudir a clase si tienen fiebre o cualquier otro síntoma relacionado con la COVID-19. Las clases empiezan el 7 de septiembre, se establece grupos estables de convivencia de 25 alumnos en Infantil y Primaria, y primarán al alumnado más vulnerable en caso de que sea necesario.
Los centros podrán crear la figura del coordinador COVID-19, a quien corresponderá la interlocución con la Consejería de Educación. En función de la evolución epidemiológica, la Consejería de Educación plantea tres posibles situaciones: desde la situación más normalizada posible a la suspensión temporal de la docencia presencial, pasando por una priorización de la misma por etapas.
En cuanto a los recursos, la Consejería aumentará el número de personal docente con un cupo extraordinario ‘Covid-19’ que permitirá mejorar el ratio entre profesores y alumnos. Además, invertirá más de 700.000 euros en material sanitario y de higiene preventiva.
Imagen: Colegio Bajo Pas en Piélagos, archivo.