El Grupo de Investigación en Sistemas de Transporte (GIST) de la Universidad de Cantabria tiene una amplia experiencia en transformar los datos de tráfico y movilidad en herramientas para la toma de decisiones. La planificación urbana de los transportes públicos y privados, que aspira a la sostenibilidad en ciudades de todo el mundo, es un campo explorado, que sin embargo no se había enfrentado a un escenario como el que hoy marcan la pandemia y el confinamiento.
Si toca reinventar la movilidad, el equipo liderado por Ángel Ibeas se ha puesto en marcha, entendiendo que esta situación brinda “una oportunidad única para apostar por el transporte sostenible”. Lo señala así Borja Alonso, profesor e investigador del GIST, explicando además cómo surgió el proyecto de análisis del tráfico en diferentes puntos de Santander, gracias a los datos abiertos que publica el Ayuntamiento.
“A raíz de la declaración del estado de alarma y de trasladar nuestra docencia a un modo no presencial, decidimos plantear a los alumnos de Caminos un trabajo conjunto de seguimiento de los efectos del confinamiento en la movilidad”. Los estudiantes se han centrado en dos tipos de datos: los del sistema de posicionamiento de los autobuses urbanos, para cuantificar reducciones en el tiempo de viaje de algunas líneas, y los de los sensores de tráfico de las principales arterias de la ciudad. “También han realizado una búsqueda bibliográfica de los efectos del confinamiento en la movilidad en otras ciudades de otros países, para poder comparar los resultados obtenidos”, explica Alonso.
Según el profesor, “ha sido una experiencia interesante”. Además de “comprobar la importancia de la movilidad como elemento estructurante en una ciudad”, los estudiantes han trabajado sobre un caso real, viendo “cómo la paralización del sistema de actividades puede afectar al sistema de transporte y viceversa”.
El proyecto que arrancó como trabajo de clase ha sido complementado posteriormente en una investigación conjunta de miembros del GIST (junto a Alonso, Andrés Rodríguez y Juan Benavente) y del Grupo de Investigación en Movilidad Sostenible e Ingeniería Ferroviaria (SUM+Lab) de la UC. “Hemos analizado datos de viajeros en transporte público y de tráfico a nivel global en toda la ciudad; hemos cuantificado también impactos sobre externalidades, como las emisiones o los accidentes de tráfico”, apunta Borja Alonso.
Modelos insostenibles
Los resultados obtenidos, que han sido publicados en la revista “Sustainability”, arrojan que la movilidad general en Santander ha caído en torno a un 70% respecto al momento anterior al estado de alarma, llegando a picos de descensos del 85-90% en fines de semana. La reducción no ha sido homogénea en todos los modos de transporte, siendo el transporte público el más perjudicado al perder más del 90% de usuarios.
Borja Alonso reflexiona sobre los aprendizajes que se pueden sacar de esta investigación. “Surgen una serie de interrogantes acerca de cómo se va a comportar la movilidad en las ciudades a lo largo del desconfinamiento. Si se mantienen las medidas de distanciamiento social y el usuario no recupera su confianza en el transporte público, podemos llegar a situaciones insostenibles y a una involución en la forma de movernos”.
Por eso, el profesor aboga por la línea en que ya se mueven Santander y otras ciudades: “tenemos una oportunidad única para apostar de una manera más decidida por modos de transporte más sostenibles -caminar, bicicleta- y establecer una serie de políticas que contribuyan a recuperar la confianza del usuario en los sistemas de transporte colectivo”.