La enfermera Sonja Aspinen trabaja en el hospital Nynäshamn en el sur del condado de Estocolmo (Suecia).
En las últimas semanas, se ha ocupado principalmente de ancianos y, en particular, de pacientes con coronavirus. En una de las regiones más afectadas de Suecia, asegura que son las personas mayores las que se llevan la peor parte por la forma en la que Suecia trata la pandemia de COVID-19: «Creo que el propio personal ha causado muchas infecciones, especialmente en las residencias de ancianos. Al principio fueron los familiares. Creo que han traído la infección desde el exterior a las residencias y se ha fallado en proteger a estos ancianos. No ha habido voluntad de hacernos pruebas sistemáticamente, al menos en los lugares donde yo he trabajado. Incluso ha habido personas con síntomas, a las que no les han hecho las pruebas«.
Una de cada tres muertes por coronavirus en Suecia ha ocurrido en una residencia de ancianos. Las autoridades admiten no haberlos protegido del COVID-19.
Sonja también cree que la falta de sanitarios ha abierto la puerta a gente con muy poca capacitación, con un dominio del idioma y de protocolos de higiene insuficientes. Ahora las autoridades sanitarias han iniciado una investigación.