El movimiento Cantabria No Se Vende (CNSV) ha lanzado una campaña para alertar de las consecuencias de «turistificar» la comunidad, un proceso «cada vez más evidente» a su juicio y que supone la conversión de la región en un «parque temático» donde «todo está pensado para el turista».
Según CNSV, los principales problemas que está causando este proceso pasan por la «masificación y degradación» del territorio, la precariedad laboral, el encarecimiento de la vida y la destrucción del medio ambiente.
Para el movimiento, que integran unas 40 asociaciones y colectivos, detrás de esta situación se encuentra «el abandono de la economía tradicional, la falta de un modelo económico de futuro y la agónica situación del mercado laboral».
Por ello han lanzado una campaña de concienciación sobre «los múltiples problemas» que este proceso causa en la comunidad, y que, en su opinión, «no harán más que acrecentarse» en los próximos años si no se toman medidas para revertirlo.
La campaña incluye acciones en redes sociales y medios de comunicación, así como la entrega de adhesivos en varios centros sociales, con el fin de «hacer partícipe» a la sociedad cántabra de «esta apuesta por un futuro sostenible».
Así, entre los problemas «más evidentes» de la turistificación, CNSV destaca la «artificial masificación» de los pueblos y ciudades cántabros durante la temporada alta.
«Municipios fantasma con apenas 2.000 habitantes durante el año, pero que llegan a alcanzar los 80.000 en verano, como es el caso de Noja«, donde «más del 90% de sus viviendas son segundas residencias, que ignoran cualquier criterio paisajístico, ambiental y patrimonial, desestabilizando a su vez los servicios públicos de la localidad dada la radical estacionalidad de su turismo», señala.
«Una situación similar, aunque no tan dramática, viven muchos otros municipios costeros, como Suances o Castro Urdiales«, añade.
Considera además que, «al carecer Cantabria de un modelo económico sólido», el mercado laboral «ha virado hacia a un sector servicios cada vez más precario, con una temporalidad cercana al 94%, la más alta desde que existen registros, y que aboca a jóvenes y no tan jóvenes a aceptar empleos que se alejan de su formación y expectativas».
Una situación, según el colectivo, que obliga a emigrar hacia territorios con «mejores perspectivas de empleabilidad», como Madrid o Londres, como pone de manifiesto que Cantabria «lleva perdiendo habitantes desde 2012, con más de 10.000 habitantes menos en apenas siete años», señala.
Y para los que se quedan, según CNSV, el coste de vida «se dispara» en esos periodo, «aprovechando la mayor predisposición del turista al gasto en época vacacional y, en muchos casos, su mayor poder adquisitivo».
A juicio del movimiento, Cantabria «necesita un turismo sostenible, respetuoso con el medio ambiente y nuestro patrimonio natural, y que pueda ser viable sin desangrar» a los trabajadores, lo que «pasa por un cambio» en el modelo de desarrollo, que atienda las «especifidades» de la región y que «pueda garantizar» que es posible «vivir y trabajar» en Cantabria «sin renunciar a su dignidad y calidad de vida».