Deje escrito en la primera parte de este artículo cuáles son los indicadores económicos de España que están sufriendo un deterioro constante en los últimos meses.
Señalaba como el PIB estaba experimentando un descenso continuado, igual que el consumo, la inversión en bienes de equipo, la industria o las exportaciones.
Nos encontramos por lo tanto ante un escenario económico que está marcado por la desaceleración y las dudas que entrañan la posibilidad que nos encontremos ante un cambio de ciclo.
Ante esta situación son diferentes los desafíos y problemas que la Nación tiene con urgencia de solución. Existen pocas cosas más tumorales para cualquier País, España no es la excepción, que el déficit y la deuda pública, así nos encontramos que nuestro déficit supera en 2018 cuatro décimas a los acordado con Bruselas, mientras que la deuda que equivale a 1,2 billones de euros significa una factura superior a los 200.000 millones en emisiones del Tesoro y que en 2023, de continuar al mismo ritmo de aumento, finalizará la legislatura rondando los 800.000 millones de euros lo que provocará unos 30.000 millones anuales de euros en pago de intereses.
Por lo tanto es necesario contener el gasto público como cuestión de absoluta necesidad, lo contrario no supone más que decadencia.
Certidumbre, confianza… principales activos de la economía de una Nación ante los inversores y los mercados financieros. Debe evitarse cualquier señal de alarma al dinero dispuesto a invertir en España, los impuestos, el intervencionismo gubernamental, la normativa populista son obstáculos que la Nación no puede permitirse.
Afrontar el problema del desempleo. Los niveles de paro son insoportables, ningún País puede aspirar a un progreso armónico de su sociedad si esta se encuentra instalada en elevados porcentajes de desempleo. Mejorar las facilidades de contratación y aliviar las excesivas cargas impositivas son medidas imprescindibles, pero sobre todo hay que evitar volver a una legislación laboral pre – crisis que produjo millones de parados sin solución.
Que la voracidad del Estado no tiene fin es algo perfectamente contrastado, su infinita capacidad para dilapidar el dinero de la gente necesita ingentes cantidades y en arrebatárselo dedican gran esfuerzo. No puede subirse el IRPF, hay que bajarlo, lo mismo que el impuesto de sociedades, las rentas del capital o los impuestos sobre el patrimonio, que junto con el de sucesiones son además de inmorales muy elevados. En esta capacidad infinita para quitarle a los ciudadanos su dinero aparecen propuestas malvadas como aplicar la Tasa Tobin, los impuestos a las tecnológicas o ese eufemismo de “Fiscalidad verde”, que no servirán para otra cosa que aumentar la decadencia.
Queda una última cuestión que quiero señalar: Cómo se gestiona la desaceleración. Espero que esta se afronte con rigor, trasparencia, que no se vuelva la espalda por cobardía o estrategia política, que las personas y las empresas reciban información veraz para que puedan tomar sus decisiones racionalmente y nunca más se vuelva a repetir la gran mentira de 2008.