15/11/2024

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Javier Soler-Espiauba: «La lengua de la niebla»

«La adulteración del lenguaje no es algo inocente, sirve a un objetivo de poder y se usa para dividir a la sociedad»

Lo que consigue la izquierda cuando decide cambiar los nombres de los conceptos no es solo crear la confusión que necesita para desorientar al liberal conservador, es también crear el clima necesario para su toma del poder. El gran anticipado en esta tarea, Willy Munzenberg,  ya instruía en los años 20 y 30 del pasado siglo desde la Komintern a los comunistas del mundo cultural que pretendía manipular y apropiarse sobre cómo usar hábilmente un vocabulario que sirviese al objetivo final de control del mundo cultural. Lo primero de todo la renuncia al apelativo comunista y cambiarlo por progresista o independiente de izquierdas o en los Estados Unidos por liberal. Conseguía lo que el viejo aforismo cristiano “el mayor éxito del diablo es convencer a los humanos de que no existe”.

Esta neolengua, Juaristi dixit, desparrama una serie de conceptos equívocos, las más de las veces con un claro y deliberado objetivo, que consiguen allanar el terreno al izquierdismo más siniestro en sus pretensiones destructivas. Esta verborrea a veces inculta, a veces mentirosa, cada vez nos inunda con más y más palabros mágicos cuyo neblinoso y cuestionable significado se convierte en verdad religiosa y permite el anatema de expulsión a quien no los acepte y se someta. Unas veces lo que pretenden es diluir un concepto que es considerado negativo por otro positivo o neutro, progresista por comunista, ejemplo ya mencionado más arriba. Otras veces se dota al término un significado restringido y restrictivo como cambio climático, resiliencia, solidaridad, migrantes… solo existe una verdad entre las opiniones sobre el cambio climático, solo determinadas acciones y solo en determinado sentido se es solidario, si la solidaridad la ejercen  personas o instituciones religiosas es caridad, término que han envilecido, migrantes para no decir inmigrantes que son los que vienen de fuera y mezclarlos así con los emigrantes, españoles que salieron de España para trabajar en los 50 y 60 del pasado siglo, y así mezclados convierten la inmigración ilegal y desordenada en lo mismo que la emigración legal y ordenada… todo un batiburrillo que lo combina todo desordenadamente pero con un fin claro y premeditado. También  usan  esta técnica perversa para conseguir que los términos denominen justo lo contrario de lo que es su exacto significado, como decir igualdad cuando se aprueban privilegios autonómicoa o en las leyes sexuales se quita la presunción de inocencia a los acusados varones, decir progresista cuando se justifican las prebendas medievales de determinadas regiones, considerar la discriminación algo justo cuando se la apellida positiva  el concepto discriminación en sí mismo es injusto y muchas de las veces esa discriminación positiva consigue lo contrario de lo que pretende, pero claro, no se evalúan las iniciativas progresistas porque las más de las veces se tendría que reconocer su fracaso. No entiendo cómo se puede llamar progreso a algo tan divisivo, sectario y excluyente, es un misterio que no consigo desvelar.

No nos engañemos, la adulteración del lenguaje no es algo inocente, sirve a un objetivo de poder y se usa para dividir a la sociedad y que esta desconozca lo que se quiere conquistar e imponer por parte del izquierdismo militante. Como escuché a un político conservador una vez “Progresismo es a progreso lo que carterista es a cartera”.

El mundo occidental es el lugar del mundo más humano, justo, libre y rico del planeta. No es una casualidad, es producto de la evolución del Derecho Romano, la Filosofía griega y la Moral Judeocristiana. Los conceptos claros que hemos ido heredando de ese capital es necesario destruirlos para imponer un sistema nuevo que sería una herencia bastarda del despotismo oriental. Lo demás son “subjetividades tóxicas” de personas y personajes que mienten y manipulan. Dejemos las frases huecas y los términos horteras y ortopédicos  a otros y mantengamos el Diccionario de la Real Academia no sólo como referente de la lengua si no también como auxiliar de la moral política.

Ya termino con una frase de Will Durant  “ Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro” que me lleva a esta conclusión: La destrucción del lenguaje es una forma de destruir nuestra cultura desde dentro. A fondo.

Autor: Javier Soler-Espiauba Gallo / Profesor de Educación Física.

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