«Uno de los objetivos políticos reside en la posibilidad de realizar un intercambio entre este territorio ruso y parte del territorio ucraniano ocupado por Rusia»
A los dos años y medio de la invasión rusa en Ucrania, que se cumplen el próximo sábado, nadie duda de que en la actual guerra entre Rusia y Ucrania ninguno de los dos países va a ganar, no solo por la falta de capacidad operacional de ambos actores en la vigente situación de guerra de desgaste sino también porque Occidente no lo iba a permitir.
De lo que se trata ahora, en estos días de agosto y antes de que se celebren las elecciones en Estados Unidos, el próximo 5 de noviembre, es alcanzar las mejores bazas estratégicas para las negociaciones que se realizarán al final de la guerra. Es esta una de las razones por las que Ucrania ha lanzado una incursión militar en territorio ruso, en la región de Kursk, el pasado 6 de agosto, que ha producido un giro inesperado en el desarrollo de la guerra.
En el momento actual, las últimas informaciones hablan de que Ucrania controla cerca de 1.250 km2 en territorio ruso que incluyen algo más de 90 localidades, que mantiene unos 10.000 efectivos en dicho territorio, que ha destruido tres puentes en la región de Kursk con objeto de impedir el apoyo logístico de las fuerzas militares rusas que tratan de impedir la incursión ucraniana y que intenta conservar y ampliar el terreno conquistado de cara a las esperadas negociaciones.
En una primera aproximación, este audaz ataque ucraniano ha sorprendido a Rusia y constata un fallo de sus servicios de inteligencia, a lo que se añade el deficiente sistema defensivo ruso en esta región fronteriza con Ucrania, continuación del actual frente bélico de cerca de 1.000 kilómetros que se extiende desde Jersón a Jarkov, integrado por posiciones defensivas de ambos países que nos recuerda a la IGM (Primera Guerra Mundial).
Entre los objetivos de Ucrania al efectuar esta maniobra operacional con una profundidad calculada se destacan las siguientes: obligar a Rusia a desplegar fuerzas sacadas de las empleadas en sus ataques en la región de Donbas, conseguir una importante baza estratégica mirando a las previstas negociaciones, disponer de una zona tapón para impedir ataques contra territorio ucraniano desde áreas fronterizas rusas, crear un problema interno en Rusia ante su población al mismo tiempo que amplia el frente bélico en casi 100 kms en una zona vulnerable y desguarnecida rusa con unas condiciones de defensa deficientes.
Un indicio claro del impacto que ha producido la incursión militar ucraniana en territorio ruso ha sido la rápida reunión del Consejo de Seguridad de Rusia, integrado por el presidente Vladimir Putin y sus colaboradores más cercanos, que declaró el estado de emergencia en todo el territorio ruso y la evacuación de varios miles de ciudadanos. El Ministerio ruso de Emergencias declaraba el 20 de agosto que habían sido evacuadas más de 122.000 residentes en el sur de la región de Kursk.
Desde el punto de vista político-estratégico, la ofensiva ucraniana en la región de Kursk constituye un éxito incuestionable dado que, por un lado, las fuerzas militares ucranianas han cambiado de una actitud defensiva en la que estaban desde principios de este año a una actitud ofensiva en la que ha conseguido sustanciales objetivos al mismo tiempo que ha supuesto un fuerte impulso moral para la castigada ciudadanía ucraniana. En definitiva, Ucrania ha recuperado la iniciativa en las operaciones y ha demostrado poseer una estatura estratégica indiscutible.
En el horizonte operacional y con independencia de que ahora es difícil saber exactamente los logros definitivos alcanzados por el avance ucraniano y cuánto tiempo podrán ser mantenidos, lo cierto es que se ha demostrado que las fuerzas ucranianas disponen de la habilidad suficiente para maniobrar en el arte operacional y ser capaces de realizar una profunda penetración militar con resultados positivos en el despliegue enemigo.
No parece haber duda de que uno de los objetivos políticos de esta atrevida maniobra operacional de las fuerzas ucranianas reside en la posibilidad de realizar un intercambio entre este territorio ruso y parte del territorio ucraniano ocupado por Rusia. Hay que tener en cuenta que la región de Kursk conforma una importancia estratégica tanto por disponer de una central nuclear en funcionamiento como por ubicarse en la ciudad de Sudzha la última estación operativa de distribución de gas natural que va a Europa a través de Ucrania.
De acuerdo con las declaraciones del presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, del pasado 17 de agosto, Ucrania estaba llevando la guerra hacia el territorio del agresor. Dos días antes, las fuerzas ucranianas habían atacado un aeródromo militar en la región de Lipset, al sur de la región de Kursk, donde se encontraban aviones de combate Su-34, Su-35 y MIG-31 de las fuerzas armadas rusas.
Rusia ha conquistado, el 19 de agosto, la localidad ucraniana de Niu York en la provincia de Donestk en el marco de su ofensiva en Donbás, con la intención de conquistar la estratégica ciudad de Pokrovsk. Putin lleva una década intentando ocupar Donbás – que incluye las provincias de Lugansk y Donestk – y le interesa acabar de ocupar dicha región antes de las elecciones en Estados Unidos el próximo 5 de noviembre ya que en caso de ganar Donald Trump, este ha prometido terminar con la guerra en Ucrania.
Para hacer frente inicialmente a la incursión ucraniana lo que está haciendo ahora Rusia es enviar a reclutas de los nuevos reemplazos a Kursk para combatir contra las fuerzas ucranianas en contra de lo que Putin había prometido a los padres de los reclutas de no enviar ningún recluta a la guerra. Una situación que no puede durar mucho ya que se arriesga a manifestaciones y tensiones sociales dentro de la ya reprimida ciudadanía rusa.
Con esta maniobra operacional Ucrania ha puesto en una triple disyuntiva a Rusia. Por un lado, puede parar la ofensiva en Donbás y trasladar unidades de combate para defender la región de Kursk. Por otro, puede seguir con la ofensiva en Donbás y arriesgarse a perder territorio ruso que será ocupado por fuerzas militares ucranianas. Por último, tiene la opción de emplear a unidades de reclutas para combatir en la región de Kursk. Ninguna de estas opciones beneficia a Rusia.
Esta nueva dinámica de la guerra presenta unas repercusiones favorables a los intereses de Ucrania. En primer lugar, está originando un fuerte impacto interno en Rusia al salir a la luz que no controla Ucrania. En segundo lugar, introduce una vulnerabilidad en el país de los zares al reconocer que el Estado no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Por último, proporciona una mayor fortaleza a Ucrania de cara a las previstas negociaciones.
Pero también es una ofensiva arriesgada toda vez que no se debe descartar la posibilidad rusa de conquistar totalmente la región de Donbás utilizando todos los efectivos allí desplegados y que, además, logre recuperar Kursk empleando fuerzas actualmente preparadas para tomar la fronteriza localidad ucraniana de Vovchansk, Es verdad que estas fuerzas no son suficientes para llevar a cabo una maniobra operacional con garantía de éxito para recuperar la región de Kursk. En todo caso, para ser realistas, la opción del fracaso de la maniobra ucraniana existe.
Con independencia de que, a dos semanas de la maniobra operacional de Ucrania penetrando en la región de Kursk no se puede saber si cumplirá con los objetivos previstos, por una parte, y de cuánto tiempo puede conservar el territorio ocupado, por otra, lo cierto es que el país del Dniéper ha llevado a cabo un sorprendente movimiento operacional de fuerzas que ha conseguido producir un giro en la dinámica del conflicto, hasta ahora empantanado en una estática guerra de posiciones.
Todo ello ha cambiado drásticamente la situación en el campo de batalla. Ahora la pelota está en el tejado de Rusia. Hay que esperar su respuesta para recuperar la región de Kursk para lo cual tiene que organizar una estructura operativa potente integrada por combatientes no por reclutas. Putin no puede permitir ni ante su ciudadanía ni ante la comunidad internacional que ha perdido parte del territorio de la Madre Rusia.
En definitiva, estamos ante un importante giro en la estrategia de la guerra de Ucrania, caracterizado, principalmente, por la recuperación de la iniciativa por parte de Ucrania, por la incursión y conquista de territorio ruso y por el resurgimiento del arte operacional, olvidado durante más de un año. En función de cual sea la respuesta de Rusia ante esta nueva maniobra operacional, con sus éxitos o fracasos, este giro estratégico se inclinará a favor del país del Volga o a favor del país del Dniéper. El tiempo nos lo dirá en el próximo futuro.
Autor: General de División (Retirado) Jesús Argumosa Pila. De la Asociación Española de Militares Escritores. Imagen: rtve.es