«Hezbollah, igual que Hamas, tiene una funcionalidad social y política mucho más amplia que su simple brazo armado, y además participa, como partido principal en el Gobierno del Líbano»
La visita del Primer Ministro Netanyahu a Estados Unidos, muy bien recibido a pesar de los resultados de las operaciones con bajas civiles producidas en su guerra contra el grupo terrorista Hamas, exageradas, si se puede admitir convencionalmente este concepto, más allá de las colaterales, tiene un sentido central de petición de ayuda al aliado americano, y concedida casi de inmediato, en cuestión de armamento, pues la política es patente que la tiene, sobre todo en el periodo preelectoral actual norteamericano.
Probablemente el Primer Ministro judío la solicitó, tanto para recibir un último apoyo del Presidente Biden, como para indicarle que el frente, cada vez más abierto con la milicia chiita Hezbollah, precisa de un último esfuerzo; tampoco es probable que las recientes operaciones de eliminación de altos cargos de Hezbollah y Jefe de Hamas, fueran advertidas a Estados Unidos, por su sensibilidad y posible veto.
Es patente que Hezbollah/2024 no es la misma que la del 2006, cuando su efímera guerra con las FDI de Israel (Fuerzas de Defensa de Israel) finalizó en tablas, esgrimiendo los chiitas una estrategia híbrida (Convencional, irregular y cognitiva), sorprendiendo a judíos y analistas occidentales, decidiendo Irán su utilización definitiva como fuerza de choque contra Israel, en su deseo de hacerse con el Creciente Fértil en Oriente Próximo y Medio.
Hezbollah, igual que Hamas, tiene una funcionalidad social y política mucho más amplia que su simple brazo armado, y además participa, como partido principal en el Gobierno del Líbano. La lucha de Israel contra Hezbollah significaría agredir al país donde se asienta, aspecto que no sería la primera vez que lo realiza, pues se trata de una maniobra repetida por las FDI judías buscando la seguridad de sus fronteras y con ella la necesaria distancia de los orígenes de fuego chiita con respecto al norte de Israel.
En 1982, a través de la Operación “Paz en Galilea”, los judíos invadieron el Líbano, entraron en Beirut, y allí se produjeron los lamentables acontecimientos de Sabra y Shatila, con la presencia del entonces Ministro de Defensa Ariel Shaaron, donde cerca de 2.000 palestinos de dichos campos fueron asesinados por las milicias cristiano libanesas; Israel no abandonaría el sur del Líbano hasta el año 2000.
Tampoco es para olvidar el litigio de Israel con Siria por los Altos del Golán, arrebatados al país de dirigencia alauita en las operaciones de 1967; para los que no conozcan la zona, se trata de una posición estratégica con amplia observación sobre el lago Tiberiades, y por lo tanto batido por los que la detenten; los sistemas SIGINT y de alarma de movimiento vigilan una de las fronteras más tensas del Planeta, donde el contacto es permanente y los dispositivos militares a ambos lados impresionantes; la mayor reserva de agua potable de Israel se encuentra en ese lugar, que suministra a todo el país, y por tanto constituye un objetivo de primer orden, aspecto que hace muy improbable que se devuelva a Siria; allí se estacionan también milicias pro Irán; todos estos objetivos poseen un despliegue de fuerzas de interposición de Naciones Unidas, entre ellas españolas en la zona del río Litani.
Líbano apenas se recupera de sus problemas económicos, sociales y geopolíticos, estos últimos por su situación entre dos mundos que se tienen declaradas las hostilidades permanentemente, y por el ansia expansionista de Irán. Los persas conocen perfectamente las potencialidades de Hezbollah, milicia que han utilizado en Irak y Siria, contra el Estado Islámico e intereses norteamericanos en dichas zonas, y con gran afinidad con las milicias de obediencia iraní en ambos países; sus relaciones y adiestramiento con la Fuerza Al Quds son bien conocidas, como lo es su situación privilegiada para que Irán coordine las acciones de sus peones sobre Israel.
Por eso Hezbollah no es la milicia del 2006, sus capacidades armadas han aumentado notablemente, como la influencia de los persas, que han redoblado su dotación de armamentos y adiestramiento. La milicia chiita posee arte militar y orden operacional, sabe maniobrar, posee inteligencia y mando y control centralizados y ejecución descentralizada; su capacidad para atacar los flancos y la retaguardia de unas IDF en ataque contrastan con el enfrentamiento frontal del 2006; sus más de 120.000 cohetes y misiles disponibles, ya guiados, arrasarían el norte de Israel y muy probablemente alcanzarían TEL AVIV, saturando seguramente los sistemas judíos de defensa; sus drones suicidas causarían un buen quebranto a los sistemas acorazados de Israel, etc, sería otra guerra diferente, que precisa el apoyo de Estados Unidos.
Todos estos aspectos, que no arredrarían a los judíos, sí les obligarían a invadir el Líbano, donde Hezbollah oculta y dispersa sus sistemas de armas, y con ello muy posiblemente se provocaría la intervención directa, ineludible, de Irán. ¿Se lo puede permitir Israel en este momento?
Autor: Ricardo Martínez Isidoro / General de División Rdo. Asociación Española de Militares Escritores.