«La guerra ha conseguido anular todo el esfuerzo diplomático desarrollado por Israel para tejer una etapa de apertura al exterior«
En la Guerra de Israel contra Hamás, después de los sangrientos episodios del 07.10.23, que desencadenaron la no menos sangrienta reacción israelí contra Gaza y el grupo terrorista, parece oportuno establecer algunas certezas percibidas en esta larga contienda, larga y extraña por la exigüidad de su zona de operaciones y el diferencial de potencia de combate entre ambos contendientes. Cabe decir, en el ámbito global, que si la guerra de Ucrania ha servido para cohesionar la OTAN y la UE, incluso atrayendo a países como Suecia, neutral, y Finlandia neutralizada tras la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Gaza ha desunido a los occidentales, a consecuencia de la forma con que Israel ha llevado a cabo la represalia, infligiendo daños y bajas desorbitados en la Franja, aunque su reacción estaba dentro del marco del derecho a la defensa consagrado por Naciones Unidas.
A las propuestas de ciertos Estados europeos, entre ellos España, sobre el arreglo del largo conflicto, ha seguido una impregnación también en el mundo universitario, tanto europeo como norteamericano, que ha resquebrajado la solidaridad occidental hacia Israel, en otros tiempos mucho más sólida. La guerra ha conseguido anular todo el esfuerzo diplomático desarrollado por Israel para “tejer una etapa de apertura al exterior”, especialmente hacia el mundo árabe; la represalia, tan cruenta para los inocentes, es posible que sea recordada durante mucho tiempo y cierre los caminos siempre difíciles de la deseada reconciliación; todo ello se puede asignar como una victoria para los intereses de Irán en la región.
Israel y el país persa han mostrado sus instrumentos de disuasión mutua y su abstención de librar una guerra directa, que ninguno deseaba; es muy probable que la actitud de los EEUU en la zona, y su decisión declarada de defender a Israel, hayan contribuido a esa momentánea inhibición iraní. La comparación de las guerras de Ucrania y Gaza, en relación con el comportamiento de Estados Unidos, y sus apoyos a agredido y agresor, respectivamente, daña el prestigio norteamericano, siempre dependiente del lobby judío, y más en periodo electoral.
El apoyo armamentístico norteamericano a Ucrania ha podido haberse visto debilitado, no solo por las decisiones tardías de las Cámaras de Estados Unidos, sino por la necesidad de distraer recursos en beneficio de Israel, que al parecer ha tenido la prioridad. Israel, y sus FDI, han perdido el relato que hubiera guiado una represalia legítima y proporcional a la afrenta de un grupo terrorista en su acto más grave de la dilatada historia de desencuentros. El Estado judío ha tenido ocasión de recuperarse de esa opinión negativa que ha ostentado en toda la campaña, mediante treguas, facilidades para la acción humanitaria hacia la población palestina, acciones militares más quirúrgicas, etc, pero ha imperado el objetivo final, destruir a Hamás, aspecto difícil de conseguir en cualquier caso.
La respuesta limitada al ataque masivo de Irán sobre Israel, aunque poco efectivo por su defensa y apoyos recibidos de sus aliados, significó también un momento de cierta recuperación del relato para los judíos, aunque la continuación de las operaciones con la misma intensidad lo ha devuelto a la situación actual.
Es patente que la inteligencia necesaria para prevenir el atentado de Hamás falló en su día, como han reconocido AMAN y SHIN BET, servicios de inteligencia militar y de contrainteligencia respectivamente, cuyos directores han dimitido, el primero, y el segundo anunciado hacerlo próximamente cuando terminen las operaciones; contra lo que pueda argüirse, el Mossad, servicio de inteligencia exterior, estaba en otros menesteres como su funcionalidad explica.
Pero el estado actual de las operaciones, que han desorganizado prácticamente la sociedad gazatí y sus infraestructuras, han perturbado la HUMINT judía, y difícilmente son efectivas las SIGINT e IMINT, aunque permanece la CIBERINT (fuentes humanas, de señales electromagnéticas, imágenes y del ciberespacio, respectivamente); esto provoca que las acciones sean menos selectivas e impere la destrucción en lugar de la neutralización de los terroristas y sus instalaciones; estas tácticas, muy lesivas para la población, fueron empleadas por Rusia en Chechenia (siendo Putin Primer Ministro) y volvieron en la Guerra Civil de Siria, donde, a falta de otros medios, se bombardeaban los objetivos con barriles llenos de explosivos desde helicópteros, recurriendo, al parecer, incluso a agresivos químicos para anular las capacidades de los “terroristas”, provocando grandes daños colaterales.
No obstante, las FDI judías han utilizado tácticas y procedimientos no acordes con el Derecho de los Conflictos Armados, y pueden ser objeto de enjuiciamiento internacional, como el Consejo de Ministros presidido por Netanyahu; los rehenes siguen presos o fallecidos, y Hamás no ha sido erradicado, y lo que es peor en este tipo de conflictos, la población no ha sido precisamente conquistada, aunque tampoco ha rechazado al grupo terrorista, que sigue amparándose en ella para subsistir.
Autor: Ricardo Martínez Isidoro / General de División. Escritor de la Asociación Española de Militares Escritores (AEME)