“Castañas, osos y desarrollo rural” cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO)
Los castañares son un tesoro cultural y natural de la Cordillera Cantábrica muy amenazado por el abandono de los aprovechamientos tradicionales, la incidencia de plagas y enfermedades y la despoblación. Para potenciar su papel como ecosistema generador de bioeconomía y desarrollo rural, la Fundación Oso Pardo (FOP) liderará un proyecto que recuperará y pondrá en valor castañares tradicionales de fruto en áreas oseras de Asturias, Cantabria y Castilla y León. En un contexto de cambio climático, estos bosques jugarán un papel clave en el futuro del oso pardo cantábrico como fuente de alimento seguro y estable.
Coordinado por la Fundación Oso Pardo (FOP), el proyecto “Castañas, osos y desarrollo rural” cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), con un presupuesto total de 2.026.790,40 euros. Participan como socios la Universidad de Oviedo, SEO/BirdLife, la Fundación Oso de Asturias y la Fundación Camino Lebaniego, y se desarrollará hasta diciembre de 2025, enmarcado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.
Implicando a los habitantes del territorio de las áreas oseras de la Cordillera Cantábrica, el proyecto pondrá en valor los castañares tradicionales -que sufren un fuerte proceso de abandono- con la intención de recuperarlos, mejorar su salud y vitalidad, y aumentar la producción de fruto. La meta del proyecto es recuperar 108 hectáreas de estos bosques en Asturias, Cantabria y Castilla y León, un servicio que se ofrecerá de manera gratuita a propietarios públicos y privados de las áreas de actuación. También se plantarán 12.000 árboles injertados con variedades locales, algunas en riesgo de desaparición.
En Cantabria, los esfuerzos se concentrarán en el valle de Liébana, en los municipios de Cillorigo de Liébana, Vega de Liébana y Cabezón de Liébana. Quedan muy pocas masas de castaño en la región, y su presencia en áreas oseras se limita a algunas zonas con árboles centenarios, pese al potencial ecológico y climático para la expansión de la especie.
Además de la creación de empleo verde y dinamización rural, priorizando la contratación de mujeres, el proyecto ofrecerá formación a propietarios y trabajadores forestales sobre la gestión y manejo del castaño, la lucha contra plagas y enfermedades, y procesos y canales de comercialización. La castaña es un alimento saludable y un producto forestal de alto valor añadido, con un gran potencial como motor de desarrollo rural.
El castaño, clave para el futuro del oso pardo
En otoño los osos recorren los bosques en busca de frutos secos como bellotas y hayucos, una fuente vital de grasas para la hibernación. La producción de los robledales y hayedos de la Cordillera Cantábrica varía cada año –son árboles veceros, pero los castañares bien conservados y gestionados producen fruto de manera constante, otoño tras otoño: las castañas son por ello un alimento seguro, nutritivo y energético en la dieta del plantígrado. Esta relación será cada vez más importante en el futuro, pues el castaño -de carácter termófilo– es uno de los árboles resilientes al cambio climático en la Cordillera Cantábrica. Según diversos estudios científicos, los castañares podrán expandir su hábitat óptimo a áreas de mayor altitud. Por eso serán claves para la conservación del oso y de otras especies que se alimentan de frutos, como las aves forestales. Estas, a su vez, proveen de importantes servicios ecosistémicos, como es el control biológico de las plagas de insectos que pueden afectar a los castaños.
En esta línea, como parte del proyecto se contribuirá a mejorar el conocimiento científico sobre las variedades tradicionales de castaño, su conservación y manejo, el potencial de recuperación y su idoneidad ante el nuevo escenario climático. El proyecto pondrá en valor el vínculo entre osos y castaños como un activo de turismo sostenible. Se acondicionarán y señalizarán tres rutas interpretativas en áreas oseras, y también se restaurarán seis corras, las construcciones tradicionales utilizadas para conservar las castañas.
Para evaluar su rentabilidad social y su importancia para el bienestar y el desarrollo del medio rural, está previsto elaborar un análisis económico sobre los servicios ecosistémicos generados por estos paisajes. También se realizarán dos estudios sobre su importancia para la biodiversidad, con el foco en las aves forestales y la conservación de los plantígrados.