Un estudio del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IHCantabria), publicado recientemente en la revista Nature Communications y destacado en la página web de Editor’s Highlights de Nature Communications como uno de los 50 mejores publicados en el área de impactos del cambio climático, demuestra que las playas constituyen sistemas de defensa natural dinámicos frente a inundaciones.
Esto significa que su desaparición −total o parcial, temporal o crónica− implicará una pérdida de protección y el incremento del riesgo ya que el retroceso de la línea de costa por erosión conduce a mayores inundaciones, como ha ocurrido en el pasado tras temporales extremos. Así lo explica el catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Cantabria (UC) y director de Investigación del Instituto de Hidráulica Ambiental (IHCantabria), Íñigo Losada. En su criterio, “las costas que no llegan a recuperarse de la erosión sufrida durante grandes temporales acaban teniendo mayores problemas de inundación, lo que afecta a la zona que protegen”. Este ha sido el caso de muchas playas en el Cantábrico, después de los temporales de 2014.
Por otro lado, las playas prestan un servicio de recreación evidente y, en muchos países, constituyen el recurso fundamental del sector turístico. Por tanto, la pérdida de playa tiene un impacto económico directo sobre las zonas en las que se localizan. ¿Cómo la acción combinada de los impactos de erosión-inundación puede reducir los servicios de protección y recreación, y evaluar los daños en términos económicos? Esta es la pregunta a la que se responde en el artículo publicado en Nature Communications. De sus cuatro autores, tres están vinculados a IHCantabria: Alexandra Toimil, Íñigo Losada y Moisés Álvarez.
“Nos planteamos como objetivo desarrollar un marco conceptual y los modelos necesarios para cuantificar los beneficios de las playas en la reducción del riesgo de inundación asociado a tormentas y al aumento del nivel medio del mar, y contribuir a mejorar la toma de decisiones de adaptación”, explica Alexandra Toimil, investigadora postdoctoral Ramón y Cajal del Departamento de Ciencias y Técnicas del Agua y del Medio Ambiente la UC.
La metodología aplicada en este estudio se basa en obtener el daño evitado por la protección que proporciona la playa ante eventos extremos de oleaje y mareas, así como ante el aumento del nivel medio del mar. Para ello, los autores han calculado y comparado los daños por inundación en dos situaciones distintas: considerando la erosión de la playa y asumiendo su mantenimiento; es decir, asumiendo que la línea de costa se mantiene fija debido a la implementación de medidas de adaptación.
Caso piloto
Esta metodología fue aplicada en un caso piloto en Narrabeen, Australia. En esta playa se cuenta con información histórica sobre la evolución de la costa, desde hace más de 40 años, y de los daños sufridos en los activos protegidos de gran calidad; por tanto, esos datos posibilitan validar la metodología. No obstante, se trata de una metodología que puede aplicarse en cualquier parte del mundo.
Según Toimil, este trabajo “muestra que, en 2050, los beneficios de mantener la línea de costa actual en términos de protección y recreación podrían ser más de 150 veces superiores al coste de su mantenimiento, mediante la regeneración de la playa”. Sus resultados ponen de manifiesto que, “el hecho de no considerar el dinamismo de la línea de costa en estudios de inundación puede dar lugar a infraestimaciones del riesgo especialmente importantes a fin de siglo”, dice Moisés Álvarez, investigador postdoctoral en IHCantabria.
Los resultados de este estudio son un avance sustancial para conocer el valor real de las playas, con el fin de mejorar su gestión en el futuro. Por ejemplo, considerar su mantenimiento mediante la aportación de sedimento puede ser una medida fundamental para la adaptación al cambio climático. “Contar con una metodología robusta y completa para calcular adecuadamente la función y el valor −presente y futuro− de las playas, en la adaptación al cambio climático, facilitará tener un mejor criterio a la hora de invertir en su mantenimiento”, concluye Losada.