Viernes 3 y sábado 4 de marzo. Sala Pereda. 19:30 h
Teatro: ‘¡Ay, Carmela!’ de José Sanchís Sinisterra
Dirección José Carlos Plaza / Con María Adánez y Pepón Nieto
Asistentes de dirección: Steven Lance Ernst, Álvaro Pérez, Bruno López-Linares / Ayudante de dirección: Rocío Vidal / Fotografía: Marcos GPunto / Coreografía y voz: Ana Cristina Mata / Música: Víctor Elías y Javier Vaquero / Diseño vestuario: Gabriela Salaverri / Escenografía e iluminación: Javier Ruiz de Alegría / Imprenta y diseño gráfico: Gráficas Isasa / Transporte: Transportes Castillo / Peluquería: Marta García / Realización vestuario: Paloma de Alba / Tinte y ambientación: Taller María Calderón / Realización decorados: Zvonimir Ostoic / Sastrería: Luis Delgado / Sonido: Juanjo Cañadas / Maquinaria y regiduría: Kike Hernando / Iluminación: Eva Sáez / Dirección técnica: Celso José Hernando / Gerencia: José Casero / Productores: Celestino Aranda y Jesús Cimarro
Una producción de Producciones Faraute y Pentación Espectáculos
Duración: 100 min. Sin descanso
Carmela vuelve una y otra vez. Vuelve su recuerdo contra el olvido. La evocamos para que su espíritu no se pierda en el cómodo mundo de la indiferencia. Vuelve a alertarnos, a gritarnos con su presencia que el huevo de la serpiente, que siempre ha estado ahí, se está rompiendo.
Nuestro sueño de un mundo de tolerancia, de comprensión, de permisividad hacia lo diferente, de igualdad, de solidaridad, de justicia social se va resquebrajando y el mundo fascista de intransigencia, terquedad, obstinación, testarudez avanza tan incompresible como imparablemente. Carmela es nuestra memoria y nuestra culpa como lo es de ‘El Paulino’, el ‘cagón’. ¿A quién nos recordará? Pero ahí está Carmela con su verdad, su vitalismo, su pasión y su valentía. Carmela, ejemplo de amor hacía la vida y hacia los demás, valores que están dentro del alma de las buenas personas. Carmela, reivindicación de la bondad tan denostada en estos días.
Carmela es divertida, brillante y descarada. Pura raíz, pura sangre. No piensa mucho, convive con los que la rodean, siente y padece. Un ser sin cultura, sin sofisticaciones, sin prejuicios que es carne viva, sensible al dolor de los demás. Y Carmela se sacrifica porque no puede vivir en un mundo podrido. “Pobre país que necesita héroes”. Y nosotros cogemos aire con la mayor alegría y profundidad posibles para volver a suspirar ¡Ay, Carmela!