28/11/2024

nada personal, solo información

Teatro: ‘Yo, la peor del mundo’, viernes 21 y sábado 22 de octubre, sala Pereda, 19.30 h.

Viernes 21 y sábado 22 de octubre. Sala Pereda. 19:30 h / Teatro / ‘RIF [de piojos y gas mostaza]’ de Laila Ripoll y Mariano Llorente  Dirección Laila Ripoll / Con Arantxa Aranguren, Néstor Ballesteros, Yiyo Alonso, Ibrahim Ibnou Goush, Carlos Jiménez-Alfaro, Mariano Llorente, Mateo Rubistein, Sara Sánchez y Juan Carlos Pertusa

Escenografía: Arturo Martín Burgos / Iluminación: Luis Perdiguero / Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas
Música y espacio sonoro: Mariano Marín / Videoescena: Álvaro Luna / Ayudante de dirección: Héctor del Saz
Ayudante de escenografía: Laura Ordás / Ayudante de iluminación: Marta Martí / Ayudante de vestuario: Mélida Molina
Ayudante de vídeo: Elvira Ruiz Zurita / Fotografía: Luz Soria / Tráiler: Bárbara Sánchez Palomero
Diseño de cartel, programa y dossier: Javier Naval / Realización escenografía: Scnik Móvil / Vestuario: Sastrería Cornejo
Utilería: Hijos de Jesús Mateos / Distribución: Joseba García (A priori Gestión Teatral) / Coproducción: Centro Dramático Nacional, Micomicón y A Priori / Duración: 120 min. Sin descanso

Con ‘RIF [de piojos y gas mostaza]’ nos hacemos por encima de otras muchas la siguiente pregunta: ¿qué derecho tenía España a colonizar y explotar el RIF? A partir de ahí, al volver la vista a lo quedó tras casi medio siglo de protectorado, tras los miles de muertos de ambos bandos, tras la crueldad insoportable de las mutilaciones, de los incendios y los bombardeos, tras la utilización perversa por parte de los sucesivos gobiernos de España de los indígenas rifeños para intentar paliar la altísima mortalidad de los españoles, con todo eso el espectáculo que puede responder a esta pregunta inicial se ha de entretejer con humor y tristeza.

No encontramos otra salida que el sarcasmo y el dolor para desvelar la incontenible corrupción del estamento militar y su ridícula hombría, además de la rapiña de aquellos gobernantes y de las compañías mineras. Pero también para traer al escenario la conmoción de todo un país, de charanga y pandereta como diría el poeta, que vio cómo sus hijos eran enviados a morir por nada y obligados a matar a unos nativos que eran tan desgraciados y tan pobres como ellos y que tenían todo el derecho a proteger su tierra.

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