«¡Vamos a ver qué hay en esa feria!», esa ha sido la curiosidad despertada en el ciudadano que ha escuchado, visto y oído algo, quizás no sabe el qué, sobre una feria de oportunidades en Santander. Diversas asociaciones de comerciantes de la ciudad y de municipios limítrofes actuaron, se movilizaron y preguntaron a la Alcaldía de Santander por qué daban permiso a esta feria.
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Esta ha sido parte de la publicidad que este evento ha realizado para atraer al público. La otra parte de llamamiento a la ciudadanía la han hecho las asociaciones de comerciantes de Santander y aquellas limítrofes que describíamos anteriormente. Además de la concejala de Turismo, Comercio, Mercados y Relaciones Institucionales y la propia Alcaldesa que también han contribuido otorgando permisos. Entre todos han conseguido el efecto Boomerang. El efecto inverso de aquello que se espera. Suele ser lo normal.
A una feria del comercio donde hay que abonar dos euros por acceder, donde las autoridades municipales no quieren ir a hacerse la foto de rigor y de apertura social, a una feria donde lo llamativo son los precios y no la calidad, a ese tipo de reuniones de masa social quizás el Ayuntamiento debiera meditar hasta el propio nombre del lugar. Porque quienes hemos accedido a conocerlo, verlo, palparlo, aquí como en otras ciudades, pues se perciben diferencias. Santander trae a uno de sus palacios a un grupo de comerciantes que han abonado sus tasas, pero su producto es distinto al de muchos de los comercios que hay en Cantabria tanto en pequeño comercio como en franquicia.
Ahora los comerciantes de Santander, las asociaciones que han protestado y las que no han protestado debieran asumir que quienes otorgan esos permisos, la edil de comercio y la titular del Ayuntamiento carecen del teórico miedo escénico ante tales protestas. Son muchos años, décadas en una poltrona de acomodamiento político. Para finalizar la crónica nos quedamos con la expresión de una joven santanderina que en matutino sábado lluvioso, y delante de quien suscribe espetó: «En esta feria lo único que podemos pillar es el virus».