Un nuevo aviso situó la furgoneta con la perra en Baltezana (barrio de Ontón en Castro Urdiales). Edoardo Botta es un joven veinteañero italiano, amante de las bellas artes con las que se financia su estilo de vida bohemia y apasionado del surf, que recorre diversos países con costa a bordo de una furgoneta camperizada para coger las mejores olas posibles de cada zona. Esa pasión le llevó el pasado jueves a recalar en Pobeña con la idea de disfrutar del oleaje de la playa de La Arena que discurre entre Muskiz y Zierbena después de haber hecho lo propio en la zona de Somo en Cantabria. Sin embargo, lo que parecía un día más de aventuras sobre las olas, acabó trastocándose en un auténtico calvario del que pudo finalmente zafarse gracias a la empatía de un agente de la Ertzainetxea de Muskiz –que acababa su turno de trabajo– con el que coincidió al poner la denuncia del robo de su furgoneta del aparcamiento de Pobeña, cerca de la ermita de El Socorro. Una ayuda a la que se sumó la comprensión de los hospitaleros voluntarios que atienden el albergue de peregrinos de este enclave muskiztarra. No en vano los amigos de lo ajeno se llevaron la furgoneta de Edoardo con todas sus pertenencias, incluida una joven perra loba checa, de nombre Ariel, que reposaba en su interior mientras su dueño cabalgaba sobre el Cantábrico.
«Edoardo apareció muy nervioso acompañado de un ertzaina de la comisaría de Muskiz tras haber puesto la denuncia por el robo de su furgoneta y la desaparición de su perra Ariel. Venía tan solo con la tabla de surf y el traje de neopreno, sin ningún tipo de documentación, ni móvil ni nada», recordaba Jesús López, un hospitalario llegado de Madrid que este fin de semana completaba su turno en el albergue pobeñés. «Llegaron sobre las 21.00 horas del jueves y naturalmente le hicimos un hueco para que pudiera dormir mientras buscaba una solución a su desventura. También se le proporcionó algo de ropa de la que se van dejando los peregrinos para quitar peso de las mochilas o que se olvidan y durmió también la noche del viernes cuando ya pudo contactar con el consulado italiano que le proporcionó una pequeña dotación económica con la que pudo comprar algo de ropa y un móvil desechable, aunque en el albergue una peregrina le dejó su teléfono para que pudiera llamar a su familia», relataba Jesús. El hospitalario explicó que Edoardo no era un peregrino al uso «aunque sí comentó que había hecho algunos tramos de la ruta francesa».
Tras efectuar la llamada a su familia, el padre del italiano partía el viernes en coche desde Turín para auxiliar a su hijo con quien pudo reencontrarse en Pobeña el sábado por la mañana cuando ya habían logrado recuperar la furgoneta y a la perra Ariel. «Recibimos una llamada en el albergue para decir que habían encontrado una furgoneta con un perro en la zona de Liaño en Cantabria, pero fue una falsa alarma. Sin embargo, apenas dos horas después se volvió a recibir un aviso que situaba la furgoneta con la perra en Baltezana. Hasta allí le trasladó la Ertzaintza y pudo recuperar su vehículo y a su compañera de viaje. El interior de la furgoneta estaba revuelto, pero la documentación estaba intacta», relataba el hospitalero. Ayer domingo por la tarde la furgoneta aparcada frente al albergue desapareció nuevamente, pero esta vez por decisión de su propietario quien manifestó a los hospitaleros que los amigos de lo ajeno no le han hecho cambiar de planes, así, seguirá cogiendo olas con su inseparable amiga.
HISTORIA
Comisaría. El joven italiano acudió a la Ertzainetxea de Muskiz a denunciar el robo únicamente con su traje de neopreno y su tabla de surf. Todo lo que tenía, incluso su documentación, estaban con su perra Ariel en la furgoneta robada.
Peregrinos. Hasta conseguir hablar con la embajada y su familia, Edoardo fue atendido en el albergue de peregrinos de Pobeña, donde pudo dormir y cambiarse de ropa.