Francisco Laína García (1936-2022)
Director de la Seguridad de Estado durante el 23F / Laína estaba al frente de la Seguridad del Estado durante el intento de golpe de estado de Tejero en 1981 y ocupó, de hecho, el cargo de presidente durante el secuestro del Gobierno en el Congreso. Laína fue, la noche del 23F, la máxima autoridad civil del poder ejecutivo. Como el Gobierno en pleno estaba secuestrado en el Congreso, el Rey ordenó la creación de una Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios.
Tu comportamiento es desleal porque cuando yo hice las Milicias Universitarias me enseñaron que al jefe hay que seguirle hasta la muerte, y tu jefe es el Rey. Y lo que tienes que hacer es obedecer al Rey». Era la una de la madrugada del ya 24 de febrero de 1981 y el general Alfonso Armada acababa de entrar en el despacho de Francisco Laína, director de la Seguridad del Estado durante el intento de golpe de Estado, y le había pedido que ordenara a la Guardia Civil y a la Policía Nacional que se unieran a la sublevación. «Porque el Rey se equivoca –decía–. Éste es un asunto que tenemos que resolver entre militares».
Armada no contaba ni con el carácter enérgico ni con el sentido de la autoridad de quien esa noche ejerció de hecho la Presidencia del Gobierno, y que en la tarde de este viernes ha fallecido en su Ávila natal.
Cuando en octubre de 2013 tuve una larga conversación con él sobre lo que ocurrió esa noche, Francisco Laína –a quien desde hace 42 años me unió una sincera amistad– me contó que él estaba al tanto del papel de Armada porque el general Sabino Fernandez Campo, mano derecha del Rey en Zarzuela, le llamó a la ocho de la tarde para advertirle: «Mucho ojo con Armada, que está metido en el asunto». Fernández Campo había sido alertado minutos antes por el entonces jefe de los Servicios de Información de la Guardia Civil, teniente coronel Andrés Casinello, a quien el general de la zona de Valencia, donde se había sublevado el general Milans del Bosch, le dijo que, según su información, «Armada va de presidente del Gobierno».
Recuerdo lo que en esa entrevista me dijo textualmente porque tomé nota de sus palabras: «Desde la primera conversación telefónica que tuve con el Rey, al poco tiempo de la entrada de Tejero en el Congreso, siempre me dijo, sin la más mínima duda, que había que enfrentarse al golpe y apoyar la Constitución. Y es completamente falso todo lo que se ha contado sobre sus supuestas dudas».
Recordaba Laína que, tras un enfrentamiento con Tejero en el Congreso, Armada había entrado en su despacho del Ministerio del Interior en la calle Amador de los Ríos con el aire de seguridad y prepotencia de un general de división que era además segundo jefe del Estado Mayor del Ejercito de Tierra. «Cuando oyó mi respuesta, se desfondó y su rostro se convirtió en el de un hombre vencido y hundido».
Laína fue esa noche la máxima autoridad civil del poder ejecutivo. Como el Gobierno en pleno estaba secuestrado en el Congreso, el Rey ordenó la creación de una Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios, integrada por 35 personas, que ejercieron como gobierno de hecho. Francisco Laína envío a lo largo de la noche seis comunicados a los 50 gobernadores con órdenes precisas para hacer frente a lo que estaba ocurriendo.
Además, habló con Jaime Milans del Bosch: «Tuve esa noche tres conversaciones telefónicas con el general. Las tres conversaciones no sirvieron para nada; fueron tensas pero no hubo falta de respeto. Milans estuvo firme pero no hubo faltas de respeto y probablemente yo alcé la voz más que él».
Cuando se liberó el Congreso en la mañana del 24 de febrero «bajé al Salón Regio del Ministerio del Interior para comunicar a mis compañeros de comisión el final del secuestro, y no olvidaré mientras viva el cálido aplauso que me dedicaron y, roto por la tensión acumulada, me eché a llorar».
Francisco Laína era amigo de sus paisanos Adolfo Suárez y Aurelio Delgado desde jóvenes. Tras terminar Derecho ingresó en el cuerpo de Técnicos de la Administración Civil del Estado, siempre adscrito al Ministerio del Interior. Nada más acceder a la Presidencia del Gobierno, Suárez lo nombró gobernador civil de Zaragoza, y el 12 de junio de 1980 lo ascendió a director de la Seguridad del Estado. Un nombramiento providencial porque la noche del 23 de febrero de 1981 fue el hombre adecuado en el lugar adecuado. Descanse en paz.
Autor: Emilio Contreras Ortega, periodista y era gobernador civil de Santander el 23-F.
Fuente: eldebate.com