«Todos los indicios apuntan que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca impulsará las negociaciones para un alto el fuego en la guerra en Ucrania»
Decía Zbigniew Brzezinski en su libro El gran tablero mundial, en 1997, “el escenario potencialmente más peligroso – para Estados Unidos – sería el de una gran coalición entre China, Rusia e Irán, una coalición antihegemónica unida no por ideología sino por agravios complementarios” [1]. Hoy los tres países son miembros de tres organizaciones muy dinámicas: la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), el grupo BRICS+ y el Cuarteto Revisionista. Las tres centradas en la masa asiática y dos de ellas con varios países en lista de espera. Sin duda, supone un problema preocupante para Occidente, en general, y para Estados Unidos, en particular.
Parto de la base de que la reciente visita del primer ministro eslovaco, Robert Fico, a Moscú junto con la visita del primer ministro húngaro, Victor Orbán, efectuada el pasado mes de julio, y la llamada del canciller alemán, Olaf Scholz, al presidente ruso, Vladimir Putin, en el mes de noviembre último, para tratar un posible alto el fuego en la guerra en Ucrania, constituye un error estratégico de la Unión Europea toda vez que se permite al líder ruso tratar a los líderes europeos con cierto desdén y menosprecio. Lo lógico es que Putin tenga un solo interlocutor en Occidente.
Todos los indicios apuntan que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca impulsará las negociaciones para un alto el fuego en la guerra en Ucrania. Lo que no se sabe es cuales serán los elementos clave de dicha negociación y en qué lugar quedarán la UE y Ucrania, teniendo en cuenta que Kiev reclama garantías de seguridad a Europa y a Estados Unidos al objeto de conseguir una “paz duradera”.
La situación actual en el teatro de operaciones es la de una guerra de posiciones, de trincheras y de desgaste, que se parece mucho a la existente en la Primera Guerra Mundial. A salvo de que la actual capacidad operacional de ninguna de las partes no reúne condiciones para lograr una victoria militar, la economía rusa se encuentra en estos momentos en una situación muy vulnerable con el 62% de la población en el umbral de la pobreza y el sector del carbón y de las infraestructuras al borde del colapso, sin poder mantener las necesidades y exigencias de una guerra larga. En la otra parte, Ucrania tiene una falta de personal y escasez de munición como importantes debilidades.
Por otra parte, la caída del régimen sirio de Bashar el Asad, aliado de Rusia, con independencia de que ha supuesto una sorpresa para los servicios de inteligencia rusos que han vuelto a equivocarse, provoca un efecto devastador para Moscú ya que el coste geopolítico ha sido muy alto porque no solo ve caer a un aliado, sino que, además, sitúa a Rusia en el lado de los perdedores, perdiendo influencia y credibilidad internacional. A ello se añade la vergonzosa imagen de la Madre Rusia abandonando a un aliado.
A mayor abundamiento, el derrocamiento de el Asad también ha puesto en tela de juicio la geoestrategia rusa en Oriente Medio y en África ya que la toma de poder por los rebeldes involucra la situación del futuro de la base naval de Tartus y del aerodromo de Jmeimim, en Siria, ambos rusos, dependiendo de la coincidencia o no de los intereses de las nuevas autoridades. Otro acontecimiento que afectaría muy negativamente a Rusia sería la caída de los precios del petróleo.
La principal premisa que se debe establecer a la hora de acudir a una mesa de negociaciones debe ser ¡Rusia no debe imponerse! Rusia es el agresor que ha atentado contra el derecho internacional, violando los acuerdos del Acta de Helsinki, en 1975, especialmente los de igualdad soberana, respeto a los derechos inherentes a la soberanía; la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza; la inviolabilidad de las fronteras; o la integridad territorial de los estados.
El momento que está atravesando Ucrania es crítico. La situación en el frente es tremenda y está apareciendo un invierno inclemente. Hay dos importantes razones por las que el apoyo a Ucrania sea ineludible para Occidente: por un lado, es preciso considerar que un final ventajoso para Rusia aumentará las posiciones revisionistas de China e Irán; por otro, la Unión Europea quedaría a merced de las ambiciones expansionistas de Putin. Miremos lo que está pasando en Georgia.
Existe un peligro potencial que puede romper la situación de equilibrio del frente de batalla, ocupado por diferentes posiciones defensivas de ambos contendientes. En concreto, si la ciudad de Pokrovsk, importante centro logístico y nudo de comunicaciones, es conquistada por las fuerzas rusas, el frente ucraniano se debilitaría y la situación de equilibrio bélico actual cambiaría a favor de Rusia. En este caso, las negociaciones serían realmente perniciosas para Ucrania. Por ello, se considera muy importante, estratégica y tácticamente, impedir la toma de esta ciudad por fuerzas rusas.
Un hecho objetivo es que, admitiendo que la UE pueda apoyar financieramente a Ucrania, Kiev es muy dependiente de las capacidades militares que le ofrece Washington en términos de munición, misiles, artillería y sistemas de defensa antiaérea. Europa no está en condiciones de proporcionar estas capacidades militares. Un tema crucial y el más importante en este momento es conseguir la UNIDAD de la Unión Europa en su posición sobre Ucrania.
A pesar de que en las conclusiones del Consejo Europeo del pasado 19 de diciembre se reafirma la determinación inquebrantable de la UE de seguir prestando apoyo político, financiero, económico, humanitario, militar y diplomático a Ucrania y a su población durante el tiempo que sea necesario y con la intensidad que se precise, Alemania sigue sin proporcionar el misil Taurus de largo alcance a Ucrania. El General Keith Kellogg, nombrado por Trump para llevar a cabo las negociaciones del alto el fuego en Ucrania está de acuerdo en enviar a Ucrania misiles de largo alcance.
El inicio de las negociaciones no parece estar cerca a pesar de que Trump señalaba que, para el 20 de enero, fecha de su toma de posesión en la Casa Blanca, ya se podrían encontrar las condiciones necesarias para ello. Sin embargo, las posturas actuales no parecen ir en esa dirección. Por un lado, Putin está ganando terreno por lo que no tiene incentivos para negociar ahora. Por otro lado, Kiev no quiere ir a las negociaciones hasta que no haya conseguido una baza estratégica sustancial para ir a ellas en una posición de fuerza.
Las distintas alternativas que se podrían contemplar en las previstas negociaciones para el alto el fuego en la guerra en Ucrania, tomando como premisas irrenunciables la garantía de seguridad de Ucrania y el compromiso de la devolución al país del Dniéper de su soberanía e integridad territorial, son las relacionadas a continuación.
- Conceder a Ucrania la membresía de la OTAN a medio plazo, mientras que Rusia devuelve los territorios ocupados a corto plazo, Kiev abandona Kursk, y se trata la posibilidad de que la península de Crimea quede bajo soberanía rusa en un futuro cercano.
- Reconocer a Ucrania un estatuto de neutralidad al mismo tiempo que se despliegan en territorio occidental ucraniano tropas estadounidenses y europeas durante un plazo a determinar, Kiev abandona Kursk, Rusia devuelve los territorios ocupados a corto plazo, y la península de Crimea se sujeta a una cosoberanía ruso-ucraniana.
- Excluir a Ucrania de pertenecer a la Alianza Atlántica, despliegue de tropas europeas en Ucrania Occidental durante un tiempo, Kiev abandona Kursk, Rusia devuelve los territorios ocupados a corto plazo, y la península de Crimea se sujeta a una cosoberanía ruso-ucraniana.
Por supuesto, caben otras alternativas que consideren distintas combinaciones de las que se han expuesto.
Autor: Jesús Argumosa Pila / General de División (R) / Asociación Española de Militares Escritores
[1] El gran tablero mundial. Brzezinski Z. Pág. 63. Ediciones Paidós Ibérica, S. A. Barcelona. 1998