«Este Estado desbocado que soportamos, depredador de nuestro dinero y carcelero del libre albedrío de la gente es un Estado incompetente, que falla, que no resuelve»
«Miré los muros de la Patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados» …
Gobierno de la Nación, Comunidades Autónomas, Diputaciones Provinciales, Cabildos Insulares, Mancomunidades, Ayuntamientos, Pedanías, Juntas Vecinales, Entes, Empresas Públicas y como no les parecía suficiente, por medio de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (otra más) se gastaron 2.284 millones de euros de los contribuyentes en comprar el 10 % del capital de Telefónica. Todo esto, acompañado por tres millones de empleados públicos para pastorear este monstruo, endeudado hasta el 110 % del Producto Interior Bruto Nacional, que es el Estado Español.
Debemos tener presente que este Estado desbocado que soportamos, depredador de nuestro dinero y carcelero del libre albedrío de la gente es un Estado incompetente, que falla, que no resuelve, que se desconoce para qué sirve con instituciones cabalgando el tancredismo como una de las bellas artes, que llega siempre tarde para atender las demandas de los contribuyentes, con lo cual se ha ganado una desconfianza, cuando no una hostilidad, que ha cultivado a conciencia.
El Estado y su tamaño, funciones, presencia, es algo permanente en los sueños húmedos de los estatistas de todos los partidos frente a los defensores de la libertad. La cuestión se ha saldado con una amplísima victoria, por la vía de los hechos, que no por superioridad moral ni intelectual, de los más perrunos hooligans de la cosa estatal.
En nada es superior el Estado sobre las personas, siempre ha sido así, confirmándose cada vez que terribles acontecimientos han asolado la Nación, únicos momentos en donde podría haber intentado justificar mínimamente su existencia ha fallado estrepitosamente no siendo capaz de dar respuesta eficaz. Ha pasado con DANA y pasó con COVID, saldados en conjunto con miles de muertos, ciudadanos desolados y auto organizándose, obligados por el colapso de quienes les machacan a impuestos, única campo de probada eficacia y no responde cuando se les necesita, con el patético hacer que hacen de los gobernantes tratando de ocultar una realidad que los contribuyentes están viendo. Todo ello en medio de un desastre competencial insoportable por lo inservible que ha demostrado ser.
Es una evidencia indubitada que el Estado no se entera de los estados emocionales de la gente y cuáles son sus aspiraciones, utilizando siempre la omnipotencia de su actuación con una auto otorgada superioridad moral, que siendo como es inaceptable, durante décadas le ha permitido esclavizar a los ciudadanos vía impuestos, vía servicio militar obligatorio que fue tal durante muchos años, el secuestro domiciliario de la gente ante una pandemia que evidenció su incompetencia, su inutilidad y su tendencia al abuso, todo ello convenientemente adobado por los intelectuales orgánicos que formando una contundente y mejor compensada alianza con el Estado lanzan la moto averiada de su dignidad e infabilidad , que cuando es necesario se acompañan de sus expertos de cámara que formando el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada, ENOS, buscan imperiosamente la obediencia acrítica ciudadana a la que pretenden colectivizar, en donde cualquier discrepancia, cualquier voz por muy aislada que sea, cualquier persona dudando de la divinidad del Estado y sus tentáculos será señalada, apartada, aislada en base a la razón de estado, prístina evidencia que proyecta el Estado cuando no tiene razón.
Esta preponderancia de «lo público» vocablo rechazable como compendio mágico para justificar todos los abusos, la inutilidad del Estado basura que pagamos, se está empezando a poner en duda por algunos ciudadanos, lo que ha puesto a los estatistas como chimpancés con amígdalas los cuales se han lanzado a través de los medios del régimen a taponar las vías de agua que comienza a tener el elefantiásico Estado fracasado.
No puede negarse que esta impunidad del fracasado Estado español tienen mucho que ver el silencio de una sociedad acrítica, cobarde, mansurrona a la que están arrebatando su libertad y su dinero, mientras incumplen todo aquello por lo que dicen existir, sin que muestren signo alguno de rebeldía ante los reiterados abusos.
PD. El periodista José Oneto preguntó al Presidente del Gobierno en el año 1982: «Presidente, ¿qué es el cambio»? Respuesta: El cambio es que España funcione.
Autor: Alfonso del Amo-Benaite. Consultor de Mercados & Marketing.